A una expatriada en Méjico

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Querida amiga:

Recuerdo que cuando nosotros andábamos por el extranjero, especialmente los años de Cuba, estábamos enfrascados en la vida del país y seguíamos con un cierto despego las cosas de España, como si la distancia pusiese en sordina las vicisitudes de la patria. Cuando los hechos tomaban mayor relevancia nos encontrábamos con una cierta dificultad para comprender los cómos y los porqués, por ello, entiendo perfectamente que la tribuna del señor Ansón te haya sobresaltado. A mí, en tu situación, me hubiese pasado lo mismo.

No concuerdo en el fondo de lo que dice. No creo que estemos ante un proceso constituyente en ciernes para convertir el país en una república. Nuestra Constitución es de las llamadas “fuertes”, es decir, su modificación, en los principios fundamentales, y ese cambio lo sería, requiere de una tremenda comunión de voluntades en la ciudadanía, que implica disolución de Cortes, elecciones a constituyentes, elaboración del nuevo proyecto constitucional, referéndum y nuevas elecciones generales. Como ves algo así necesita de un “ambiente” político muy particular que está lejos de darse en estos momentos en España, así que yo me inclino a meter el asunto, desencadenado por un -¿premeditado?- comentario del ministro de justicia, dentro del ruido interesado que la política produce habitualmente para que los ciudadanos nos distraigamos y no prestemos atención a lo importante; por ejemplo ¿Por qué se han hecho las cosas tan mal en España? Especialmente en las residencias de ancianos.

Otra cosa distinta es que exista una operación antimonárquica en la izquierda; eso siempre ha existido, es consustancial con ella; cuanto más a la izquierda más antimonárquica. Cuando el PSOE era socialdemócrata eso no estaba en la agenda, ahora que se ha escorado a la izquierda, con un socio comunista en su gobierno, el asunto de las esencias reaparece y por la vía del rey Juan Carlos buscan desgastar el prestigio de la Corona. Es lo que hay.

A mí me preocupa mucho más la situación política general, en España y en el mundo. Esto está hecho un auténtico carajal. Llevamos años viendo crecer el populismo por todas partes, tú tienes cerca a AMLO y a Trump, gente que deja de lado los fundamentos del buen gobierno para sustituirlos por la gestión de las pasiones. En el resto del mundo las cosas son similares, Putin, Duterte, Johnson, etc. Las organizaciones internacionales lejos de potenciar la gobernanza mundial parecen cada día más débiles, empezando por la Unión Europea donde, en la mayoría de los países, van apareciendo movimientos populistas de izquierda y derecha. Desde la caída del Muro en 1989 no hay un control claro en el mundo. Mal asunto.

La globalización trajo más riqueza, pero también más interdependencia para las economías. El parón del mundo paraliza la maquina china que vende mucho menos, y compra menos coches alemanes y lujo francés, tampoco viajan los turistas y países como el nuestro tiemblan; todo está interrelacionado y la crisis sanitaria provoca la crisis económica pero, aquí viene lo peor, ésta puede generar la crisis institucional en muchos países como los estallidos de violencia en los EEUU muestran, con repercusiones también en Europa aunque aquí, más civilizados ellos, se ceben sobre todo en las estatuas.

Para otoño hablan de la posibilidad de una recaída en la pandemia. Soy optimista y creo que no será como la primera, además, el negocio mil-millonario de las vacunas hará que pronto tengamos algo. La caída de la economía, más profunda que la anterior, dejará millones de personas en el paro y ese caldo de pobreza y descontento generará una enorme insatisfacción social que dará lugar a fenómenos pacíficos en algunos lugares, violentos en otros. Podemos existe hoy gracias al movimiento de los indignados, pero nada nos asegura que lo que surja se encauce por la vía institucional.

Esto es lo que yo veo hoy.