Estaba hoy el Muro como en agosto, pareciera que todo el personal se hubiera concentrado allí, aunque el Muelle y el Parque también estaban en multitud. Es como si la gente intuyese que esta anticipada primavera tuviese sus días contados y el invierno, que es lo que toca, esperase agazapado a la vuelta de la esquina para cobrarse este crédito anticipado.
El primer golpe de vista me ha alegrado el día. Todo eran niños, de todas las edades, en carrito, en bici con apoyos, en patinete, en brazos de sus padres; una explosión infantil que me llevó a pensar, solo unos instantes, que aún no todo estaba perdido, que este país todavía puede sobrevivir, pero luego, observando el detalle, percibí que casi todas las parejas eran de un solo infante; las dobles, también abundantes, en muchos casos lo eran con gemelos, producto posiblemente de las ayudas a la reproducción y, en general, la edad de los progenitores superaba ampliamente la trentena, con excepciones claro. Estos detalles ya dan para pensar.
Abajo, en la playa, también había una enorme algarabía, pero en este caso de perros. También con algunos niños, pero sobre todo perros, de todos los tamaños, razas y colores. Parecían contentos y también sus dueños. Una imagen de completa felicidad en una hermosa y costera ciudad de provincias. Supongo que es lo que toca en una mañana dominical de primavera.
Las postales, que ahora el móvil ha desahuciado, se caracterizan por enviar imágenes idílicas de lugares de todo el mundo, nunca presentan el extrarradio, ni las vergüenzas o el deterioro de esos sitios y un poco de eso es lo que hay en la imagen ciudadana de esta mañana soleada y benigna. Detrás de la imagen de familias felices se esconde una tasa de natalidad en caída libre desde hace ya muchos años, demasiados, y especialmente en Asturias. Una senda demográfica que solo puede llevar a un futuro cada vez más aciago para la región. En ello estamos.
En función del momento político suele achacarse el problema a la falta de expectativa laboral para las parejas jóvenes, o a la ausencia de ayudas estatales pero la realidad, en algunos casos, parece indicar actitudes más egoístas, con más trasfondo sibarita, porque en muchos casos, con parejas económicamente asentadas, no se supera el hijo único, el pequeño déspota emperador, lo que lleva a pensar que a las nuevas generaciones realmente lo que les pasa es que la crianza les da pereza. La crianza es sacrificio del yo, entrega de la vida personal en beneficio del bebe, que luego niño, adolescente, joven y quién sabe, quizás nini en un futuro y al que tengamos que apoyar con parte de nuestra magra pensión. En definitiva, un mal negocio.
La demografía no engaña. España envejece, rápido y mal. Mal porque este ritmo no hay economía que lo soporte y porque en las pocas regiones que la natalidad aguanta son aquellas en las que la emigración compensa lo que las parejas nativas no están dispuestas a aportar; son regiones donde, a diferencia del norte, la mano de obra intensiva y temporal es demandada. Parece que vamos hacia una sociedad mestiza y quizás eso sea lo mejor, savia nueva que enriquezca una sociedad hoy más pendiente de sus perros y sus vacaciones.
Superado aquello de “que inventen otros” hemos llegado ahora al tiempo del “que paran otras”, mientras tanto, el mundo sigue su camino y lo del Muro es solo un espejismo.
*Versión en asturiano en abellugunelcamin.blogspot.com
P.S. Me entero, una vez publicada esta tribuna, que el gobierno progresista que nos hemos dado ha nombrado un director general de bienestar animal, más de lo mismo, y ello es compatible con la condena general a los de VOX, no hace mucho, por regalar a la gente en la calle un muñequito con la forma y tamaño de un feto de 14 semanas. Algo no cuadra.