Hacia un nuevo feminismo

0
134

El 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer. y todos conocemos la historia sobre la conmemoración de este día. Este día nació hace décadas como día de la mujer trabajadora. ¿Para qué? Para reivindicar el acceso de la mujer al ercado laboral en una época en que la mayoría de las mujeres se dedicaba a “SUS LABORES”, a ese trabajo muy digno, por cierto. Aprovecho para dar las gracias a mi madre por haberlo hecho. Cuando se apoderan de estas celebraciones los ideólogos radicales, como Irene (actual Ministra de “igual-da”) lo estropean todo… Pero no es mi objetivo profundizar sobre esta cuestión, ya que creo estamos cansados del continuo bombardeo de la igualdad. 

Pilar Sordo en su libro titulado “¡Viva la diferencia, complementa tus facetas femeninas y masculina y sé feliz!”, que recomiendo, afirma que: “No es cierto que hombres y mujeres seamos iguales; la verdad es que somos absolutamente distintos. Por medio de mi trabajo pretendo demostrarlo y en alguna medida ayudar a que seamos capaces de valorar nuestras diferencias para generar complemento y no motivar la impecable igualdad, que tan solo produce competencia” 

Quiero que este articulo sea breve, por lo tanto, no voy a entrar en el juego de palabras igualdad y equidad etc. No hay cualidad humana alguna que sea exclusivamente femenina o exclusivamente masculina. No hay ninguna que sea propia del hombre o de la que la mujer esté totalmente privada, o viceversa. Ambos realizan perfectamente la naturaleza del hombre. 

Prescindir de estas diferencias de modo de ser entre hombres y mujeres, o pretender anularlas, traería consigo el empobrecimiento de todos. 

Ombretta Fumagalli en un Congreso sobre la familia y la condición de la mujer, afirma: “Me parecen muy expresivas las palabras de una mujer de hoy, Chiara Lubich. En ella y en sus escritos he encontrado siempre el don que hace posible, incluso a la persona más común, llevar a cabo lo que quizá podía parecer demasiado alto y demasiado bello al hombre corriente.

Leamos lo que dice: 

“Narra la Escritura que bastaron pocas palabras a la serpiente para inducir a la mujer al pecado, y con ellas trastornar al género humano. “Serás como Dios“. Y ella se lo creyó. 

“El fenómeno de aquel entonces se repite de vez en cuando con tonalidades distintas, pero ,sin embargo, tiene en común el lisonjear y transferir al ánimo femenino – siempre delicado y, por tanto, más propenso a las cosas grandes, incluso en el error – a un plano distinto del suyo” 

“También hoy, entre el fragor de miles de voces que exaltan una u otra deformación del pensamiento, se ha infiltrado y ha encontrado amplio eco una tendencia: la de concebir y hacer creer a la mujer – con el engaño como base – el Serás como el hombre”.

Así exalta para precipitarla al abismo del absurdo, después de haberla desposeído de lo que verdaderamente constituía la belleza. Por ello, afirma Ombretta Fumagalli: “… diría a todas las mujeres que las circunstancias actuales pueden colocarlas en una situación de duda en relación con su propia identidad, cuando en realidad está en que, en ser mujer, se encuentra la seguridad de todo atributo. 

La humanidad tiene necesidad de ti, de la capacidad que puedes desarrollar en beneficio de todos. 

Si nos detenemos, siquiera un momento sea sólo un momento, a contemplar la situación actual, podemos constatar no sin estupor y disgusto, que el reconocimiento efectivo de los derechos para todos los hombres y mujeres del mundo, está lejos de ser realidad. Basta pensar en los países del Tercer Mundo

Si centramos la atención en los países en los que el desarrollo cultural, económico y técnico es mayor, podemos ver cómo, a pesar de todo, se sigue, se sigue dando poco relieve a la mujer. ¿No es disminuir su valor el no reconocer la importancia de su misión en la familia? ¿No es privarla de libertad el forzarla a trabajar fuera de casa ‘¿No es menospreciarla el no reconocerle el derecho a tener los hijos que desea y a educarlos de acuerdo con sus convicciones? 

En otro orden de cosas, la conquista de sus derechos no la puede obtener la mujer oponiéndose al hombre en una actitud revanchista. La batalla puede ser larga, pero, en cualquier caso, “no se hace a despecho del hombre sino en colaboración con él, para lograr una sociedad mejor”, según palabras de Inés Boffardi. 

CONCLUSIÓN: 

Es apasionante el empeño de dar impulso a un feminismo de signo positivo, a una promoción de la mujer que se traduzca en una aportación cada vez más madura y responsable en todos los sectores de la vida social; especialmente en ese sector privilegiado que es la familia. Y no en contraposición al hombre, sino luchando juntos para obtener los mismos objetivos que benefician a todos por igual. 

Ombretta Fumagalli terminaba su conferencia citando las palabras que San Juan Pablo II dirigía, hace tiempo, a las participantes en el Congreso Femenino propiamente italiano “Vuestro trabajo puede desarrollarse en dos ámbitos diferentes y complementarios. Por un lado, el mundo femenino propiamente dicho tiene necesidad de un modelo sano y equilibrado de mujer integral. Se trata de hacer valer los derechos justos, de manera que la mujer pueda integrarse de forma digna en la sociedad, tanto en el campo humano como en el campo profesional, por encima de cualquier clase de miedo y discriminación. 

Por otro lado, es necesario mantenerse en guardia para no permitir que las reivindicaciones y propuestas, absolutamente justas en el punto de partida, puedan distorsionarse y ceder más adelante a degeneraciones provocadas por una polémica exacerbada o por una apología arbitraria y antinatural. No es licito introducir elementos de ruptura allí donde el Creador ha previsto y ha deseado una armonía humana de lo más elevado”.

Queridísimos jóvenes, ES NECESARIO MANTENERSE EN GUARDIA como muy bien dijo JPII, y cambiar de rumbo hacia un nuevo feminismo.