Diego Velázquez de Cuéllar, primer gobernador de Cuba. Adelantado de Cuba y Yucatán

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Diego Velázquez nació en 1465 en la antigua villa de Cuéllar, provincia de Segovia, sede del Gran Maestre de la Orden de Santiago. El futuro Adelantado de Cuba y Yucatán procedía de una familia noble, sus antepasados habían prestado notables servicios a los Reyes de Castilla, y tuvo una educación esmerada. Con veinte años se enroló en los tercios de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, y tomó parte en la primera Guerra Italiana, en 1494. Participó en las batallas de Seminara y Cosenza, y obtuvo los grados de teniente y capitán, pero volvió de la contienda “pobre y enfermo”(1). Abrumado por la situación económica, pasó a las Indias y se enroló en el Tercer Viaje de Colón, en el que hizo amistad con Fray Bartolomé de las Casas.

Desembarcó en La Española el 19 de agosto de 1498, contribuyó en gran medida a la pacificación, y se destacó por su buen trato a los indios y los resultados obtenidos administrando sus haciendas y las minas, hasta convertirse en uno de los vecinos más ricos, destacándose con la fundación de cinco pueblos: Verapaz, Yaquimo, San Juan de la Maguana, Azua y Salvatierra de la Sabana(2), con reconocimiento del Comendador Nicolás de Ovando, que lo nombró su teniente.

Sus grandes dotes lo convirtieron en candidato ideal para la demorada empresa de la colonización de Cuba, y fue elegido por el Virrey Diego Colón. Estaba en la edad madura, pensó que esta empresa iba a consolidar el reconocimiento a su persona, y organizó la expedición conquistadora en 1510 luego de levantar su pendón en Salvatierra de la Sabana. A su llamado, atraídos por su prestigio, acudieron 300 españoles. Financió la empresa y obtuvo el título de teniente gobernador de Cuba, subordinado al Virrey Diego Colón.

Luego de minuciosos preparativos, a fines de 1510 o comienzos de 1511, partió de Salvatierra en cuatro naos con 300 españoles, cierto número de indios y algunos esclavos negros, para desembarcar en el puerto de Palmas(3), al sur de Oriente, cerca de Maisí. Al desplazarse al norte, cruzando el valle del río Toa, chocó con los taínos hostiles inspirados por el cacique Hatuey, fugitivo de La Española, quien alertó a los indios cubanos sobre las intenciones de los españoles.

La resistencia indígena disminuyó con la muerte de Hatuey, que Velázquez aprobó para desanimar a los rebeldes con un escarmiento contrario su ánimo a su bondad con los naturales, quizás porque fue testigo del empobrecimiento en que cayó La Española al extinguirse la mano de obra indígena. Por ello fue cuidadoso durante la pacificación de Cuba, donde el único hecho represivo, aparte de la muerte de Hatuey, fue la matanza de Caonao cuando Narváez, desobedeciendo órdenes expresas, asesinó 2.000 indios, según Las Casas(4), y 100, según informó Velázquez al rey(5). Tomó preso y envió a La Española al lugarteniente Francisco de Morales, por su violencia contra los indios de Maniabón, hizo duras críticas a Narváez y designó a Las Casas para “moderar” la rudeza del conquistador, logrando que la pacificación de Cuba fuera la menos sangrienta en toda América.

Pronto emprendió el reconocimiento de la Isla al tiempo que fundaba pueblos y haciendas, creaba encomiendas con el título de “repartidor de indios” y emprendía labores de colonización exitosas. Sometido el territorio oriental y fundada la primera villa bajo el título de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa en 1512, acometió su plan para someter a los caciques y poner la Isla en producción, mediante un triple avance que efectuó de esta manera: por la costa norte, desde Sagua de Tánamo, salió un bergantín que iba hasta el puerto de Carenas, en La Habana, para desembarcar en sitios importantes de la costa y someter los cacicazgos inmediatos. Otro avance, más lento y penoso, se realizó por tierra con 100 españoles y cientos de cargadores indios bajo el mando de Narváez, asistido por Las Casas, que salió de Bayamo hacia occidente, igualmente hasta Carenas. Por último, Velázquez partió de Baracoa con un grupo de hombres en canoas, dobló el cabo de Maisí y bordeó la costa sur reconociendo los puertos y embarcaderos hasta la bahía de Jagua.

El único incidente serio durante el triple avance fue la desdichada matanza perpetrada por Narváez en Caonao.

Por esa época, Bartolomé de las Casas lo describió detalladamente:

«En La Española era más rico que ninguno… de todos los españoles que bajo su regimiento vivían era muy amado, porque tenía condición alegre y humana y toda su conversación era de placeres y agasajos… era muy gentil hombre de cuerpo y de rostro, y así amable por ello, algo iba engordando, pero todavía perdía poco de su gentileza; era prudente, aunque tenido por grueso de entendimiento, pero engañóles con él. Era bien acondicionado y durábale poco el enojo… que todo lo perdonaba pasado el primer ímpetu, como hombre no vindicativo, sino que usaba de la benignidad…».(6)

La colonización progresaba. Surgían nuevas haciendas, se obtenían algunas cantidades de oro y aumentaban el ganado vacuno, cerdos, ovejas, caballos y las aves de corral. Sus éxitos económicos lo hicieron pensar en la gran empresa de conquistar México, que confió a Hernán Cortés, invirtiendo gran parte de su fortuna, 50.000 castellanos(7). Las expediciones anteriores, que le valieron el título de Adelantado de Yucatán y de Cuba, fueron confiadas a Francisco Hernández de Córdoba y a Juan de Grijalva en 1517-1518, y no hicieron mella en su fortuna, pero la de Cortés, sublevado contra su autoridad, deterioró la riqueza que había amasado en Cuba. El Adelantado prefería fundar a guerrear o saquear, y fue uno de los hombres que asentaron sólidamente el dominio español en América. Cortés fue temerario y pérfido con Velázquez, aunque sus éxitos en México y la importante cantidad de oro que envió a España le ganaron el favor real.

La expedición de castigo de Velázquez contra Cortés, al mando de Narváez, duplicó sus pérdidas. México le había costado 100.000 castellanos. Quedó debilitado económicamente y humillado por la parcialidad real, pero en 1523 era de nuevo muy rico. Sus empresas cubanas, repartidas en 6 hatos y 15 estancias, comprendían más de 1.000 cabezas de ganado vacuno, 3.000 cerdos, 1.000 ovejas y 205.000 “montones” de yuca, sin contar las ganancias obtenidas con el oro(8). En toda la Isla pacían 15.000 cabezas de ganado, 30.000 cerdos y 2.000 caballos(9). En 13 años, de 1511 a 1524, Velázquez triunfó como juicioso administrador, y además de las cinco villas erigidas en La Española, fundó en Cuba siete ciudades: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santiago de Cuba, Santísima Trinidad, Santa María de Puerto Príncipe, Sancti Spíritus, San Cristóbal de la Habana y San Juan de los Remedios. Además del fomento económico, realizó grandes progresos en todos los órdenes y se caracterizó por su buen trato a los indios, como proclama su testamento:

«…e thenido e thengo yndios en esta Isla que me an servido e sirben en mis faciendas e granxerias, o en coxer oro, e mi voluntad es, e a sido siempre, si yo pudiese descargar con ello mi conciencia, e quysiera dalles mucho mas, conformandome con lo que agora puedo facer mando que se thomen de mis bienes 500 pesos de oro e se compren de batidores e ropas o otras cosas que se acostumbran dar a los yndios e se repartan por los que thengo en la Villa de la Asunpcion e Vaytiquer10 en esta ciudad (Santiago de Cuba) e en el cacique Eraes de la villa del Bayamo e en los de Sancti Spiritus e la Villa de la Trenidad e Sant Xprtobal de la Habana, que se faga respecto en la destrybucion que se fyciese de las ropas e vestidos… a los dichos yndios… para que los rrepartan por iguales partes… e alcance a parte a cada uno dellos…».(11)

Sus protestas ante la Corte por la conducta de Cortés no dieron resultado. Murió triste y desencantado en Santiago de Cuba, en la noche del 11 al 12 de junio de 1524. En su tumba se colocó una lápida de mármol escrita en rudo latín, con este epitafio:

Etiam sumptibus hac insula debelavit ac pacificativ. Hic iacet nobilissimus Didacus Velazquez insularum Yucatani Preses qui eas summo opere revelavit ac suis propiis sumptibus debelavit in honorem et gloriam Dei omnipotentis ac sui regis: migravit in anno Domini MDCXXIV” , que significa:

“Aquí yace el muy noble y poderoso Don Diego Velázquez, Gobernador de las islas del Yucatán, quien las descubrió a costa de mucho trabajo y a sus expensas las sometió, para honor y gloria de Dios Todopoderoso y de su Rey. También sometió y pacificó a sus expensas esta Isla. Murió en el año del Señor de 1524”(12).

Citas:

(1) Real Academia de la Historia. Colección Salazar, vol. 48, tomo 277. Cita de Chacón y Calvo.

(2) Marrero, Levi. Cuba: Economía y Sociedad. Editorial Playor, Madrid, 1974, t. I, p. 105

(3) Se considera que el llamado Puerto de Palmas debe ser una de las tantas caletas que se abren en la costa sur de Cuba entre Guantánamo y Puerto Escondido, conocida como “Ensenada de Palmas” a mediados del siglo XIX por varios autores españoles. 

(4) Historia de las Indias, libro III, capítulo XXII. 

(5) Diego Velázquez. Primera Carta de Relación (al Rey) sobre la conquista de Cuba, 1 de febrero de 1514. 

(6) Las Casas, Historia de las Indias, libro III, capítulos XXI y XXVII. 

(7) Según el Testamento de Velázquez en CODOIN (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España) I, t. XXXV, pp. 500-547. Castellano: antigua moneda de oro española con un valor equivalente a 14 reales y 14 maravedís de plata. 

(8) Ibídem, Testamento, CODOIN, pp. 524-528 

(9) Ibídem. 

(10) Baracoa y Baitiquirí, respectivamente. 

(11) Ibídem (9), Testamento, CODOIN, págs. 518 y 544. 

(12) La lápida mortuoria, de mármol blanco, fue descubierta el 26 de noviembre de 1810, a siete pies de profundidad, durante excavaciones realizadas en la Catedral de Santiago de Cuba. Bacardí, Emilio. Crónicas de Santiago de Cuba. Gráficas Breogán, Madrid, España, t. I, pp. 89-90. 

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Autor: Dr. Salvador Larrúa Guedes.

Académico de Número y Secretario Ejecutivo de la Academia Cubana de la Historia.