viernes, abril 19, 2024

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El juego de la autocompasión

El Dr. Wayner V. Dyer, en su libro Evite ser utilizado, habla sobre el valor de uno mismo al compararse con otros, ello conlleva a que te parecerás más a los otros en detrimento de uno mismo. «Las personas más libres del mundo son aquellas que están dotadas del sentido de su paz interior: Simplemente se niegan a dejarse desequilibrar por los caprichos del prójimo y son serenamente eficaces en la tarea de regir su propia vida».

Somos lo que somos y no podemos ni debemos ser otra cosa. ¿Acaso importa si los demás te valoran o no como crees merecer? Cada cual que aguante su vela. Entra el juego de la autocompasión, es un grave error y una gran pérdida de tiempo y energías. Tú no eres, lo que los demás creen u opinan de ti, sino que eres el producto de tus pensamientos. En mi libro Tus zonas de éxitoaprenderás a ser tú mismo. 

Cuando llegas a cierta edad empiezan los problemas de salud, tanto mental como física, es normal, es la oxidación de la vida. Por mucho que te quejes nadie te va a dar una solución a tus problemas de salud. La autocompasión está prohibida en los creadores que continúan su camino en solitario. Las soluciones pueden ser acudir al médico, o hacerte cargo de tu propia salud, informándote adecuadamente de qué te viene bien o mal, pero los consejos del especialista son esenciales.

Todos tenemos algún padecimiento, o alguna avería orgánica por no decir enfermedad. Muchas son crónicas, y otras temporales, pero lo que no puedes hacer es auto compadecerte ni deprimirte, recuerda que la actitud es mental, y las enfermedades se curan, porque nuestro cuerpo tiene la facultad de sanar, de autogenerase, por su cuenta, a veces, sin hacer nada. Quizás ante una enfermedad terminal deberías dejar que la naturaleza siga su curso, porque no somos eternos. Este coronavirus, es una pandemia menor con respecto a otras como la gripe de 1918 que mató a 50 millones de personas, para que nos demos cuenta de la fragilidad de ser humano.

Tampoco se puede ser un desaprensivo y no acudir más a los doctores de la medicina u homeopatía, porque si no fuera por los medicamentos nuestra longevidad de vida sería más corta. En la cultura occidental tenemos ciertos privilegios que no apreciamos en su justo valor.

A veces la suerte no es cuestión únicamente del azar, sino que en ciertos momentos de la vida, uno debe saber hacer una llamada telefónica de pésame, o ha de estar en la presentación del libro de un amigo o en una exposición, al calor de la soledad, como testigo de una vida en sociedad. Las precipitaciones nunca son buenas, sino que es el tiempo el que te devuelve la pelota de esas llamadas telefónicas que hiciste o esos pequeños favores, que sin ser una muestra de «echar grasa al cerrojo del fusil», son favores que, a veces, te llegan solos. Pero como dice el chiste en la Lotería: tienes que comprar el décimo. Quedándote en tu sofá, en tu zona de confort, auto compadeciéndote, las amistades no van a venir a tu casa, tienes que relacionarte, si quieres pertenecer al modelo occidental en el que vives, donde las relaciones sociales son tan importantes, sino que hay que darle una inercia con el taco como a las bolas de billar, éstas se mueven porque alguien las empuja, y de aquí surgen las carambolas, de un azar imprevisto pero buscado adrede la inercia y luego vendrán otras carambolas por simpatía.

Por ello, déjate de autocompasiones, de lamentaciones y sal al mundo para buscar eso que anhelas, que puede ser desde un trabajo, una colaboración o escribir un libro. Estar en la cresta de la ola cuesta, la fama cuesta y los éxitos hay que buscarlos una y otra vez, levantándose siempre del derrumbe como Don Quijote, que siempre se levantaba de las caídas, golpes y lanzadas, quería ser el héroe de una novela de caballería. O como el héroe Anteo, que cada vez que lo tiraban a suelo se levantaba más fuerza. El mundo se mueve por modas, lo que en tiempo del torero Manolete o Bienvenida o Dominguín eran ídolos vivientes, tanto en España, al sur de Francia o en América, hoy son denotados como torturadores de toros. Por lo tanto, todo depende de los puntos de vista, de la mentalidad, de los dioses Medos (Medios de Información) y la cultura dominante.

Más que por el camino de la autocompasión  deberías ir por el camino de la auto-comparación. Si deseamos parecernos a alguien importante, deberíamos imitar sus actos altruistas, sus palabras, sus escritos, sus modos de expresarse e incluso sus dones de relacionarse. Vivimos en un mundo extraño y virtual, y en la mentira televisiva del mínimo esfuerzo. Siempre hemos de tener un espejo donde mirarnos. Yo quise ser rapsoda, y me fijé cómo lo hacían mis admirados maestros Juanjo Rey y Mª Dolores Carretero, y siguen recitando de memoria con una gracia y un arte sin igual sin que se les note el esfuerzo.

También frecuenté durante muchos años la Torre de la Águilas de mi amigo Gaspar Peral Baeza (falleció a los 92 años con una excelente memoria), una casa convertida en biblioteca particular con un imprescindible archivo hernandiano y de otros  escritores alicantinos. Iba a su casa a saludarlo y a escucharle. Fue un sabio humilde y bueno, a quien yo considero mi mentor hernandiano para estudiar al universal poeta Miguel Hernández, ejemplo de persona íntegra en sus ideas políticas.

Conclusión: sigue tu propio camino sin oír los cantos de sirenas, ni los malos espíritus que saltan como efigies que te asaltan donde menos te lo esperas.

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