Lídia Falcón ¡Expulsada!

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Expulsada de Izquierda Unida, creo que, sin escarnio público, pero igual da. La precursora del feminismo en España, la que empezó a dar la cara en medio de la mayor incomprensión, la mía incluida, cuando la democracia española apenas balbuceaba, ha sido expulsada junto con su partido, el Partido Feminista de España, de ese pisto de verduras mal rehogadas y desechos ideológicos en lo que se ha convertido Izquierda Unida. Con el apoyo, supongo, de ese líder de talla inigualable que hoy dirige los destinos de la formación.

Lidia Falcón siempre ha trabajado por la igualdad entre el hombre y la mujer, igualdad que aún tiene camino por delante, y yo confieso que, jovenzuelo entonces, no le otorgué, en el entonces de sus comienzos, ni un mínimo de comprensión. Después llegaría el trabajo con mujeres en las Fuerzas armadas, españolas y europeas, mujeres descomunales que me obligaron a abrir los ojos y reconocer mi falta de empatía, o mejor, mi estupidez. Más tarde, el duro abrirse camino profesional de una hija, me ha hecho beligerante. Estoy con Lidia Falcón.

La lucha del Partido feminista se ha visto ensombrecida por un opa hostil llevada a cabo desde las filas de las nuevas feministas, esas que, desde las calefactadas aulas   universitarias nunca se han visto zarandeadas por el frio de la calle o los empujones de los entonces grises, después maderos y hoy antidisturbios; ellas han saltado sin solución de continuidad del asalto destetado a capillas desguarnecidas a los despachos de ministerios y autonomías. Los acuerdos de gobierno son una mina de puestos y asesores a dedo.

Todo esto sucede bajo la dirección de una consorte que, visto lo visto, cada día me recuerda más a Jiang Quing, la última mujer de Mao, cabecilla de las Banda de los cuatro y responsable de las atrocidades de la Revolución cultural china. Nuestra consorte, como ella, muestra un gran apetito por el mando y la radicalidad que la lleva a expulsar del círculo del poder a todos aquellos que discrepan. Afortunadamente hoy ya no se pueden montar algo como los Procesos de Moscú, no porque ellos no quieran, y así los disidentes, como Lidia Falcón, o como Iñigo Errejón, se salvan de una autocrítica pública antes del pelotón. ¿Será Errejón un remedo de Deng Xiaoping?

El nuevo movimiento, en el que se mezclan, transexuales, lesbianas, u homosexuales, es una amenaza para la mujer feminista, esa que, sólo y nada menos, busca la igualdad de derechos con el varón, y solo parece interesado en apuntalar la posición del gran timonel de la formación, cada día más estalinista, cada día más descarado en sus designios totalitarios en los que, como vimos estos últimos días, hasta los periodistas disidentes son amenazados con la cárcel y es capaz de acusar de machismo a sus colegas de gobierno.

Este fin de semana, en medio de una crisis sanitaria que desaconseja las multitudes, veremos a muchas de esas nuevas feministas, y muchas incautas, desfilar apoyando a los mismos que han expulsado a Lidia Falcón. La precursora que recuerda a Francisco Miranda, precursor de la independencia hispanoamericana entregado por su subordinado Bolívar a las fuerzas de la Corona a cambio de un visado para poder escapar a salvo él y sus secuaces. Como dicen en mi tierra, ye lo que hai.