LA HIJA DEL DESIERTO, UN LIBRO QUE ME DIO MUCHO QUE PENSAR

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Justo lo he acabado hoy y me quedé un rato pensativo, con la mirada perdida y cierto aire mohíno. El libro es una joya, La Hija del Desierto, la vida íntima de Gertrude Bell, de Georgina Howell, la extraordinaria vida de la mujer que recorrió todo Oriente Medio como viajera, escritora, arqueóloga, espía y política y que todavía aún es recordada en esas arenosas y bellas tierras como la única extranjera que supo entender el mundo árabe y a los Beduinos.

Quedé pensativo y hasta triste, porque el legado de Gertrude apenas se recuerda ya. Yo, que he vivido a través de los telediarios y la prensa la Guerra de Irak, el fin de Saddam, la caída y vuelta de los Talibanes, la Primavera Árabe y las consecuencias que con ello trajo me hizo darme cuenta, aunque hace tiempo ya que lo mantengo, en que no podemos quedarnos de brazos cruzados, pero tampoco sabemos hacer bien las cosas cuando creemos poner fin a un problema.

Oriente Medio es un tablero de ajedrez muy complicado de jugar, y todavía, pese a que el Imperio Otomano desapareció hace casi 100 años, esta región parece no querer estar en paz ni configurarse en unos estados estables y orgullosos de su herencia de más de 3.000 años. Israel, Líbano y Jordania

se mantienen en una relativa y tensa paz, pero en Siria, Palestina, Irak, Yemen, Afganistán y hasta Irán y en el Kurdistán no impera ley alguna, sino la de la sangre y el fuego.

Muy parecida era la situación cuando Gertrude recorrió esos parajes antes de la Primera Guerra Mundial y ella supo que algún día de los despojos del Imperio Otomano surgirían nuevos estados, lo cual es hoy una verdad, pero una verdad que sinceramente, está lejos de ser la que Bell hubiera querido.

Sin embargo, ella hizo todo lo posible por dejar un mundo mejor, creó Irak, ella trazó sus fronteras y las de Jordania, ella trazó el mapa de Oriente que hoy conocemos junto a otro insigne viajero y hasta espía, Lawrence de Arabia, pero Irak fue su proyecto, su vida entera y le dio la vida como una madre que trae a su hijo al mundo por primera vez. En 1921 Gertrude junto a la administración inglesa que ocupaba Mesopotamia junto a las tribus beduinas y el Emir Faisal creó el Reino de Irak y fue la precursora del futuro Museo de Bagdad en donde hay un ala dedicada a su memoria.

Si, ella consiguió que el Emir Faisal fuera elegido Rey de Irak tras un referéndum, y ella se encargó de todos los preparativos para su coronación y como administrar la Corte. Gertrude sería recordada como Al Jattum- la Reina o Dama Noble del desierto, y así siguen llamándola los que a día de hoy en un Bagdad dividido, al igual que Irak, preservan lo que queda de un tiempo ya pasado y pacífico. La obra de Bell siguió adelante, incluso cuando ella ya no estaba, pero terminó en 1958 tras el asesinato del nieto del Rey al que ella ayudó a sentarse en el trono de una tierra de la cual me pregunto si queda algo por salvar al igual que el resto de Oriente Medio.

Como Bell yo miro a Oriente y deseo que vuelva a ser lo que fue en los principios de la Creación, el Paraíso en la tierra.

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