Las pérdidas pueden ser ganancias y si Múnich se perdió Ginebra ha sido la ganancia para que el hijo del Shah haya demostrado que antes que querer recuperar su trono, quiere sobre todo que Irán sea libre. Este pasado día 18 a través de la Conferencia que se celebró en la Cumbre de Derechos Humanos y Democracia celebrada en Ginebra, el Príncipe proclamó que da «un paso adelante para liderar el movimiento de transición» hacia la democracia en su patria, erigiéndose así en el rostro de la oposición a la República Islámica. Su Alteza instó a la comunidad internacional a actuar e instó a los miembros del G-20 a aplicar la «máxima presión» sobre Teherán.
En aquella conferencia no faltaron momentos de emoción al recordar los tiempos en los que Irán, pese a la autocracia del reinado de su padre, era un país moderno y había dado avances impresionantes hacia una estabilización social y económica, pero la revolución y el abandono de las potencias europeas abrió la puerta al infierno que desencadenó Jomeini. No faltaron tampoco las lágrimas cuando el Príncipe recordó a personalidades ilustres del reinado de su padre a quienes él mismo llegó a conocer, como la Ministra de Educación Farrohkroo Parsa, defensora del derecho al voto femenino, el General Nader Yahanbaní de la fuerza aérea, quien modernizó el ejército del aire y Habib Elghanián, presidente de la comunidad judía de Teherán, todos ellos asesinados tras el triunfo de la Revolución Islámica.
Continuó después denunciando la censura y represión contra las mujeres, los grupos cristianos, zoroastrianos, judíos y la persecución sádica contra los baháis, así mismo como contra la guerra cultural que sufre el patrimonio persa de 2.500 años y la reescritura de la propia historia de Irán.
El discurso se centró mismamente en la nefasta influencia que el régimen islámico tiene en Europa, usando sus embajadas como centros de espionajes para lanzar amenazas y propiciar atentados contra la diáspora iraní y el secuestro de europeos que han visitado Irán, acusados de espionaje y siendo liberados tras un cruel chantaje político y un pago millonario. El Príncipe no omitió el desastre climático que azota a Irán por la mala gestión y corrupción de la república islámica.
El régimen está más debilitado que nunca. Jamenei no es eterno y arrastra un cáncer de próstata desde hace 16 años, sus aliados han muerto en el Líbano y Gaza y dentro de Irán o han sido derrocados como en Siria, es el momento sin duda. Pero para ello es necesario que Europa despierte cuanto antes. S.A.I dejó además bien claro que su lucha se centra por y para Irán y no por él ni por recuperar un trono, porque antes es iraní que Príncipe Heredero.
Los aplausos cerraron aquel discurso y la emoción se apoderó del hijo del Shah, dando las gracias con lágrimas en los ojos y siendo acompañado por su esposa Yasmine.
En mi opinión es muy probable que veamos un cambio en los meses próximos, pero sin duda alguna el Príncipe se ha coronado Shah en Suiza, porque como bien sabemos aquellos que conocemos el peso de la historia, no es la corona ni el cetro lo que hacen al hombre o a la mujer merecedores de ello, sino lo que brota en su interior. No se trata solamente de la libertad de Irán, sino también de la estabilidad y paz mundial y el reconstruir Oriente Medio, para que Europa pueda unirse un día a este sin guerra alguna que lo impida.
Añado que este pasado 11 de febrero los gritos que se escucharon en las azoteas de Teherán mientras lanzaban los fuegos artificiales para celebrar los 46 años de la revolución ya no eran a favor del régimen. En las azoteas se gritaba Marg-bar Dictator Djavid Reza Shah Pahlavi- Muerte al dictador, viva Reza Pahlavi.
