Conde Pumpido, respondiendo a las críticas generalizadas de ser un satélite de la Moncloa, en el discurso de la toma de posesión de un nuevo magistrado en el TC que preside, ha tenido la desfachatez de revindicar su independencia, así como la legitimidad democrática de los nombramientos de sus magistrados y, como consecuencia, exigió el máximo respeto político. ¿Pretende este señor que la opinión pública calle, no ejerza su derecho a la libertad de expresión y no critique su gestión ante los desafueros que el Tribunal de Garantías constitucionales está cometiendo? Ha convertido el TC en el Tribunal de última instancia en una clara invasión competencial. La convicción generalizada en la ciudadanía es que cualquier sentencia del TS que pueda perjudicar al Gobierno, la sedicente mayoría sanchista del TC (7-5), desautorizará a los magistrados de aquel Tribunal y la convertirá en favorable al puto amo (Puente dixit).
Es lo que pasará con la opinión del TS, que ha considerado inaplicable la amnistía a los principales líderes de la sedición. O lo que el TC ha perpetrado con el fraude de los EREs, eximiendo de culpa a la cúpula política, precisamente a quienes proyectaron un sistema corrupto de reparto clientelar, permitiéndoles presentarse ahora como víctimas de unos jueces cegados por su ideología conservadora.
Con esta sentencia desacredita a magistrados y fiscales por haber perseguido y condenado delitos carentes de todo soporte constitucional. Y tiene el descaro de decir en su discurso que el TC se dedica en cuerpo y alma a asegurar que la Constitución presida la vida nacional y es el guardián de la libertad.
La hemeroteca le traiciona. Cuando saltó a los medios el escándalo de los EREs le preguntaron y dijo: Llegaremos hasta el final y los que hayan delinquido serán acusados, y procuraremos que sean condenados y que cumplan sus penas. También, como su jefe, ha cambiado de opinión.
A estas alturas no cabe duda sobre su falta de independencia y de su afinidad política con el Gobierno de Sánchez ni de que está ahí para rescatar a su amigo el presidente de sus iniciativas legislativas inconstitucionales y de las acusaciones penales que se ciernen sobre su entorno familiar y del partido.
Julián Delgado (escritor)