miércoles, abril 24, 2024

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Caza mayor, caza al Rey

Hablar de caza mayor y también del rey parece que nos lleva al Rey Juan Carlos, pero no, no hablamos de él, hablamos del Rey, el Rey en ejercicio, el Rey Felipe VI, que hace unos meses debió cometer el «mayor delito» que se podía hacer por aquellas fechas, las del intento de golpe de estado de los mandamases catalanes.

Fueron unos días muy extraños, media España, o más, estába con el corazón encogido mirando como unos pocos querían romper el país donde habíamos nacido y a nadie, de los que mandaban o querían mandar, parecía que le preocupara tal asunto. No llego a imaginar cómo estarían los catalanes no independentistas que se veían sin nación ni pasaporte.

El caso es que el Rey vino a darnos tranquilidad. Un discurso firme, claro y breve, en el que les echaba en cara la falta de lealtad institucional a las autoridades catalanas y, quizás lo más importante, les decía, a esos catalanes que también se sienten españoles, que no estaban solos, que podían contar con él y con los demás españoles, o con la mayoría por lo menos.

El discurso fue como un impulso para el moribundo. El gobierno Rajoy, que andaba como sonado, o eso parecía, cogió el paso, y unos días después, en una manifestación convocada en Barcelona con anterioridad, un millón de personas se paseó por el centro de la ciudad proclamando su españolidad. Hasta los políticos no independentistas, de todos los colores, se dejaron ver. Y la culpa la tenía el rey.

Esta es la clave de la cacería actual. El rey le dio la vuelta al desánimo general y los independentistas, hasta yo lo puedo comprender, no se lo perdonan. Por ello la rotura de relaciones con la Corona del inicio del verano y por ello la reprobación del Rey en el parlamento catalán.

Lo llamativo de esto último es que la propuesta de declaración vino de la mano de los Comunes, es decir, del Podemos catalán, partido que se declara republicano, cosa legítima, y porque dicen que ellos no le votaron, lo que me parece una falsedad. Lo voté yo el día que voté la Constitución, y como yo la gran mayoría de los españoles, especialmente los catalanes, y no me parece que las naciones vayan votando su constitución con cada generación.

Llegados aquí podemos pensar que todo esto forma parte del juego político normal, que la política es así. Lo anormal es el silencio del gobierno actual que, por fin, ha anunciado que va a pedir la anulación de la reprobación catalana en el Constitucional, pero todo ello sin una palabra más alta que otra, no vaya ser que alguien se enoje y ponga en peligro la aprobación de los presupuestos.

Son cosas que pasan cuando se gobierna en minoría, Ya le pasaba al señor Rajoy y le pasa mucho más al señor Sánchez, que tiene aún menos diputados,Y nosotros, mientras tanto, asistimos, como espectadores sin derecho a juego, a una cacería en la que la pieza mayor parece que sea el Rey. Y todo por colocarse del lado de los españoles, de la mayoría, creo, ¿O no?

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