El hombre desde antiguo queda sorprendido ante el límite de la vida, y por consiguiente la muerte. Todas las culturas antiguas enterraban sus difuntos en lugares que eran considerados como sagrados y diferentes a los sitos en los que se ha desarrollaba el devenir cotidiano.
Sin duda, una de las culturas más significativas que ha destacado por el culto funerario es la civilización faraónica, hecha con la historia de grandes reyes y un gran pueblo, el cual nos ha dejado un legado excepcional. Las culturas con las que convivió la civilización faraónica, como la griega o la romana, fueron conscientes de su grandeza, y asimilaron buena parte de su saber.
Uno de los aspectos más significativos de los habitantes del Valle del Nilo es su creencia en la Otra Vida, conocida como el Amduat. Ellos consideran la vida después de la muerte como una proyección de la vida terrestre. Según su convicción iban a tener las mismas necesidades vitales, como comer o beber, por lo que se sepultaron con un ajuar que les iba servir eternamente. La profanación de las tumbas se hizo desde época antigua. Al saber que los reyes y altos dignatarios se inhumaban con amplios tesoros, se profanaron sus tumbas. Incluso existe un papiro escrito en hierático, el Papiro Abbott, conservado en el Museo Británico, el cual relata el caso de un alcalde corrupto, al que se acusó de formar parte de una trama que se dedicaba al robo de tumbas en la antigua Tebas. Recuerdo con afecto en mis tiempos de estudiante, traducir este singular texto con el gran profesor Don Jesús López, que fue hasta su fallecimiento miembro del CNRS francés.
Ofrendas funerarias egipcias
A partir del siglo primero, y durante la época romana, se extendió con fuerza el cristianismo en Egipto. La nueva fe enseñaba la creencia en la vida eterna y en la resurrección, principios que no fueron difíciles de asimilar entre los habitantes de Egipto, pues eran conceptos que existían en la religión faraónica. Los cristianos egipcios son conocidos con el nombre de coptos, que deriva de la palabra griega Aegyptus, que derivó en gyptus, copto, nombre que dieron los griegos a los habitantes del Valle del Nilo, y que se ha asimilado a los cristianos hasta la actualidad. Durante la época romana los egipcios siguieron cuidando de una forma especial el ritual funerario y sus cementerios. Incluso, en la actualidad, viviendo entre los coptos he podido conocer algunas de sus costumbres en el momento de fallecimiento de un ser querido. La que más me llamó la atención es cocinar durante nueve días la comida que más le gustaba al difunto para compartirla con la familia y amigos. Este hábito es un recuerdo evocador de la comida funeraria faraónica, tradición que se muere en la noche de los tiempos.
Ofrenda de flores para nuestros difuntos
Los primeros días del calendario de noviembre en todas las regiones de España las familias recuerdan con cariño a las personas fallecidas. Llevar flores o rezar en su recuerdo, es un gesto legítimo y hermoso que cada individuo en su intimidad desea vivir, sea cual fuere la condición de sus seres queridos.