Tolerancia y Respeto son dos valores humanos muy interesantes de practicar y tener en cuenta, a todos los niveles. Hoy en día, en la sociedad en que vivimos, con esas prisas con las que andamos por la vida, hace que no podamos disfrutar de cosas pequeñas, pero importantes. Recuerdo una de las historietas que contó Anthony de Mello en su libro La oración de la rana, que me llamó profundamente la atención; trataba de un huevo de aguilucho que, por distintas circunstancias de la vida, fue a parar junto a otros huevos de un gallinero y la gallina lo incubó, junto a los demás huevos. Pronto, el joven aguilucho sintió ganas de volar y preguntó a su mamá gallina que cuándo le iba a enseñar a volar. La pobre gallina que no tenía idea de volar, ni sabía cómo enseñar a hacerlo, le contestó que ya le enseñaría cuando tuviera la edad suficiente… Pasó el tiempo y el aguilucho empezó a sospechar que su madre no sabía volar, sin embargo, jamás le dijo algo, ni su boca pronunció queja alguna.
Qué bonito sería que supiéramos respetar siempre a nuestros mayores y ser tolerantes con la idiosincrasia de las demás personas.
Quiero ir un poquito más allá y me pregunto. ¿Quiénes son nuestros mayores? ¿Nuestros padres? ¿Nuestros abuelos? ¿Nuestros tíos?…; pues bien, mayor que nosotros son todas las personas que existen en el mundo, aunque sean menores que nosotros en edad, porque todas nos pueden enseñar algo: unos en inocencia, en prudencia, en matemáticas, en idiomas… en fin, cada uno en una cosa, por lo que todos y cada uno de los individuos que conforman el globo terrestre nos podría dar una lección en algo.
Por cierto, el libro este que he citado de Anthony de Mello es muy interesante y lo recomiendo como lectura de verano, porque cuenta diferentes leyendas, cuentos e historietas cortas divertidas y parecen intrascendentes, pero van mucho más allá, si se quiere parar uno a pensar un poco en este “mundanal ruido”.
