viernes, abril 19, 2024

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Pelayo, el cántabro

Es el señor Revilla, el presidente cántabro, no el de los chorizos, un personaje de límites casi inabarcables, tanto que, por un momento, pensé en titular esta tribuna como “las cosas de Revilla” pero, como al fin y al cabo todos, salvo los héroes, somos finitos, he creído más conveniente encabezarla con el nombre de quien, perteneciendo a esa categoría, ha sido sujeto y objeto de una nueva trapacería del colega de Barbón y de Feijoo.

Se reunieron los tres presidentes en la vecina Liébana para resaltar conjuntamente el camino de Santiago que, conviene no olvidar, tiene grandes connotaciones con las predicaciones del beato en torno a la llegada del apóstol Santiago a Hispania, poco antes de la “milagrosa” aparición de la tumba del mismo en el Campus Stellae. Después vendría la primera peregrinación, desde Oviedo, del monarca que entonces gobernaba todos estos territorios como reino de Asturias, Alfonso II, por lo que hoy conocemos como Camino Primitivo. En fin, pura historia de España y de Europa.

El señor Revilla, de larguísima trayectoria política pues la inició en el Movimiento, aquel artilugio político en el que el general Franco metió a todas la fuerzas vigentes en aquel entonces, desde Falange a los Monárquicos, se caracteriza por el uso de una profunda chistera de la que suele sacar todo tipo de conejos, o esconder cigarros puros, de modo y manera que, a lo largo de los años, mantiene a la audiencia y a los posibles votantes encandilados, esperando a ver qué nueva sorpresa les ofrecerá.

En esta oportunidad se ha descolgado con el origen cántabro de don Pelayo, al que él, superando la infructuosas investigaciones de generaciones de historiadores, ubica en Cosgaya; valle de la Liébana, allí donde la leyenda dice que un desprendimiento acabó con los últimos sarracenos escapados de la encerrona de Covadonga, y otros colocan a Gaudosia, su mujer puesta allí a salvo junto con otras féminas y alguna hueste. Todo es posible en la bruma de los tiempos prehistóricos.

Dicen que Barbón puso cara de egipcio, es decir, de perfil. Es de suponer que no está el tiempo para más líos de los que ya tenemos, pero si Revilla está pensando en generar algún tipo de nacionalismo con nosotros que no cuente, que ya tenemos bastante con lo nuestro; aquí con discutir sobre la cooficialidad ya estamos completos para lo que queda de legislatura; solo nos faltaba entrar también en el asunto del covadonguismo, más rancio y típico del izquierdismo de antes; ahora, con el progresismo moderno, el asunto lingüístico se adapta mucho más a las necesidades políticas.

Revilla bien haría en preocuparse de su vecino oriental, ausente en Cosgaya, que ya pide la declaración de nación para ellos y Cataluña, y de ahí a la autodeterminación de Castro Urdiales, lleno de residentes vascos, hay un suspiro.

más sobre el asunto en https://www.academia.edu/37863760/A%C3%B1o_718_nacimiento_del_reino_de_Asturias_y_de_la_epopeya_de_Espa%C3%B1a

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