Evo Morales ha sido un gran presidente para Bolivia durante la mayor parte de sus mandatos; algo extraordinario para el país dada la historia de corrupción e incompetencia de muchos de sus gobernantes. Morales llegó al poder ganando unas elecciones limpias tras una de las periódicas crisis del país. Venía de una larga carrera como dirigente sindicalista de los productores de coca del, y sus mandatos se caracterizaron por una sabia mezcla de izquierdismo beligerante en las declaraciones, aderezadas con grandes muestras de veneración hacia Fidel Castro y Hugo Chávez, y un sabio pragmatismo en la gestión económica del gobierno que encomendó a un joven economista del banco de Bolivia, Luis Arce Catacora. El resultado, con la ayuda de los precios de las materias primas durante la mayor parte de sus mandatos, fue el mayor periodo de crecimiento del país y de reducción de la pobreza en su historia.
El recorrido se inicia en 2006, y tras dos legislaturas Evo promueve una nueva constitución que se aprueba y le permite presentarse de nuevo, y ganar. Antes de finalizar el periodo, al modo Chávez, promueve un referéndum que le autorice a recandidarse, pero es rechazado. Será el tribunal supremo, controlado por él mismo, el que le autorizará a presentarse para ganar en unas elecciones tildadas de amañadas y que darán lugar a los disturbios que acabarán con la caída de su gobierno, y su exilio durante el último año en Argentina.
El gobierno provisional, supuestamente golpista para el MAS, Movimiento al Socialismo, que respalda a Morales y su gente, convocó elecciones como prometiera al hacerse cargo del gobierno, y estas han sido ganadas por Luis Arce de forma contundente, lo que le convierte en el actual presidente de Bolivia tras una toma de posesión a la que ha asistido SM el Rey, involuntario protagonista de un chusco recibimiento protocolario en el aeropuerto de El Alto, en La Paz, acompañado por un Iglesias que ha aprovechado el viaje para ahondar en sus maniobras bolivarianas.
A Luis Arce lo colocó Evo como cabeza de lista buscando suavizar la imagen radical del MAS, aunque le puso un perro guardián en la figura del que hoy es su vicepresidente, David Choquehuanca, de origen aimara y ministro de exteriores en la etapa de Morales. Viene ahora el momento de definir el futuro del país hacia una deriva bolivariana e indigenista, como parece ser el deseo de Evo Morales o, por el contrario, buscar un camino propio y más pragmático, como podría señalar la trayectoria y formación técnica de Luis Arce.
Hoy el gobierno recién nombrado parece indicar lo segundo, pero algunas protestas en la calle de grupos indígenas recuerdan la achaparrada sombra de Evo, que no librará la plaza sin pelea, y que sin duda recordará el ostracismo de Correa a manos de Lenin Moreno en Ecuador, o como Néstor Kirchner enterró a su mentor Duhalde en Argentina. Solo Putin parece capaz de controlar este tipo de sucesión.
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