El otro día fue 14 de abril, un día recordado para muchos como la ilusión que pudo, pero no fue, y para otros como el preludio para una gran tragedia nacional. En cualquiera de los casos, fue el mayor fracaso político, social y económico del siglo XX en España.
Es importante dejar de pensar que aquel tema histórico es un tabú para los españoles. Si los mismos republicanos, de derechas o de izquierdas, han dejado atrás los complejos para embellecer ese régimen, nosotros debemos igualmente explicar con argumento el motivo por el que la república en este país no es posible. Ello no debe ser un enfrentamiento, sino un ejercicio personal para cuestionar lo que durante más de 2 décadas nos han impuesto en nuestra educación para no valorar la gran democracia en la que vivimos, fruto del consenso entre antiguos enemigos en 1978.
Pero ¿Qué fue realmente la república para la política española?
Independientemente de la ideología de cada persona, es un hecho que la república fue un preludio violento al derramamiento masivo de sangre entre hermanos de una misma familia que supuso la Guerra Civil.
No entraremos en quién tuvo mas culpa en la guerra, pero sí que abordaremos quién no respetó las reglas de libertad, justicia e igualdad que prometió ese régimen de 1931.
La República Española fue la excusa de ambos hemisferios políticos (izquierdas y derechas) para poder lograr sus objetivos.
La izquierda la utilizó para llegar a una dictadura del proletariado; a la vista está que la misma, en aquella época, distaba mucho de la palabra “democracia”. Es bien sabido que los mismos comunistas veían a la república como una continuación del poder de los burgueses, sucediendo lo mismo con los anarquistas. Sin embargo, los socialistas veían en la república una oportunidad de llegar al socialismo mediante las victorias electorales o a una revolución, lo cual se vio hecho realidad en octubre de 1934.
Para la derecha nacionalista y no nacionalista no fue más que una oportunidad de crecer y tener más influencia en la sociedad, así como conseguir sus objetivos independentistas y de aumentación del poder en el Estado.
En definitiva, ambas caras de una misma moneda, que es España, trajeron ese Régimen pensando más en sus propios intereses que en el interés general de la ciudadanía.
La quema de conventos, los asesinatos de ciudadanos por ser católicos o ser de izquierdas en las calles del país, las amenazas en el parlamento, la matanza de líderes políticos como José Calvo Sotelo, el robo sin previo aviso de tierras por una reforma agraria donde se intento acelerar el proceso revolucionario sin proteger una propiedad privada, la reforma del ejercito del presidente Manuel Azaña, la ley del divorcio, la ley del sufragio femenino que convencieron más a las derechas que a las izquierdas (siendo estas últimas las que en su mayoría votaron en contra) y el descontento intelectual hacia ese régimen hizo que todos los pilares del Estado sucumbieran a un descontrol. Todo se tornó en una catástrofe que no se pudo frenar hasta que un grupo de militares, republicanos en su mayoría, se sublevaran en contra de la misma República.
No es verdad que fueron militares fascistas, porque en los datos históricos el único partido político de “corte fascista”, pero republicanos en su totalidad, era la Falange Española, que apostó por un golpe de Estado dirigido en un principio por un republicano, el general Sanjurjo.
Defendamos nuestra postura con tesón y elegancia, defendamos que nuestro Régimen del 78 es la única vía que tenemos para no volver a cometer el mismo error, defendamos que gozamos de una democracia plena y apostemos por mejorarla aún más.
Contemos cómo llegó la democracia a nuestro país después de cerca de 40 años de dictadura militar, difundamos cómo antiguos enemigos de una guerra civil se abrazaron para sanar las heridas, propaguemos que nuestra constitución fue el consenso de todos los partidos políticos y que fue aprobada por el pueblo español y sancionada por SM el rey Don Juan Carlos I.
La II Republica en España fue más un conjunto de idea pasadas con mucho marketing que la misma realidad que nuestros bisabuelos vivieron en sus propias carnes…
Señores lectores, no tengamos miedo a defender nuestros principios y seamos nosotros los primeros en crear debate político, aceptando la idea del contrario a la par que despertamos el cuestionamiento de sus ideas.
¿Cómo? Pues utilizando la historia, los datos y, sobre todo, haciendo valer nuestro régimen por encima de todo, porque SM el rey Don Felipe VI es el dique de contención actual para no llegar a las ambiciones de las izquierdas, ni a los objetivos de una añoranza sin democracia con un sistema militarizado.
