En la ceniza del tiempo el hombre espera. Las nubes marcan extraños señuelos en planos ocultos. El ámbar de luna ilumina el horizonte moneda insistente de ascuas fortuitas. La noche, pelaje azabache y mirada mansa se entrega a los sueños. Sobre la simple mesa el ábaco desgrana cuentas de silencios y las burbujas de aire en el agua fresca de un vaso encendido rememoran ardientes amores ya idos mientras la vida transcurre en planos de olvido. Mas hay un alerta que late inconsciente como pájaro de alas azules de tiempo y en la espera mansa del todo perdido nace un ansia divina en un nuevo camino



