Tendrá 15 años, pero es un libro que cuando une oye hablar de él y de quien fue su protagonista, merece ser buscado, ser leído, entendido y releído.
Estaré siempre en deuda con el escritor Jorge Francisco Sáenz , autor de «Un Poeta Entre Los Romanov», que no solo rescata la memoria de S.A Vladimir Paley Romanov; rescata en sí la memoria de la familia Paley, la Familia Imperial rusa, el alma de la Rusia Imperial y consigue que toda una época vuelva a cobrar vida. Como si encendiéramos de repente una vela olvidada, polvorienta y que parece haber sido olvidada por el tiempo. Pero una vez que la luz vuelve, habla el tiempo y hablan sus gentes.
Fue un libro que anduve buscando largo tiempo, como si de una reliquia sagrada se tratara, y creí que jamás podría encontrarlo. Pero el que la sigue la consigue. Y gracias a mis contactos en págs dedicadas a la memoria histórica del Imperio Ruso, pude dar con el Señor Jorge Francisco Sáenz, residente en Costa Rica y experto en la historia de los Romanov. Y si puedo decirlo, un amigo que he hecho para toda la vida, y a quien espero poder estrechar la mano en el futuro.
Hablaré solo a favor del libro y del escritor. Es un libro que ante todo no puede ser leído por puro entretenimiento, si es así, mejor no hacerlo. Es oír una voz apagada en el tiempo cuando empezaba a vivir. Es el rescate de un alma pura y noble como lo fue Vladimir Paley Romanov, un príncipe de los poetas, alguien que estaba lleno de vida, que amaba los versos, que quiso ser reconocido por su talento y que tristemente no figura en ninguna enciclopedia, ni nos observa en retrato alguno en ninguna Academia de las letras de San Petersburgo al lado de autores de renombre como Pushkin o Tolstói. ¿Cuánto tiempo habrá de esperar a ser reconocido por su talento?. ¿Cuánto tiempo seguirán sus obras en los Archivos Estatales?. Tristemente muchas de sus obras no sobrevivieron a la garra destructora de la URSS. El libro comienza como fue en sí la vida de Vladimir, un cuento de hadas que se tornó en la peor de las pesadillas al estallar la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa que le costaría la vida.
La primera vez fue instructivo, pero la segunda vez al leerlo, sentí una catarsis al cien por ciento y que conectaba con el protagonista. El terminar un libro que impacta dan ganas de llorar, y de hecho casi lloré con las últimas páginas de este libro. La pérdida de un poeta y escritor de su talento en Rusia fue lo mismo que pasaría en España con García Lorca, o con Ana Frank por el Holocausto.
Ningún mal hicieron estos tres grandes talentos. Pero por su origen, condición o religión el tiempo y las circunstancias fueron breves e injustos con ellos. Los tres fueron sacrificados en los repugnantes altares de los totalitarismos y de los conflictos mundiales, que solo engendran al ser más execrable que puede haber. El odio.
Sería bonito poder tener un ejemplar de su poesía en mis manos. Escuchar a quien de no haber sido por el oscuro año de 1917-18 habría sido un poeta de laurel y renombre para los siglos venideros.
Este artículo no es solo una crítica del libro en sí. Es también mi recomendación de lectura para aquellos que desean conocer vidas perdidas demasiado pronto. En este caso en un bello país como Rusia, en donde el viento, los bosques, los palacios y sus ciudades y la nieve hablan por si solos. Porque entras y caminas por ellos, y solo con el corazón y la mente en una sola mano puedes dar marcha atrás en el tiempo y quedar atrapado por los brillos y fantasmas del Imperio Ruso. Deseando a veces no volver a la realidad.