Nuestra vida es el camino

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Lucen en el horizonte, rayas firmes de esperanza, que con colores tenues marcan el cielo de suaves bocanadas cada año que empieza allá en las horas del alba.

Este año 2019 no puede ser diferente, por eso debemos recibirlo con la nobleza de cada año que empieza, con nuevos sueños regados con la ilusión que nos marca el ser hombres y mujeres caminando para construir su propia vida. ¿Qué sería del ser humano sin ilusión, sin sueños, sin esperanza…? En las cavernas también se soñaba, y la imaginación hizo que aquellos seres primitivos cargados de poesía, con gran esfuerzo, caminaran y caminaran…

«Las personas ven en el mundo lo que llevan en su corazón», escribió el célebre pensador, poeta y escritor alemán Goethe. Esta hermosa reflexión, nos lleva a pensar que debemos trabajar por conseguir en nosotros un corazón noble cargado de valores que resalten nuestra condición humana para poder ver a través del tamiz de esos principios que han bañado la conciencia humana en nuestro recorrido de siglos. Hemos creado un paradigma de mundo basado en el respeto, la tolerancia, los valores democráticos, el sentimiento de empatía con los que sufren, el empeño en que no vuelvan a repetirse etapas de la historia que ennegrecieron los horizontes, truncaron ilusiones, frustraron sueños…

Pero en el mundo también existen corazones que tratan de aprovecharse de los demás corazones intentando influir en los mecanismos sociales ya sean políticos, económicos o de opinión pública, para que los «corazones nobles» vean el mundo como a estos les interesa, porque son corazones que nacieron para dominar, para imponer su visión de la vida, para extraer beneficios de los demás. Por eso debemos formar nuestra

mente para ser lo menos manipulables posible.

Hoy en día tenemos una potente herramienta en nuestras manos, centro de importantes beneficios: Internet. Pero esa poderosa fuente de ayuda también es cuna de bulos, noticias tendenciosas, manipuladas y manipuladoras, nido de repetición de falsedades que a fuerza de reiterarse parecen verdades. Internet es, además, un centro neurálgico de confusión que puede jugar con la realidad a su antojo, incluso desvirtuarla; es capaz de crear rebaños de opiniones inmediatas y sin contrastar. La sabiduría no está en Internet sino en las personas bien formadas, con criterio, sentido común y personalidad construida sobre las bases del “saber discernir”.

Los vientos del aletargado horizonte tremolan de impaciencia. Las salpicaduras refrescantes de las intrépidas ondas marinas oxigenan los pensamientos de azabache. Y la brillante sonrisa del sol mediterráneo resbala en el cristal de las mejillas de un cielo azul irisado.

Padres e hijos, dos formas distintas de mirar el mundo, de enfocar sus prioridades, de valorar sus posiciones, de mantener sus intereses en distinto plano. Pero ambas, aparentemente dispares, confluyen en el mismo punto convergente: la vida.

Confrontación de pareceres: los que vienen del pasado, de la experiencia, de la tradición con los que fluyen de la ilusión por recorrer nuevos caminos lejos de las ataduras de infancia, del saborear sus propias experiencias añadiendo los ingredientes por ellos elegidos (música, forma de vestir, de llevar el pelo, los aderezos que identifican con el grupo al que se quiere pertenecer o parecer, con la época en que viven, las nuevas posturas ante los problemas, las ideas, la utilización de nuevas tecnologías, la forma de expresar el arte…). Padres e hijos, la dinámica siempre es la misma en el caminar de los siglos.

Padres e hijos, el equilibrio se balancea para hacer camino. La historia nunca se ha parado; solo cambia el ritmo. Padres e hijos confluyen en el mismo punto convergente: la vida, para que avance al ritmo que cada época necesita. Conflictos generacionales, balanza en movimiento, es la lucha entre la supervivencia de la especie, de la perdurabilidad de la cultura… y el avance y la evolución en las mentalidades para construir mentalidades nuevas con el fin de que el hombre no desaparezca y la cultura no sea una losa que atrape al ser humano en la Edad de Piedra. 

Somos lo que somos y venimos de donde venimos, ese es el legado de los padres, que van marcando el ritmo de la especie. Cultura y raíces, identidad y cimientos, bagaje con el que caminamos. Pero seguimos andando con nuevos aires y por caminos renovados con ideas frescas, enriqueciendo nuestro equipaje, aumentando los elementos de cultura y aportando nuevas soluciones a nuestro mundo. Esto es lo que aportan los hijos.

Los conflictos generacionales son una estratagema que la humanidad lleva consigo para seguir avanzando, desechando aquello que quedó obsoleto y nos impide hacer camino y no aceptando las cosas que se perfilan en el horizonte y serían un lastre para dirigirnos a nuestro destino.

Respeto entre padres e hijos, porque equilibrando las posturas es como mejor se anda el camino. Recibamos este año 2019 con la nobleza de cada año que empieza, con nuevos sueños regados con la ilusión que nos marca el ser hombres y mujeres caminando para construir su propia vida.