En la ceniza del tiempo
el hombre espera.
Las nubes marcan
extraños señuelos
en planos ocultos.
El ámbar de luna
ilumina el horizonte
moneda insistente
de ascuas fortuitas.
La noche, pelaje azabache
y mirada mansa
se entrega a los sueños.
Sobre la simple mesa
el ábaco desgrana
cuentas de silencios
y las burbujas de aire
en el agua fresca
de un vaso encendido
rememoran ardientes
amores ya idos
mientras la vida transcurre
en planos de olvido.
Mas hay un alerta
que late inconsciente
como pájaro de alas
azules de tiempo
y en la espera mansa
del todo perdido
nace un ansia divina
en un nuevo camino
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