La tumba española de Montesquieu

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Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu pasa por ser el padre del moderno sistema de gobierno, aquel que superaba el viejo absolutismo monárquico, por la gracia de Dios, y lo sustituía por un nuevo artilugio político en el que imperaba la división de poderes. Lo dejaría bien establecido en su magna obra “l’Esprit des lois”, el espíritu de las leyes. Su inspiración venía de su vivencia en Inglaterra y de los escritos de John Locke, particularmente sus Tratados sobre el gobierno civil. Ambos servirían de referente para los famosos “checks and balances”, controles y equilibrios, que inundan la constitución de los Estados Unidos. Hoy no se concibe un gobierno democrático en el que no impere la división de poderes y se lo debemos, en gran parte, a Montesquieu.

Estos últimos días hemos tenido conocimiento en España de dos acciones que reflejan hasta qué punto la nuestra es una democracia precaria, o enferma. El más importante ha sido la sentencia del Tribunal constitucional según la cual el confinamiento decretado por el Gobierno fue ilegal en cuanto sustraía al Congreso de diputados su fundamental capacidad de controlar al gobierno; control que ejercita como depositario de la soberanía popular, aunque el hecho de que sus miembros, los diputados, se elijan como integrantes de una lista cerrada dictada por el secretario general de su partido deja su representatividad un tanto capidisminuida, pero esa es otra historia.  

También ha trascendido que la abogacía del estado ha trabajado en Bruselas para mantener, aparentemente, la orden europea de detención de Puigdemont en estado hibernado tratando, al parecer, de entorpecer la acción del juez Llarena que, con infinita paciencia, trata de traer al fugado para España. Son las dos acciones claras injerencias del poder ejecutivo en las áreas de responsabilidad de los otros dos, el legislativo y el judicial, algo que, en una democracia saludable, debiera ser inconcebible y provocador de la indignación general de la ciudadanía y las organizaciones de toda índole que le dan voz. Aquí nada, nada de nada, o quizás una noticia más, una de tantas en un ambiente político tóxico y de bajísima calidad moral. Ye lo que hay.

Hoy los nuevos conejos sacados de la chistera, en forma de futuros decretos sobre la limitación de alquileres, subsidios para la emancipación de los jóvenes u otros para el consumo en cultura de adolescentes, servirán para comprar votos y sepultar bajo el lapilli informativo lo más importante, el hecho de que poco a poco, mientras enterramos a Monstesquieu, nos convertimos en súbditos de un poder ejecutivo omnisciente y omnicompresivo que acabará por anularnos completamente como ciudadanos. Ye lo que hay.

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