Asturias cuenta aún con la segunda pensión media de España, según datos de hace pocos días. Debe ser uno de los pocos indicadores en los que aún levantamos cabeza; en el resto llevamos años de depresión estadística y moral. Somos una región en decadencia, esto es así desde hace tiempo y el esplendor de la sidra sólo sirve para que nos olvidemos durante un breve lapso de tiempo. Pero no todo está perdido.
Hoy somos noticia nacional, y probablemente internacional, porque somos región exenta de coronavirus. Catorce días sin contagios, esto dicen los datos que vienen sustentados en una serie de acciones que van desde la contención en los recortes en sanidad de los últimos gobiernos regionales, que han permitido al actual contar con una estructura mejor engrasada, al parecer, que la de otras regiones. También el enfoque de nuestros especialistas en epidemias, refrendado y secundado por el poder político, ha debido tener su cuota de responsabilidad en los resultados. El Ejército, presente en todo el territorio nacional, aquí reaccionó entre los primeros. La prensa, constante en las advertencias sobre la peligrosidad de la situación. Todo y todos han empujado en la misma dirección y, pese a las tragedias individuales, los resultados, comparativamente, han sido buenos.
En la trama de todas esas situaciones está una población, la asturiana, sumatorio de individualidades que durante estos meses trágicos del confinamiento han sido capaces de mantener una disciplina social que se encuentra en la base de estos resultados que hoy festejamos. Es el paisanaje que da color a ese paisaje, paraíso natural que hoy recomiendan como destino turístico dos de las principales cabeceras periodísticas a nivel mundial.
Quizás estamos ante nuestra última oportunidad para levantar lo que hace un tiempo fue grande; para lograr que ese intangible económico que representa una región maravillosa con una ciudadanía formada, respetuosa y responsable vuelva a ser capaz de retener a esas hornadas de jóvenes que hoy tienen que emigrar, como antaño, buscando una vida mejor en otros lugares; esa misma juventud que comienza a dar muestras de fatiga en sus comportamientos sociales poniendo en peligro esa etiqueta de región libre de coronavirus.
Una región capaz de hacer frente al coronavirus es una región interesante para invertir, para establecer nuevas industrias; si, además, algún año de estos llega a ella una línea de alta velocidad, algunas acciones podrían contar con un plus adicional que aumentase ese atractivo. Es una gran
oportunidad para Asturias, no la desaprovechemos.