sábado, abril 20, 2024

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Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig

Estimadas autoridades, representación del Ateneo Mercantil de Valencia, damas, caballeros, amigos y asistentes todos a esta cuarta conferencia de la segunda parte del ciclo de conferencias que el Ateneo y yo mismo, vamos a dedicar a las grandes órdenes de caballería, militares y hospitalarias. Sed bienvenidos y espero/esperamos, que esta serie de conferencias sea del agrado de todos, pues con ella nos hemos propuesto acercar al gran público este mundo, a veces un tanto desconocido.

Quiero agradecer a doña Carmen de Rosa Torner, presidente de la Casa donde nos encontramos, el Ateneo Mercantil de Valencia, y a toda su Junta Directiva por amparar y apoyar este ciclo de conferencias. También quiero agradecer a todos los amigos que hoy estamos llenando esta gran Sala Sorolla, pues sin todos ustedes, sin todos vosotros, todo nuestro esfuerzo no tendría sentido.

Esta cuarta conferencia de esta segunda parte del ciclo, está dedicada a la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig.

Y, para explicar en su mejor contexto la creación de esta Orden, tenemos que remontarnos a épocas celestiales, en las que, de manos angelicales, ascendió al cielo el cuerpo vivo de María Santísima, este hecho se celebra el 15 de agosto con la Asunción de la Virgen María.

Una vez la Madre de Dios en el cielo, dos ángeles fueron al que, por poco tiempo, había sido su sepulcro, y, arrancaron del mismo la losa donde reposó la santa cabeza, y en ella labraron con cinceles de oro y martillo de plata, un retrato sedente de la Virgen María con el niño en su regazo.

Volvieron a la «Región Luciente», como llamara Fray Luis de León (1527-1591), al cielo en su Oda XIII, poema titulado De la vida del cielo. Y desde el mismo, buscaron el mejor lugar para depositar la talla, y se decidieron por el otero conocido como El Puig, colocando la santa imagen en una oquedad formada por las rocas del mismo.

En aquel lugar permaneció hasta que los Santos Apóstoles Santiago (5 a.C.-44), Pedro (Fin s. I a.C.-ca. 64 a 67) y Pablo (ca. 5 a 10- ca. 58 a 64), la descubrieron y la presentaron a los primeros cristianos para ser venerada.

En época romana se le construyó una capilla. Y en tiempo de los visigodos, siendo su rey, Suintila (¿? -634), algunos monjes de la Orden de San Basilio levantaron entorno a la capilla un Monasterio, del cual, según el historiador, Pere Antoni Beuter (1490-1554), quedan algunos cimientos y fragmentos cilíndricos de columnas.

Para la torre del Monasterio fundieron una gran campana en bronce, y en la orla grabaron:

«Santa María ruega por nosotros. Tu imagen nos sea protectora, la cual fue labrada en una piedra de tu sepulcro por ángeles, y traída por ellos y honrada con la venida de los apóstoles. Tus siervos te reverenciamos. Echa lejos de nosotros los rayos y truenos con el sonido de la campana, la cual hicimos en la era de seiscientos sesenta».

A partir de 711 comienza la invasión musulmana, y los monjes del monasterio, por temor de que fuese profanada la santa imagen, abrieron una cavidad en la capilla donde depositaron la imagen de la Virgen María, y sobre ella pusieron la campana de la espadaña visigótica.

Durante el tiempo de dominación musulmana, estos hicieron numerosos presos cristianos que enviaban como esclavos a África, donde muchos de ellos perdían la fe dada la dura y miserable vida que les obligaban a llevar.

Mas, cuenta una leyenda, que la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, se le apareció la Santísima Virgen a Pedro Nolasco (1182-1256), y le pidió que fundara una comunidad de religiosos dedicada a libertar los esclavos cristianos de manos musulmanas.

Y, según la misma leyenda, la Santísima Virgen también se les apareció a San Raimundo de Peñafort (1175-1276), y al rey Jaime I de Valencia (1208-1276), llamado «el Conquistador», comunicándoles también su deseo de fundar la citada comunidad de religiosos.

Así pues, Pedro Nolasco, atendiendo los deseos de la Virgen María, y decidió utilizar la fortuna que había ganado con sus negocios, para crear esa orden y, ayudar a liberar el mayor número posible de esclavos cristianos de manos musulmanas.

Pedro Nolasco no tardó en reunir un buen número de caballeros para tal fin, y así, el 10 de agosto de 1218, fundó una orden de caballería que, bajo el nombre de Orden de Santa María de la Merced, también llamada, la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, la cual, en el ámbito religioso estaría amparada por el obispo de Barcelona Berenguer Palou II (¿?-1241), y en el ámbito militar, contaría con el apoyo del rey Jaime I.

Como breve reseña de Pedro Nolasco, diré que, nace en 1180 en Mas Saintes-Puelles, Francia, trasladándose a España en 1203. Poco después, a los 15 años, se queda huérfano, pasando a ser el heredero de numerosas posesiones y negocios de su padre, llegando a ser un gran mercader y poseer una gran fortuna. Fallece en Valencia en 1256. Pedro Nolasco, fue canonizado en 1628 por el papa Urbano VIII (1568-1644), pasando a denominarse San Pedro Nolasco, pero está documentado que murió igual que vivió, siendo laico, habiéndose considerado siempre, «militar» de la Orden de la Merced.

La Orden recién creada, tuvo su primera sede, en el Hospital de Santa Eulalia, de la cual tomaría su cruz para su blasón. Así la enseña distintiva de la Orden fue la cruz blanca de Santa Eulalia sobre las barras de la enseña de la Corona de Aragón, las cuales eran cuatro palos de gules, sobre un campo de oro. Su vestimenta sería un hábito de color blanco y sobre el mismo el mencionado blasón.

La Orden fue aprobada oficialmente por el papa Gregorio IX (1145-1241), en 1235, adoptando la misma, la regla de San Agustín. Los caballeros mercedarios, además de los votos de pobreza, obediencia y castidad, se obligaban por un cuarto voto, a entregarse como rehenes para la liberación de los cautivos si no disponía del dinero necesario para su rescate.

En 1238, el rey Jaime I, pasa victorioso a Valencia, tras el asedio a la misma que había comenzado el 21 de abril de ese mismo año, conquistando la Taifa de Valencia por capitulación que se firmó el 9 de septiembre, de quien fue el último rey musulmán de Valencia, Zayyán ibn Mardanish (¿? -1270). Y para coordinar toda la acción militar de la conquista de Valencia, Jaime I, se asentó en el otero que constituía El Puig, a 14 kilómetros de Valencia.

Otra leyenda cuenta que, en ese asentamiento, durante las noches de varios sábados del verano de 1237, los centinelas desde el castillo de Enesa, vieron como siete luminosas estrellas descendían y desaparecían en un mismo punto próximo al monasterio. Curiosos por tal hecho, cavaron en el punto donde indicaban las luces, encontrando la campana antes mencionada, y bajo ella, la imagen en piedra de la Virgen María con el niño en su regazo que cincelaran los ángeles, la cual, pasó a ser conocida por la advocación de la Virgen de Santa María del Puig.

Desde este momento, los Caballeros de la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, que siempre había acompañado al rey Jaime I, y de la cual, su primer Maestre fue Pedro Nolasco, comenzaron a ser conocidos en el Reino de Valencia, con el nombre de los, Caballeros de Santa María de El Puig.

Algunos años después, el 22 de junio de 1244, el rey Jaime I entrega definitivamente, la Encomienda de El Puig, es decir, el Monasterio de El Puig, a los Caballeros de Santa María de El Puig, y el castillo de Enesa a su tío Bernardo Guillem de Entena, donaciones que confirmó en Alzira en 1276. Con esta acción, vinculó a los mercedarios con el Monasterio de Santa María de El Puig, vinculación que perdura en la actualidad.

El monasterio original estaba constituido por una sola nave, y del mismo se conserva únicamente su extraordinaria Portada, trasladada de su emplazamiento primitivo al lugar lateral que hoy ocupa en el Monasterio.

Del castillo de Enesa, también llamado del Puig, de Yubayla, o de Cebolla, queda bien poco, pues en 1365 el rey Pedro IV de Aragón (1319-1387), llamado «el Ceremonioso», o. «el del Puñalet», mandó destruirlo para que nunca volviera a facilitar la conquista de Valencia a nadie.

En la Orden, en un principio puramente militar, comenzaron a ingresar numerosos clérigos, seguramente, dada su vinculación al monasterio, y así, en 1317 nombran Maestre a fray Ramón Albert, quien fuera el primer sacerdote en obtener el maestrazgo de la Orden tras la muerte de Pedro Nolasco.

El papa Juan XXII (1244-1334) vio favorable esta nueva situación para decretar que en lo sucesivo la Orden debería ser regida por un sacerdote, y no por un militar laico, haciendo que esta perdiera por entero su carácter militar, convirtiéndose en una Orden estrictamente monástica y religiosa similar a las órdenes mendicantes. Actualmente es una Orden mendicante.

Los caballeros laicos se opusieron a este decreto del papa Juan XXII, pues iba en contra de sus directrices fundacionales que amparaban a una Orden militar, pero el papa no cedió en su decisión, así pues, la gran mayoría de los caballeros con ganas de entrar en batalla, ingresaron en la Orden de Montesa, creada ese mismo año 1317, la cual había recibido una gran parte de los bienes de la suprimida Orden del Temple, y en la Orden de Calatrava, que mantenía un marcado carácter militar.

Con esto podemos concluir que el carácter militar y caballeresco de la Orden de la Merced, concluyó en 1317, tras 99 años de existencia, coincidiendo con el gobierno de la misma por el primer sacerdote.

En cambio, otros caballeros como Bernardo de Corbera, se sintieron muy a gusto con ese decreto, y no tardaron en recibir la ordenación sacerdotal.

Además de la misión específica de la Orden de la Merced de redención de cautivos, siempre acompañó al rey Jaime I en sus gestas militares mientras fue una orden militar, especialmente en la conquista del Reino de Valencia.

Los caballeros de la Orden de la Merced se conocieron como mercedarios, como Caballeros de El Puig, o, Caballeros de Santa María de El Puig. Años más tarde, esta última denominación, pasaría a ser la denominación de cómo se conocen a los caballeros de la rama laica, mientras que el término mercedario, se reserva para los sacerdotes de la Orden de la Merced.

La Orden de la Merced, durante muchos años, siglos, continuó escribiendo su historia como una Orden totalmente clerical, con una intensa y activa vida religiosa y de servicio a la comunidad, muy reconocida y valorada positivamente, tanto por el pueblo, como por las más altas dignidades que la fueron favoreciendo con dones y privilegios en todas las épocas.

Así, en 1407, el papa Benedicto XIII (1328-1423), les concede una bula en la que se dice:

«Por todas estas razones, otorgamos y concedemos, por el tenor de las presentes Letras Apostólicas a todos los fieles cristianos, que, con la devota peregrinación, visitaron la dicha Sacra Casa de Santa María, Plenaria Indulgencia y Remisión de sus pecados».

En 1414, el rey Fernando I de Aragón (1380-1416), llamado «el Justo», o, «el Honesto», favorece a la Orden con nuevos dones, los cuales fueron ampliados en 1469 por el rey Fernando II de Aragón, (1452-1516), llamado «el Católico».

El 20 de noviembre de 1500, los Reyes Católicos Isabel I de Castilla (1474-1504), y Fernando II de Aragón, estructuran de modo definitivo la Real Hermandad de Caballeros de Santa María del Puig, y confirman en ellos su Real Patronazgo, el cual el 25 de agosto de 1564 pasa a los Duques de Segorbe, siendo el duque Francisco de Aragón Folc de Cardona (1539-1575).

Cabe comentar que, en el devenir del tiempo, la institución tomó por unos años las denominaciones de Hermandad, Real Hermandad, y alguna otra.

En 1573, Felipe II de España (1527-1598), llamado «el Prudente», completa los privilegios que ya tenía la Orden, con otros nuevos, siempre en pro de favorecerla.

En 1611, el papa Pablo V (1550-1621), le concede indulgencias a los Caballeros de El Puig, según consta en la bula de 11 de junio de 1611.

En 1833, nombraron reina de España a Isabel II (1830-1904) llamada, «la de los Tristes Destinos» o «la Reina Castiza», pero como esta era una niña cuando la proclamaron reina, apenas tres años, la regenta de España hasta su mayoría de edad, fue su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806-1878), siendo en ese año, cuando se inició en España lo que se llamó la Desamortización, que no fue otra cosa que la intención de destruir el estamento religioso en España, siendo la Desamortización más drástica y conocida, la de Juan Álvarez de Mendizábal (1790-1853), iniciada en 1836, llamada Desamortización de Mendizábal.

Y debido a esta serie de Desamortizaciones, en 1835, los monjes de la Orden de la Merced, se vieron obligados a abandonar del Monasterio de El Puig, pasando el monasterio a ser usufructo del Ayuntamiento de El Puig.

En 1936 el Monasterio fue convertido en prisión republicana de hombres, y hasta 1948, también fue un reformatorio de mujeres.

Mientras tanto en 1943, el Excelentísimo y Reverendísimo arzobispo de Valencia Prudencio Melo y Alcalde (1860-1945), le devolvía vida oficial a la Real Hermandad de Caballeros de Santa María de El Puig.

Pero se tuvo que esperar hasta 1948 en que el Monasterio dejó de tener funciones civiles para que el estado español le concediera de nuevo el usufructo del mismo a la Orden de la Merced, circunstancia que aprovechó la Provincia Mercedaria de Aragón, y lo convirtió en Seminario Mayor.

Con el devenir del tiempo, de la primigenia Orden de la Merced que creara Pedro Nolasco, y que durante un tiempo se denominara, Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, llegó a separarse en dos ramas bien diferenciadas, que actualmente conviven en armonía, teniendo ambas su sede en el Monasterio de Santa María del Puig.

Una de ellas, que conserva el nombre primigenio, Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced, y la Redención de los Cautivos, es una orden religiosa católica y mendicante, y que, aunque conserva el término “militar”, en su nombre, como ya comenté, dejó de ser militar en 1317. Y la otra es la que nos ocupa en esta conferencia, la Real Orden de Caballeros de Santa María del Puig, Orden laica de Caballeros y Damas.

También en 1943, el conde de Barcelona don Juan de Borbón y Battenberg (1913-1993), y su esposa, la princesa María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-200), le concedieron a la Real Orden de Caballeros de Santa María del Puig, la rama laica, el uso de sus Armas Reales, Dinásticas y borbónicas, a la vez que aceptaron el nombramiento de Caballero y de Dama respectivamente. Años más tarde su hijo el rey Juan Carlos I, confirmó estos privilegios.

El 15 de septiembre de 1953, el Excelentísimo y Reverendísimo arzobispo de Valencia, don Marcelino Olaechea y Loizaga (1889-1972), instruyó unos nuevos Estatutos para la rama laica, que incluyó explícitamente el nombre con el que se conoce en la actualidad a la Orden, Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig.

Siendo arzobispo de la Diócesis de Valencia el Excelentísimo y Reverendísimo don Miguel Roca Cabanellas (1921-1992), y contando con el importante impulso de fray Félix Ramajo Aliste (1926-2001), se inscribe la misma en el Ministerio de Justicia, y se redactan sus nuevos Estatutos, quedando el texto aprobado el 21 de junio de 1980, aunque su reglamentación de régimen interno no quedaría fijada hasta el 11 de mayo de 1998. Los Estatutos fueron aprobados y bendecidos por el Papa Pío XII (1876-1958).

El 28 de octubre de 1981, SS. MM. los reyes de España don Juan Carlos I (1938), y doña Sofía de Grecia y Dinamarca (1938), aceptan respectivamente los títulos de Gran Maestre y de Primera Dama de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig. Con esta acción, la Orden vuelve a tener una vertiente canónica con un arzobispo al frente, y el amparo de un rey con el que poder nombrar, investir y cruzar caballeros.

Para ingresar en la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, se debe mostrar fehacientemente, que se es una persona de reconocidas cualidades humanas, profesionales, culturales y religiosas.

Al igual que Pedro Nolasco, que fue el impulsor y creador en 1218 de la Orden de la Merced, como toda Orden tiene su verdadero promotor e impulsor, podríamos decir que, el de la Orden de Caballeros de Santa María del Puig, fue el Reverendo Padre Félix Ramajo Aliste, el cual, fue un sacerdote mercedario, nacido en una pequeña localidad de Zamora, que tras completar su carrera eclesiástica en distintos monasterios de la Orden de la Merced, en 1949, llega al Real Monasterio de Santa María de El Puig.

El padre Félix Ramajo Aliste se Licencia en Historia en 1957, y es nombrado Superior y Párroco de la Comunidad Mercedaria de la ciudad de Valencia. En 1963 es nombrado Superior y Párroco del Monasterio de El Puig, y tras ver el estado ruinoso en el que se encontraba, de inmediato acomete la obra para su restauración, pues entiende que es un lugar emblemático por excelencia del Reino de Valencia. Para ello crea la Asociación de Amigos de El Puig, el Patronato de Santa María de El Puig, la Cooperativa de artesanía Enesa, y el Taller protegido de trabajadores minusválidos. Creando, además, multitud de establecimientos de forja y otros menesteres alrededor del monasterio. Además, contó con la inestable ayuda del entonces farmacéutico de El Puig, Ernesto Segarra, para la desinfección de las habitaciones, locales y claustros del monasterio.

Y, finalmente, revitaliza e impulsa la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, de la que fue Consiliario Honorario Vitalicio, hasta su fallecimiento en 2001.

Sobre el Monasterio de Santa María de El Puig, el historiador villarealense Carlos Sarthou Carreres (1876-1971), en el II Tomo de la Geografía General del Reino de Valencia, escribe:

«El Monasterio de El Puig es una gloria para el Reino de Valencia; el mejor florón de su corona […] donde el arte antiguo y la piedad medieval, en sublime maridaje, labraron el grandioso relicario, guardador de la Virgen de El Puig, descubierta junto al Castillo de Enesa por Jaime I y Pedro Nolasco […] Toda la grandiosa epopeya de nuestra Reconquista, está evocada por estas ennegrecidas paredes del viejo Monasterio, que los vecinos de El Puig y Valencia entera, debieron conservar, porque Monumento histórico era y sin duda alguna, el más grande que tenía Valencia […]»

El Ayuntamiento de Valencia le concede al Reverendo Padre Félix Ramajo Aliste, el título de «Ciudadano de Honor de Valencia», y la Diputación de Valencia, en reconocimiento de su ingente obra en favor de Valencia y los valencianos, acordó, en sesión extraordinaria celebrada el 25 de marzo de 1977, nombrar al Reverendo Padre Félix Ramajo Aliste, «Hijo Adoptivo de la Provincia de Valencia».

Actualmente, la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, tiene unos objetivos precisos y muy loables entre los que destaco:

– Mantener la devoción a la Patrona del Reino de Valencia, La Virgen de Santa María de El Puig.

– La promoción de los valores religiosos, históricos y culturales valencianos.

– Ayudar a los presos, y colaborar en su reinserción en la sociedad.

– La protección de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, según los principios que promulga el humanismo cristiano.

– Tutela de personas mayores, especialmente ancianos incapacitados.

– Ayudar a menores que se hallen en situación de desamparo.

Para llevar a cabo sus fines, ha colaborado con entidades como Domus Pacis – Casal de la Pau, siendo, además, entidad colaboradora de la Conselleria de Bienestar Social de la Generalidad Valenciana, con la que ha firmado un Convenio y Protocolo por el que, colabora en los dictámenes e informes que, sobre los menores tutelados por dicha Conselleria, le sean solicitados en cuanto a su situación jurídica y económica.

Además, la relación que mantienen con la Orden mendicante de la Merced, es inmejorable, pues, no solo les une el entronque común de sus orígenes, sino también la misma vocación de servicio y de fe, estando, además, recogido estatutariamente, que en el Capítulo Directivo de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig formarán parte tres clérigos de la Orden de la Merced de la mayor significación:

– El Reverendísimo Padre maestro general.

– El Muy Reverendo Padre superior provincial de Aragón

– El Reverendo Padre superior del Monasterio de Santa María de El Puig.

La Orden tiene su sede oficial en el Real Monasterio de Santa María de El Puig, en donde tiene una sala en el claustro alto debidamente adecuada para reuniones, con explícita concesión por parte de la Orden de la Merced, la cual atiende espiritualmente a todos los caballeros. Aunque la dirección de su Cancillería, y, donde se reúne el Capítulo Directivo, se encuentra en el número 14 derecha, 2º B, de la calle Jorge Juan de Valencia.

En la sala de reuniones del Monasterio, envuelto con la capa de la Orden, se halla un cuadro de SS. MM. los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, luciendo esta la placa de Gran Comendadora. La obra es del pintor Sebastián Capella Pallarés (1927-2013), que fue Caballero de la Orden.

El 27 de diciembre de 2001, con la participación de la Orden, se crea la Fundación Tutelar Santa María de El Puig de la Comunidad Valenciana, reflejada en escritura de quien fuera decano del Ilustre Colegio Notarial de Valencia, don Rafael Gómez-Ferrer Sapiña (1946-2011).

El actual gran maestre de la Orden es S.M. el rey Juan Carlos I (1968), y su presidente es el actual arzobispo de Valencia don Antonio Cañizares Llovera (1945).

Su emblema, de estilo español y francés, es un escudo que lleva resaltada en campo de oro, excepto jefe, que es la parte superior del escudo, cuatro palos de gules procedentes de la enseña de la Corona de Aragón, y sobre ello, la cruz blanca de Santa Eulalia. El jefe, de azur, representa el color de la Virgen María y del cielo, y va cargado de siete estrellas de seis puntas en plata colocadas en dos fajas de tres y cuatro, en recuerdo de las estrellas que marcaron el punto exacto donde encontraron la campana donde se halló la imagen de la Virgen María. El escudo va timbrado con la Corona Real de España y acolada la Cruz de Borgoña. Finalizando, está orlado, con el Collar del Toisón de Oro.

Los caballeros de la Orden, utilizan en las ceremonias religiosas, una capa blanca con el escudo bordado y las veneras correspondientes a su grado.

El 17 de febrero de 2018, una representación de Damas y Caballeros de la Orden, peregrinó al Palmar para obtener la Indulgencia Plenaria por el Año Santo Jubilar, el cual fue aprobado el 6 de julio de 2017. Los Caballeros de la Orden portaron la Cruz por las calles del pueblo cantando y orando, celebrando finalmente la eucaristía jubilar, en la Iglesia del Jesuset de l’Hort.

El 8 de abril de 2018, Domingo de la Misericordia, tuvo lugar la Romería a la Cruz de la Misericordia, erigida por la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, en la partida de los Fustales, en Alborache. Posteriormente se celebró una eucaristía. La cruz de hormigón que, mide 12 metros de altura, 5 metros de envergadura y 0,5 metros de sección, es foto-luminiscente en sus dos caras, fue bendecida el día 1 de mayo de 2018, presidiendo el acto Monseñor Don Vicente Fontestad Pastor (1957), Vicario General de Valencia.

La Orden en la actualidad cuenta con encomiendas para áreas específicas. Cada encomienda cuenta con un Comendador, que hace las funciones de director de la misma. Las encomiendas son:

– Asuntos religiosos

– Asuntos penitenciarios

– Asuntos sociales

– Cultura y publicaciones

– Asuntos territoriales

– Nuevas generaciones (Juventudes)

– Protocolo y ceremonial

Una de las más valiosas posesiones de la Orden, sin duda, es una astilla del Lignun Crucis, la cual está en depósito y custodiada por los mercedarios, en el Monasterio de Santa María de El Puig, donde además en la Capilla Mayor del Santuario, se puede venerar el retablo de la Virgen María con el niño en el regazo que cincelaron los ángeles.

Como todas las entidades, la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, tiene una estructura jerárquica que es la siguiente:

El Capítulo General.

Es el supremo y máximo órgano decisorio.

El Capítulo Directivo.

Es el órgano ejecutivo colegiado que cumple y hace cumplir los mandatos de la Suprema Jerarquía de la Orden, como el Gran Maestre y Capítulo General.

Gran Maestre.

Es la suprema jerarquía de la Orden. Preside el Capítulo General, ostenta la más alta dignidad y representación de la Orden. Es el rey Juan Carlos I de España.

Vice Gran Maestre.

Ostenta la representación, por delegación del Gran Maestre.

Lugarteniente Mayor.

Ostenta la representación, por delegación del Vice Gran Maestre.

Gran Canciller.

Es el secretario del Capítulo General, del Capítulo Directivo y de todas las comisiones de trabajo de la Real Orden.

Tesorero-Contador.

Es el responsable de las finanzas y tesorería de la Real Orden, así como de su patrimonio.

Vice Lugarteniente.

Sustituye, mediante delegación expresa, al Lugarteniente Mayor.

Vice Canciller.

Sustituye, mediante delegación expresa, al Gran Canciller.

Gran Comendador.

Es un alto grado dentro de la Orden.

Comendador.

Este grado limitado en número por los Estatutos, se otorga a los Caballeros cuya ejemplaridad en valores cristianos y de dedicación y servicio sin tacha al prójimo, a los demás Hermanos y a la propia Orden, les hace dignos de tal elevación.

Caballero.

Es el grado por el que se ingresa en la Orden y con el que se obtiene nobleza personal de privilegio.

En el caso de las Damas, los grados son los siguientes:

Gran Comendadora.

La actuación es exactamente la misma que en el caso de los hombres.

Comendadora.

El procedimiento es exactamente el mismo que en el caso de los hombres, salvo en el caso de que fuese esposa del varón que es elevado a este grado y que, por este hecho, igualmente es elevada de grado automáticamente.

Dama.

Es el grado por el que se ingresa en la Orden y con el que se obtiene nobleza personal de privilegio. En caso de ser esposa de varón ya admitido en la Orden, se entienden ya implícitos los requerimientos que aporta el esposo.

Como apunte extra a tener en cuenta, comentar que la asociación, Archival, Asociación para la conservación de centros históricos de España, que dirige desde su creación en 1991, José Luis Lliso Ruiz, en 2013, le otorgó el Premio Comunidad Valenciana.

Con esto amigos, he realizado un breve paseo a través de la historia de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, que espero que haya sido de su agrado.

En la próxima conferencia, la quinta de esta segunda parte del ciclo, y que impartiré Dios Mediante el día X de febrero de 2020, hablaré sobre la Orden de San Jorge de Alfama.

Espero que esta conferencia haya sido de su interés, y les emplazo a todos a asistir a la siguiente, y hasta entonces, tengan, todos, una buena vida.

Bibliografía

Libros

– Anales de la Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced Redención de Cautivos Cristianos. Dionisio Hidalgo. 1669.

– Diccionario de Ordenes de Caballería y Corporaciones Nobiliarias. José María de Montells y Galán.

– Apuntes Sobre Instituciones Nobiliarias en España. Francisco Manuel de las Heras y Borrero.

– Elenco de Ordenes de Caballería. Academia de Genealogía, Nobleza y Armas Alfonso XIII.

– Caballeros del siglo XXI «vindicación jurídica y sentimental de las corporaciones nobiliarias españolas». Fernando García-Mercadal y García-Loygorri y Manuel Fuertes de Gilbert y Rojo.

– Protocolo y Ceremonial de la Real Orden de Caballeros de Santa María del Puig. Pedro Vicente Rubio Gordo.

– Geografía de Valencia. Sarthou Carreres.

– Celeste Real Patronato de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, redención de cautivos y cristianos. P. M. Fr. Gabriel Barbastro. Pablo compins impresor. 1725

– Las Órdenes Militares: Realidad e imaginario. María Dolores Burdeus, Elena Real, Joan Manuel Verdegal

– Tomo II de la Geografía General del Reino de Valencia. Carlos Sarthou Carreres. Editorial De Alberto Marín. Barcelona, 1919.

Webs

Web de la Real Orden de Caballeros de Santa María del Puig

Tirar de lengua. https://tirardelengua.wordpress.com

Canal Historia

Otros

– Revista hidalguía. La revista de genealogía, nobleza y armas.

– El mercedario Fr. Josep Abad (1616-166). Fundador de la Escuela de Cristo de Huesca. María Antonia Busán Chaves, y María Pilar Saura Pérez. Asociación Obreros de San Pedro “El viejo”.

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