Le han dado a Pablo Iglesias, "podemita", del Rey Carlos Tercero la Venera. "La Orden del Rey Carlos". Y suscita doquiera la opinión y la tertulia, y a mí me da más bien dolo y abulia saber que la otorgaron... y la espera. La dan, como si dieran, un diploma por bien volar, columba, a la paloma, por bien dormir, al oso perezoso. Por bien borrar, Milán, así a la goma que limpia del papel el trazo errado. La ofrecen por su oficio y por su estado, la ofrecen por el pozo y por el poso. Está bien que la tenga: dicho queda. Que allí en su "table-desk" sitio le ceda y en viéndola medite, de tal suerte, qué dicha siente aquel que se la impone si vuelve a concederla de ese modo. Que el Rey es Rey, y al darla, le da todo y al Rey, que él dará honor, "se le supone". Y puesto a suponer, también suponga, cuán alta es, y cuán profunda y longa la gracia que le da, quien no la tiene según ha dicho él: ¡qué paradoja! ¿Sabes tú qué? Que está estupendamente. Que diga en la Zarzuela, el rey enfrente: ¡Mil gracias Majestad! Y el premio coja. Y allí, corrido, urgido y bien vestido, dirá Carlos III en su otra vida: ¡Que honrado él y yo que mal servido! Y luego añadirá, terco y jocundo: La Banda y la Venera de mi nombre, honrando a Pablo Iglesias, el Segundo. ¡Dejadme que me asuste y que me asombre! ¡Que sí, que se la den! ¡Bendita hazaña! ¡Que siempre ríe más quien ríe al final! ¡Que pongan en su pecho la señal del triunfo del Rey Carlos y de España!
Francisco Javier Segura Márquez