La veo en cada iraní que sonríe, la veo en los rostros de mis amigos iraníes aquí en España, la sigo
viendo en las mujeres que han perdido el miedo a la policía del régimen y salen sin velo y
maquilladas a pasear por Teherán, diciéndole al opresor que ya no son sus dueños.
Esta semana Mahsa Amini, que ya es un símbolo, una antorcha de la lucha iraní contra la opresión,
volvió a ser vitoreada en varias ciudades de Irán y de Europa por parte de la comunidad iraní
exiliada y a través de manifestaciones. Todos los miembros de la oposición, incluyendo a la familia
imperial, han añadido el logo #IamMahsaAmini en las redes, en los carteles, incluso en las pintadas
hechas en los edificios del régimen islámico. Está viva, no pudieron matarla.
La república islámica se niega a ver que es su final, la cuenta atrás empezó hace mucho, hace 3 años
exactamente y aquel 16 de septiembre, cuando Mahsa Amini dejó de ser una más para convertirse
en todo un país que empieza ya a derribar los símbolos del terror jomeinista. La guerra de los 12
días con Israel, país que desgraciadamente ha superado en represión a sus enemigos chíitas, dejó las
instalaciones nucleares dañadas o fuera de juego definitivamente. En resumen, el régimen de
Jamenei está acorralado y con todos sus tentáculos amputados en Líbano, Irak, Siria, Palestina y en
Yemen donde los hutíes no sé hasta cuando aguantarán debido a la retirada de tropas iraníes, es una
alimaña herida de muerte desangrándose en su guarida.
Por tanto es cuestión de meses que algo pase en Irán. Al descontento social se le suma la peor
sequía en más de 50 años, provocada en parte por la mala administración de la dictadura, cuyos
miembros tienen agua asegurada en sus residencias de lujo mientras que Teherán corre el peligro de
quedarse sin agua y sin luz, imaginen una ciudad de más de 14.000.000 de residentes, es como
encender una vela en un almacén de pólvora. Pero no es solo el agua, el subsuelo de Irán corre
peligro de colapsar, debido a las perforaciones ilegales para buscar agua en esas zonas en estos años
y lo que podría provocar un hundimiento terrenal en una gran porción del país, sería una tragedia y
masacre auténtica.
Europa reaccionó correctamente expulsando a Irán de la Comisión de la Mujer tras el asesinato de
Mahsa, pero debe ir más lejos. Expulsar a los embajadores, aislar al régimen, solo así la nave que ya
hace aguas por todas partes se irá a pique definitivamente tras 46 años de opresión, y del fango de
ese lodazal surgirá un nuevo Irán, bello cómo un jardín de Persépolis, pero cubriendo todo el país.
Hasta entonces, por favor, no olviden a Mahsa Amini, porque un día y ya cercano, tendrá una
avenida o parque en Teherán con su efigie y nombre. Su nombre como los de todos los que han
perdido la vida por liberar a Irán no será borrado. El de sus verdugos en cambio, nadie recordará
quienes fueron
