martes, abril 23, 2024

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Villa Schifanoia

Es curioso que la cuarentena recomendada para el coronavirus sea de 14 días, la misma duración que, con ocasión de la terrible peste que mató a cuatro quintas partes de la población florentina a finales del S. XIII, propuso una imaginaria joven a sus amigas para retirarse a una villa en las afueras de la ciudad y así superar la crisis. Será quizás un guiño de esos que suele hacer la historia que en esta oportunidad nos quiere recordar al Decamerón.

Boccaccio escribió la historia, una serie de cuentos entre cómicos, trágicos o eróticos, hilvanados por los protagonistas de aquella cuarentena, sin saber que sería uno de los grandes hitos de la literatura universal y también base para un guion cinematográfico que Pier Paolo Pasolini convertiría en glorioso divertimento fílmico hace ya unos cuantos años. Quizás fuese esta una gran oportunidad para su reposición en alguna cadena televisiva. Quién sabe.

La tradición quiere que el lugar elegido corresponda a la conocida como Villa Schifanoia, un magnífico ejemplo de villa renacentista que se encuentra a las afueras de Florencia, en Fiésole, el encantador municipio que domina la capital renacentista desde su promontorio de orígenes etruscos.

Una villa, Schifanoia, cuyo nombre literalmente significa “rechaza el aburrimiento” y que hoy pertenece al Instituto Europeo de Fiésole, una institución de la Unión Europea fundada en 1972 para estudios de postgrado en distintas disciplinas del campo de las humanidades y que tuvo como presidente a José Borrell hace ya unos cuantos años. Sus becarios, durante cuatro años, realizan su formación doctoral, maestrías u otras investigaciones.

La peste actual, ese coronavirus que, si se atiende a unos, el Fondo Monetario o la Organización Mundial de la Salud, supone un enorme riesgo para la economía y las personas, que lleva a medidas drásticas a países como China o Italia, y si se escucha a otros, como a nuestro gobierno, no supone un peligro al que la sanidad pública española no pueda hacer frente. Tanto es así que no hay por qué dejar de acudir a las sidrerías y, por ahora, a las manifestaciones de todo tipo que se convoquen en estos días. Pues esa peste, pandemia, o lo que sea no creo que hoy dé para nada parecido al Decamerón.

Florencia tenía algo menos de cien mil habitantes, sobrevivieron veintitantos mil. Las cifras de nuestro ya familiar coronavirus son mucho más benignas pero el pánico que ya genera, pánico achacable al tratamiento informativo que unos y otros le han otorgado, provoca el vaciado de calles y negocios allí donde se desata, como ocurre hoy en Italia, pero mucho me temo que no es un encierro productivo como contaba Boccaccio.

Hoy nuestra vida no nos deja aislarnos ni cuando estamos solos. Internet, las redes sociales, la televisión, las compras a distancia; es un aislamiento muy relativo y es posible que la situación sirva para dar un empujón al mundo laboral al potenciar el teletrabajo, quién sabe. Más difícil es que sirva para, como ocurría en el pasado en situaciones de forzado encierro, aumentar los índices de natalidad, al contrario, es posible que ponga a prueba a más de una pareja poco acostumbrada a soportarse durante tanto tiempo en tan estrecha compañía. ¡Qué peste, señor!

*Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com

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