Mienten cuando dicen lo que dicen de la Transición, el mejor período, junto con la Ilustración Borbónica y la Restauración que España ha vivido en su historia. Mienten sobre la Constitución al decir que no se votó, cuando la votó a favor una gran parte de los españoles y mienten al decir que no vivimos en democracia solo porque el himno es la Marcha Real y la Bandera es la Rojigualda, y no el Himno de Riego ni la bandera tricolor. Mienten solo porque el resentimiento histórico se arrastra como una víbora entre los matorrales, queridos lectores, a espera de dar la dentellada del revisionismo y la reescritura histórica.
Ya lo he dicho varias veces, España es hoy en día como es gracias al legado del 78 y los jóvenes deben de conocerlo, y me inclino a que lo hagan por sus propios medios que por aquellos que dicen educar, cuando en realidad adoctrinan. Opino que la educación autodidacta, sobre todo en cuanto se refiere a la historia de España, es la mejor vía para evitar la vuelta al pasado.
Quiero por tanto pedir a los directores y al Presidente de la HMNE que contacten con aquellos estudiosos de renombre en la materia de la historia de España, para que compartan en conferencias, charlas y hasta seminarios en los colegios, institutos y universidades el legado de la Transición, el auténtico, el que nuestros abuelos y padres vivieron, porque los jóvenes deben de saber que gracias a ese esfuerzo titánico, sacar a todo un país de una dictadura y reconciliar a la sociedad, ellos son la generación más afortunada de la historia de España.
Quede por tanto, que aunque corto, este artículo va al centro de un problema que muchos tratan de aprovechar con un único propósito. El poder y el controlar la historia, solo porque ellos no ganaron una Guerra Civil ni escribieron el capítulo que les hubiera gustado escribir en beneficio de unos pocos y en el suyo propio y en detrimento de la gran mayoría.
Ellos en su arrogancia nos dirían que deberíamos aclararnos, pues la mejor respuesta sería la que llegó a decir Unamuno cuando le decían que no se aclaraba, una respuesta al estilo Unamuniano:
-¿Que me aclare yo dicen? ¡Aclárense ustedes, puñeta. Aclárense ustedes!