El lunes pasado, 28 de marzo del 2022, pude asistir a un coloquio debate donde abordaban un tema cansino, pero interesante en España, la histórica aspiración de una sociedad (mayoritariamente joven), que sin medir las consecuencias, sigue luchando por un sistema estatal que dos veces ha sido un fracaso con un posterior baño de sangre, donde únicamente ha separado a los españoles sin solucionar ninguno de los problemas de esos ciudadanos en el pasado.
Las protagonistas de este coloquio-debate, Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del partido popular (liberal) y Teresa Rodríguez, ex-diputada de Adelante Andalucía en el parlamento andaluz (izquierdas).
El evento comenzó con la presentación de ambas personalidades femeninas que tenían algo en común, su rebeldía por la libertad, frente a una corporación partidista que en cierto modo limitaban su personalidad política(rebeldía que no sabríamos decir si es por principios o por aspiraciones).
La primera oradora fue Teresa Rodríguez que si bien tenía pensamientos negativos sobre ella, me sorprendió al final de la entrevista su punto de vista, donde aspiraba más a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos que a la aspiración de una República, aunque si dejó claro su oposición al sistema democrático de la monarquía parlamentaria, donde presentaba algunas lagunas en el conocimiento de nuestro sistema del 78, la señora Teresa mencionó varias veces que la monarquía es el gobierno de una sola persona haciendo similitud con las monarquías del mundo árabe sin informar sobre las diferencias sociales y culturales del hemisferio occidental con el entorno islámico (siendo iguales y diferentes cuando más les conviene), pero lo que no se daba cuenta. Es que la monarquía española, es una monarquía parlamentaria donde S M el rey, reina pero no gobierna, por lo que no puede ser el gobierno de una sola persona, sino el gobierno de todo un país a través del sistema de representación que tenemos en nuestro país, o así debería de ser.
Una oradora que dejaba mucho que desear a la hora de plasmar sus ideas, pues dio la sensación que realmente no sabía como construir el estado una vez llegada la supuesta república, cosa que muchos asistentes al evento con el que pude hablar la defendían (algunos a regañadientes) como «persona que habla como «el pueblo desea que un político hable”. La pura realidad es que siendo filóloga y teniendo el poder del vocablo y de las articulaciones de oraciones para llamar más la atención del pueblo, conmigo no lo ha conseguido, pues como dije en el anterior artículo, ya conozco muy bien a las izquierdas republicanas.
Su discurso únicamente se apoyó en la pobreza nacional, como si la república fuera la solución del país, apoyándose en las supuestas corrupciones de su majestad, el rey Juan Carlos I, olvidando las corrupciones de sus sindicatos, de su partido o de su hemisferio ideológico como puede ser el centro-izquierda (PSOE) o los liberales (PP) que sumando todos, deben hasta de callarse…
En definitiva quitando las derechas y los liberales en este país que ellos mismo se hacen llamar patriotas a su manera, esta señora utilizó el sentimentalismo y la nostalgia (aunque dijo que no es nostálgica de 1931) para captar los corazones de muchos ciudadanos, ciudadanos que no han vivido esa época tan oscura, pero sí la etapa que vino posteriormente (algunos), una forma de captación muy antigua y fácil, secuestrando mediante mentiras el sentimiento de la necesidad sin haberlas, pues ya dije que la mayor etapa de paz, progreso y libertad ha sido el régimen de 1978 con S M al frente como líder indiscutible de muchos acuerdos internacionales que no han hecho más que beneficiar a todos los españoles.
El segundo tramo del debate-coloquio, le correspondía el turno a doña Cayetana Álvarez de Toledo, que a diferencia de Doña Teresa Rodríguez, he tenido unos sentimientos amargos, pues no he visto una defensa de la monarquía, sino en pocas palabras y la sensación que ha dado a muchos asistentes, parecía que defendía más al rey de España que a la institución.
Posiblemente, muchos comentaréis que mientras defienda al rey, defiende la monarquía, y yo contesto a esa típica excusa que debilita cada vez más a nuestra institución, el personalizar una institución en una sola persona es muy peligroso, pues esa persona puede traicionar o puede defraudar a un país entero, por lo que hay que defender la institución antes que la persona y proteger la institución antes que a la familia que lo representa, ASÍ se defiende la corona señores monárquicos… ¿Por qué? Porque el hombre es tan perfecto en todas las malas artes que incluso lo bueno y positivo como es la institución puede mancharlo o destruirlo, véase un ejemplo claro, Fernando VII, un rey criticado por la señora Cayetana Álvarez de Toledo.
La diferencia clara de esta oradora con la anterior sin duda era clara, la segunda (Cayetana) utilizaba más tecnicismo a la hora de hablar, más datos, más ejemplos y no utilizaba el sentimentalismo (cosa que hizo que para muchos su preferida sea la primera oradora), quizás por eso tiene mi continúa atracción al estudio de su persona (confesando ahora que mi motivo máxime era ver a la señora Cayetana Álvarez de Toledo).
Tal es su personalismo de la monarquía en la figura de S.M. el rey Felipe VI que pondría a él como presidente del gobierno de una supuesta tercera república, porque y cito verbalmente “el rey representa los ideales republicanos que muchos republicanos piden” habiendo a mi forma de pensar una gran contradicción que muchos asistentes nos hemos quedado dubitativo a la hora de poder sacar una conclusión.
Entonces… ¿es monárquica o es republicana? Cuando le preguntaron monarquía o república no se mojó mucho a la hora de responder con contundencia, únicamente pocas alegaciones a que “estamos bien ahora”, y que siempre “los españoles odiamos lo que somos o lo que tenemos queriendo siempre cambiarlo”… excusas para no contestar y hacer una gran defensa férrea de la monarquía española, una pena como monárquico escuchar apoyos débiles de una representante del pueblo a través de un partido en esta monarquía parlamentaria.
Como conclusión señores lectores y sin ampliar más su atención, pues somos ciudadanos normales y corrientes con muchas obligaciones como un servidor, la monarquía está en sus momentos malos, y no es malo decirlo, pues es mejor asimilarlo para corregirlo y defenderlo que obviando la realidad, una realidad donde los liberales de este país mantienen a la monarquía no por principios, sino porque hay aún muchos ciudadanos como nosotros que defendemos sin ningún temor al “que dirán” la bandera nacional, la institución de la corona y sus tradiciones, lo mantiene únicamente porque se observa claramente que en el ámbito público, no lo defienden en ninguna de sus actividades políticas, así como casi en paralelo, las izquierdas que ya no tienen pudor a la hora de criticar ni despreciar el sistema que les ha dado voz y voto para dirigir este país (monarquía parlamentaria) donde cada vez más mediante la nostalgia (sistema que utilizaban los fascistas y los comunistas para conseguir voto) consiguen más adeptos porque o ha entrado esa nostalgia en su corazón (mensajes fáciles) o la persona pública “habla como ellos”. Un claro mensaje de momentos turbios que nos viene próximamente, donde la alegría, la tranquilidad y el supuesto futuro que todos los políticos nos prometen desde pequeño, pueden desaparecer, pues si los representantes mayores son así, no podemos imaginar como pueden ser sus juventudes.
Quizás haya usado mis sentimientos para escribir esta opinión en el espacio EL MONÁRQUICO, pero recordemos dos cosas, uno que aquí somos monárquicos y no hay nada que convencer y dos que no soy político.
Una vez más y espero que no sea la penúltima ni la última, déjenme decir:
¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!
¡VIVA EL SAGRADO PUEBLO ESPAÑOL!
He dicho.
Una vez más felicidades. Viva el Rey y viva España