El año del Rey

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Mucha gente pasará a la historia por lo que hizo en 2018 y mucha lo hará por lo que no hizo. No fue un año que haya dejado indiferente a nadie en España. El año pasado fue el reflejo convulso de una sociedad que cambia constantemente pero que ha perdido el rumbo hacia el que orientar ese cambio. Claro, me dirán, que eso es opinable. Faltaría más.

La nómina de los que pasarán sin pena ni gloria a la historia del año pasado es amplia. Y, como digo, algunos lo harán por no haber hecho lo que tenían que hacer cuando hicieron lo que hicieron para ganarse el puesto en los anales históricos. Otros sí que hicieron, sí… y aún tienen que escribirse algunos capítulos más de la historia patria, por triste que esté siendo en los últimos tiempos.

Me van a permitir que destaque una figura de entre todos los personajes de ese 2018 que ya se fue. Me refiero el Rey Felipe VI. Sin duda, 2018 fue el año del Rey. Y lo fue porque hizo lo que tenía que hacer. Hizo lo que se vio obligado a hacer e hizo lo que otros debían haber hecho por él, pero no tuvieron ni el valor ni el acierto de saber o querer hacerlo. Allá ellos.

La figura de Felipe VI fue duramente criticada por algunos sectores tras su discurso después de los sucesos ocurridos en Cataluña. Pero… ¿qué esperaban? ¿Qué se quedara mirando? En aquel momento el presidente del gobierno se escudó detrás de una cobertura judicial, de un artículo de la Constitución y de su vicepresidenta. Y el Rey hizo lo que tenía que hacer ante lo que se pudo considerar una dejación de funciones por parte de los dirigentes políticos. Salió y dio la cara. Y lo hizo en nombre de la nación, y en defensa de la Constitución y de la democracia, por mucho que algunos quieran decir lo contrario. Claro, quieren cargarse la Constitución, de paso la nación y lo de la democracia se lo han de hacer mirar.

En otro episodio de ese 2018, cuando creo recordar que la alcaldesa de Barcelona le preguntó a qué había ido a la ciudad condal, el Rey contestó que a defender la Constitución. Así de sencillo. La Constitución, esa norma que nos dimos los españoles para que esto funcionara dentro de los cauces de la democracia. Me van a permitir que, aún refiriéndome al Rey, diga aquello de… “¡con un par!”.

Que fácil habría sido, además, siendo como es el jefe de nuestras Fuerzas Armadas, sacar la cara de la autoridad de mando. Y no lo hizo. Sacó la cara, contundente pero conciliadora, del estadista de la concordia entre españoles y la defensa de la legalidad desde la posición de una monarquía parlamentaria. Sabiendo además, estoy seguro, que pagaría un buen precio de desgaste por ello. Pero tuvo el valor de hacerlo cuando quien gobernaba ni lo tuvo ni lo hizo.

Con el paso de los meses no lo ha tenido mucho mejor. Cambio de gobierno y cambio político, pero una ambigüedad, no quiero pensar que calculada, en ciertas posiciones gubernamentales que tal vez sean el pago por del precio del poder. No lo sé, no estoy seguro, pero desde luego se le parece mucho.

A lo largo de sus intervenciones públicas de este año, el Rey ha ido incrementando el tono de la concordia y la conciliación en sus discursos. Y se ha convertido en un referente. Las últimas encuestas publicadas nos hablan de que un 70 por cien de los españoles apoya la Monarquía. No seré yo el que abra ahora el melón de un debate que considero estéril porque, a estas alturas, lo tengo superado. Sólo reflejo lo que dicen las encuestas. Ah, por cierto, también ha sido elegido Personaje del Año en España en 2018.

Este viernes que viene, el Rey Felipe VI recibe en Valencia el Premio Convivencia que cada año otorga la Fundación Manuel Broseta en reconocimiento a su “liderazgo valiente” y en homenaje a los valores que representa la Monarquía Parlamentaria una vez pasados 40 años desde la aprobación de la Constitución. Un premio concedido por un jurado transversal, presidido por el ministro socialista José Luis Ábalos. Mi más cordial enhorabuena Majestad.

Que tomen nota nuestros políticos si quieren que la sociedad española recupere la confianza en ellos. Hay que dar la cara. Que no olviden que el jefe empuja el carro, pero el líder tira de él.