sábado, abril 20, 2024

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La Literatura un arte II

Vamos a recordar la tendencia idealista, para ello igual que hace quince días, me ha ayudado la herramienta actual, a la que tanto acudimos, Wikipedia y un libro de apoyo de mis estudios de Magisterio del escritor J.L. Micó Buchór.

Aunque todo sabido, pues no vamos a descubrir nada nuevo, seguro que rememoraremos alguna anécdota de nuestros años estudiantiles.

La tendencia bizantina es muy importante, pues fueron los depositarios de la cultura grecorromana, que luego, fue clave para el Renacimiento.

No se interesaron por temas originales ni deseaban nada bello, sólo pretendían llegar a lo sobrenatural.

A pesar de estar encorsetados y rígidos en unas normas muy fijas, lograron un estilo peculiar, que nos muestra el amor de las almas cristianas bizantinas.

Entre las clases de poemas existentes en Bizancio, sentí curiosidad por una que se llama “La poesía mendicante”, consistente en los lamentos éticos de los poetas hambrientos y de los parásitos de la corte.

De la tendencia Bizantina cito sólo a un filósofo y a un crítico, Georgio Gemisto y Focio, y paso a otra, afirmando, la importancia que tuvo, salvaguardar la cultura greco-romana.

Como acabo de decir, damos paso, en este caso, al

Románico, que es el arte de la Iglesia militante y no fue su ideal construir nada bello, sino transmitir el Antiguo y Nuevo Testamento, ya que lo más importante, en este movimiento es que se sintiera la belleza de la fe.

Al no saber leer muchos en aquellos tiempos, sus poemas fueron el aprendizaje del catecismo, viendo la vida de profetas del Antiguo Testamento y pasajes Evangélicos, como era costumbre entonces en figuras escultóricas.

El Pórtico de la Gloria, del Maestro Mateo en la Catedral de Santiago, se pensó fuera así, un libro abierto esculpido en piedra, para beneficio de las almas.

Por éste mismo motivo, se levantaron otras iglesias y catedrales.

Lo trivial, lo sencillo y lo ingenuo son las características de la Literatura Románica.

En este verso lo podemos apreciar:

“… a Ti lo agradezco, Dios, que cielo e tierra guías…”

La Literatura Románica es la creada por las lenguas vulgares derivadas del Latín.

Surgían las Universidades, y en los monasterios se salvaguardaba la cultura, fijando el saber en los manuscritos.

La transmisión oral de todo lo popular fue oral, llevada a cabo, por trovadores y juglares.

La inspiración era evangélica, nada que ver con la perfección clásica, creaban con el fin de que se sintiera lo hermoso y la felicidad que reportaba sentir el amor de Dios.

Nuestro Rey Sabio Alfonso X, nos legó la herencia poética de la Literatura Gótica en muchos de sus poemas, como el que leemos a continuación:

Deus te salve, gloriosa

Reyna María

Lume dos santos fremosa,

et dos cëos vía”.

En términos generales, la Literatura Gótica es la de los paisajes oscuros y pintorescos, de narrativas sorprendentes y melodramáticas, cargadas de exotismo, misterio, miedo y pavor.

Lean o recuerden a Charles Dickens en “Canción de Navidad”, a Mary Shelley con “Frankenstein” y a

Gustavo Adolfo Bécquer, en “El monte de las ánimas“ y “Maese Pérez el organista”

Nos detenemos ahora en el Barroco que surgió por la irrelevancia pagana que nada tenía que ver con el esplendor del siglo XVII.

Los conjuntos armónicos se rompen, dando paso a una libertad, que sólo se proponía exaltar todo y naturalmente, llegó también a las letras y por ello el tema del catolicismo lo tuvieron, pero a modo de odas grandilocuentes.

El Barroco adoptó nombres diferentes, según el lugar, en Italia se llamó ”Marinismo”, en Inglaterra “Eufuismo”, “Culteranismo” y “Conceptismo” en España, siendo sus cabezas visibles Góngora y Quevedo.

Calderón de la Barca, tuvo el acierto de fundir las dos corrientes.

El poema “De la Armada que fue a Inglaterra” un ejemplo de la tendencia barroca.

¡Oh isla católica y potente

templo de fe, ya templo de heregía…” Góngora

Resumimos, el Barroco es un arte literario que se desarrolla en el siglo XVIII en España.

En Literatura se busca la emoción, el juego de palabras y sobre todo el placer estético.

Común con el Renacimiento son sus temas mitológicos, religiosos y patrióticos, pero con un matiz muy diferente predominando el desengaño, pesimismo, espectacularidad, tensión, contraste y dinamismo muy lejano del sereno equilibrio clásico.

Y en esta nueva tendencia que vamos a tratar, la palabra y el concepto protagonista es la libertad, donde palpamos con claridad el movimiento pendular con la tendencia romántica.

Está influenciada por la Revolución Francesa y por la caída del Imperio Napoleónico.

El Romanticismo es totalmente anti-clásico, por delante de la verdad está la libertad, agrada lo misterioso y los sentimientos íntimos, nada que ver con la fe, milagros y aventuras de caballeros.

Priva la espontaneidad a través de la inspiración, así es como intuyen el arte perfecto los románticos.

Y claro, cayó también en el error, una libertad desmedida y anárquica, fue la causa de su declive.

Citamos unos cuantos de ellos:

El grupo de Sehlegel en Alemania, Coleridge, Wilhelm y Byron en Inglaterra, Mme. Stael, V. Hugo A. Dumas en Francia, Almeida Barret en Portugal y Espronceda Bécquer y Zorrilla en España.

Y complemento, recurriendo a Wikipedia.

El Romanticismo es un movimiento revolución, en todos los sentidos vitales, que rompe con los esquemas establecidos del Neoclasicismo, defendiendo la imaginación, fantasía y las fuerzas irracionales del espíritu.

El Romanticismo lo introdujo en España el padre de “Fernán Caballero” pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber, que era cónsul de Prusia en Cádiz.

Además de lo enunciado anteriormente, se cantaba al yo, al amor apasionado, temas históricos y legendarios, religiosos cargados en rebeldía, hasta ensalzando al diablo, reivindicaciones sociales, naturaleza y sátiras.

Y frente al Naturalismo e Impresionismo, tornamos al Expresionismo con el misterio.

Brevemente lo trataremos.

Fue hacia el 1910, cuando surgió, de contenido patético y hasta depresivo, conlleva interrogantes de culpa, de conciencia, justicia social, todo en clave estridente y cínico.

Son de esta tendencia:

Herwalh Walden G Kaiser, Kafa, W.Boucher y Eugenio O Neil.

Bertolt Brech de la literatura procomunista, nos comunica en “La Decisión” que luchar por el Comunismo es la única de las virtudes.

Y acabamos con la última tendencia idealista el Arte Puro.

Los estudios sobre la Poesía Pura, la llevó a cabo Henri Bremond, bajo su punto de vista, super-idealista para replantearse los problemas del arte literario.

Las imposiciones de normas debían desaparecer para purificar la escritura y así reencontrarse con el verdadero arte.

Liberación de todo lo que estorbe la esencia del arte literario.

Es en Literatura, donde más se lucha por ese ideal de limpieza y dentro de ella, es en la poesía.

Se busca una fuente pura para ello y esa necesidad, hace que se aboque en la música.

Las frases no pierden su significado, pero deben de poseer un ritmo de hondura musical.

La musicalidad se podrá llevar a cabo por la combinación de los sonidos vocálicos

Henri Bremond nos dice, que es una impureza para la poesía toda pretensión de querer dar a entender algo.

Entonces ¿qué? nos preguntamos y vamos más lejos, pues nos aclara que la poesía pura es misterio y musicalidad y en su libro “La poésie pure” página 23 no dice:

Poésie, musique, c’est la mêmme chose”.

Los poetas pertenecientes a esta corriente o tendencia tienen una preparación intelectual elevada y una mentalidad europeísta.

Los poemas han de estar desprovistos de emociones personales, de inquietudes políticas y religiosas.

Defienden el arte puro, alejados del subjetivismo y así poder ofrecer una obra pulcra y bien hecha.

Son de la “Generación del 14” o ”Novecentistas” como les gustaba llamarse, a continuación algunos de ellos:

José Ortega y Gasset, Salvador de Madariaga, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, y Juan Ramón Jiménez, entre otros.

Termino, que también ha sido mi deseo, con este artículo, que rememoremos como al principio reseñé, que al calor del Arte Literario, disfrutemos de esos momentos personales de admiración y empatía con los o las poetas, que dejaron huella en nuestras almas.

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