La primera vez que Federico García Lorca y yo nos encontramos fue una mañana en que madrugué y no tenía nada que hacer, dado que estaba en casa de un amigo tras una fiesta y el resto dormían aún. Pero por algún giro del destino, El Romancero Gitano cayó en mis manos y ya no pude soltarlo hasta llegar a la última página. No me creo con el don que si tenía Lorca, que fue tocado por la mano divina de Calíope y Erato, las Musas griegas de la poesía y elocuencia, y hasta por la mano divina de Jesucristo, pero he conseguido componer al menos dos poemas en su honor. Que su legado, el cual venció incluso a la misma muerte, y que vive en cada rincón de Granada y en cada uno de sus habitantes, viva por siempre y renazca cual Ave Fénix de sus cenizas.
ECOS LEJANOS ´´Oigo el recitar del verso, que me trae el susurro del lejano y helado viento. Quiero que su alma olvidada y apasionada; sea de nuevo con el rayo de la luz dotada. Quiero que su voz y sus palabras cobren la fuerza y el latir, para de nuevo vivir. Que sus alas sean liberadas y al vuelo se echen`` FEDERICO ´´ El rostro moro, el corazón granadino y de alma gitanillo. Quien compone, canta y la música de la Alhambra en su espíritu siente y baila. El único capaz de ablandar a la pérfida Bernarda. Que tantos amores como Adela sintió en su alma, y sin embargo, esta nunca fue amada. Pues la cruel bala apagó y calló el alma y la voz de Granada, aquella bella pero sangrienta madrugada``