Escrito en 1927 y publicado en 1929 en forma de carta o novela epistolar, Alexis o el tratado del inútil combate me ha parecido un grito de libertad ante el hermetismo de aquella época. Pero, por extraño que parezca, a día de hoy sigue pasando en muchos lugares del mundo lo que Marguerite Yourcenar (1903-1987) quiso reflejar en esta obra, el combate que muchos que desearían amar tienen que lidiar cada día y callar por represión, por miedo o por vergüenza.
Alexis, un joven músico de 22 años se despide de su esposa mediante esta larga carta contándole su vida, pero también su mayor secreto, el más oscuro y mejor guardado de todos ellos y es que nunca la ha amado. En realidad el desdichado Alexis ama a los hombres y por ello decide abandonarla para poder conocerse y amarse de nuevo, encontrarse de nuevo con su yo auténtico.
Uno se siente conectado con el protagonista, pero también con su esposa Mónica, quien se ha sentido infeliz a su lado, pese a haberle dado un hijo siente que ella es la culpable. Sin embargo, si uno fuera Mónica al leer la confesión de su esposo se sentiría liberada, libre de todo cargo de culpa. En cierto modo Alexis la libera de su cargo de esposa, lo que le honra.
En mi caso fue así al leer la obra, estuve inmerso en la mente de Alexis y de Mónica al mismo tiempo, y no dejan de ser en cierto modo la viva imagen de muchos matrimonios en países donde los derechos LGBT o de cualquier minoría están reprimidos por déspotas militares o fanáticos, como en el caso de Irán y Rusia donde por ser lesbiana o homosexual lo pagas con la cárcel o con la vida.
Creo sin duda alguna que Yourcenar se adelantó con este libro al movimiento que surgiría a finales de los años 60 tras los disturbios de Stonewall, y creo que cualquiera que no se termine de aceptar tal y como es o desease gritarle al mundo que es tan humano como su semejante, debería de leerse el libro. Irónicamente 22 años después y en 1951 Alexis le sirvió a Marguerite para escribir su obra magna, Memorias de Adriano. En forma epistolar el libro es también la confesión de la vida privada del emperador, pero no deja de ser el reflejo de la vida misma, porque todos vivimos y somos diferentes y eso es lo que define al mundo.
