Su Majestad una vez más demostró el 25 de Julio pasado por el Día del Apóstol Santiago de Compostela, y en un gallego perfecto equiparable al de Rosalía de Castro a quien citó o al de Emilia Pardo Bazán, ser el hombre mejor preparado para guiar a España en medio de crueles tempestades y críticas. Las manifestaciones nacionalistas que tuvieron lugar ese mismo día, han quedado relegadas a un plano secundario, incluso terciario, en comparación con el discurso que el Rey Felipe VI dio ayer tras haber asistido a la misa en la Catedral, centro de peregrinaje y corazón del Camino de Santiago.
En la Corona descansa nuestro pasado, presente y futuro y el pilar de la concordia de todos los españoles, sin importar su credo, clase o profesión, y porque sobre todo como embajadora y representante de nos allá donde debe viajar, Felipe VI, los españoles y la propia Península Ibérica consiguen, que pese al intento de elementos externos e internos por derrocar lo establecido, la historia y cultura de España diversa y multicultural, sea admirada por el mundo entero, y en especial en Hispanoamérica.
Por lo tanto, no puedo más que decir que en la monarquía, su carta magna y en este hombre, esposo, padre de familia y representante de los españoles descansen todos los principios ético-morales y políticos de la democracia que se inculcaron desde los tiempos de la Grecia Clásica.
No puede haber democracia sin monarquía y sin el legado de 1978. Creo que esta fórmula ya es equiparable a la Ecuación de Dirac.
´´Si dos sistemas interactúan entre sí durante un período de tiempo, ya no pueden describirse como dos sistemas separados, sino que de alguna manera se convierten en un solo sistema«
¡Que viva Galicia y Santiago de Compostela y sus gentes y viva el Rey Felipe VI!
