Las tropelías que ha cometido el Gobierno sanchista para sostenerse en el poder habiendo perdido las elecciones, no se hubieran perdonadopor parte de sus electores, de no ser porque ha presentado la alternativa como un organismo amenazador, indecente, inasumible en una democracia. No solo ha levantado el muro del odio, también ha roto toda clase de consensoscon la derecha, mientras firman acuerdos-cesiones con los proterroristas, golpistas y populistas de izquierda.
A tal punto ha llegado el sectarismo, que los diputados socialistas andaluces se han negado a cantar, un villancico por Navidad junto a los del PP. Es un síntoma patológico de una sociedad polarizada que, con todo acierto, el Rey, en su mensaje navideño, lo ha señalado como una grave anomalía democrática.
El emponzoñamiento entre españoles urdido por Sánchez con el fin de mantener el poder, ha llevado al PSOE andaluz a no poder alcanzar una tegua, aunque solo sea por Navidad. Lo que si fueron capaces de hacerlo británicos y franceses,en una trinchera, con los alemanes, en la otra, en 1914, durante la GM-I, en la zona de Ypres. No solo cantaron juntos el villancico de Noche de Paz, también jugaron un partido de futbol y se cambiaban todos a la otra trinchera cuando a una la bombardeaban. Soldados que antes y después de esa celebración se mataban unos a otros porque se lo ordenaban sus jefes, se sintieron concernidos por esos valores humanitarios, que entraña la Navidad.
Seamos o no creyentes hemos hechos nuestros los valores del humanismo cristiano, que incorpora la tradición histórica navideña, que representa un símbolo de protección al desamparado, de compañía al solitario, de esperanza al fracasado, de generosidad, de solidaridad, de amistad y de amor. Del valor de la familia, de la unión y pertenencia, del recuerdo de los seres queridos lejanos y el de los que nos dejaron. De la evocación de nuestra infancia con pandereta y zambomba, pero con un sentido de celebración trascendente, envuelta en la calidez del amor familia.
El atronador ruido que produce el debate político de hoy, también denunciado por el Rey, queda muy lejos de ese ideal abstracto, del patrimonio moral que representa el espíritu navideño.
Julián Delgado (escritor)