Recordé aquella escena de Cuento de Navidad de Charles Dickens cuando el Sr Scrooge recibe la visita de su socio Bob Marley, ya fallecido y arrastrando para toda la eternidad sus cadenas por todos sus pecados y que le previene de su futuro. Tras aquello, llega la visita del Fantasma de la Navidad pasada, y retornamos al pasado del viejo avaricioso. El resto ya es otra historia.
Pues sin duda alguna, se puede decir que los fantasmas del pasado acosan y torturan cada noche al régimen de los Ayatolás, que vive su peor crisis y espero que sea la definitiva, desde la fundación de la república islámica en 1979. Mahsa Amini y las más de 400 víctimas que han muerto desde el estallido de las revueltas ya no son solo un nombre, son un símbolo.
Las mujeres han sacado fuerzas de donde no las hay para arrancarse sus velos y quemarlos como en la hoguera de las vanidades, destruyendo un símbolo de la opresión de este régimen a lo Savonarola, pero eso es solo una parte, pues hace unas semanas la casa natal de Jomeini, fundador de la república islámica y que era un museo, fue incendiada. Sus retratos y el de su sucesor son arrancados, incendiados o acuchillados ya en todas partes del país y Jamenei, el líder Supremo, atrincherado en su palacio presa del miedo y agonizando por la enfermedad que arrastra desde hace 13 años, baraja un exilio en Venezuela, a donde esta semana llegó una delegación iraní a tratar el asunto con Maduro.
Esta semana en la Plaza Azadi, donde se alza la torre que el Shah levantó para celebrar los 2.500 años del Imperio Persa, se manifestaron nada menos que 1.000.000 de personas, y no tardó en llegar la noticia de que el fiscal general había sido evacuado de Teherán con su familia, ante un posible colapso de la capital y ante un posible ataque al palacio del presidente y del Ayatolá. Ahura Mazda mediante será solo cuestión de tiempo. Por el momento la Policía de la Moral ha sido disuelta ante la presión de las calles, pero eso son solo migajas, ya no hay vuelta atrás. Irán necesita un cambio urgente.
Y lo que coronó la guinda del pastel fueron las manifestaciones que tuvieron lugar esta semana frente a varias embajadas iraníes en Europa, aunque el premio se la llevó la de Londres donde los manifestantes proyectaron una imagen gigante del Shah en la fachada del edificio, para susto y regalo de Navidad por adelantado al régimen de los Ayatolás.
Pero mientras el ansiado milagro llega la bestia sigue matando. En las cárceles hay 15.000 detenidos, 21 condenados a muerte y cuatro ya han sido ejecutados esta semana tras una farsa de juicio, solo por manifestarse, solo por defender su libertad. Los verdugos esperan que originando terror la gente se canse, pero ya no tienen poder sobre los ciudadanos, y además, son los verdugos y los Ayatolás los que deberían de tenerle miedo a la gente en realidad, y la postre estas palabras serán hechos.
Siendo hoy el Día Internacional de los Derechos Humanos la ONU debe recordar sus orígenes y los motivos por los cuales se creó, para que cosas como las que están pasando en Irán y hasta en Ucrania, jamás volvieran a suceder.
Si el régimen cae y luego se decide por referéndum una república o la vuelta de la monarquía eso ya será asunto de los propios iraníes, pero si la situación peligrara y para evitar otra Siria, Irak o Yemen la ONU debe hacer como hizo en Camboya en 1993 tras el terror de los Jemeres Rojos y la República Socialista y es establecer un Protectorado para administrar y colaborar con el gobierno de transición que haya. Lo que se llamó también Autoridad Provisional de las Naciones Unidas.
El mandato de la misión establecería un amplio espectro de responsabilidades: la administración civil del país, la preparación de unas elecciones generales y libres, el mantenimiento del orden público, la garantización de los derechos humanos, la facilitación del retorno de los refugiados y exiliados y la liberación de los presos o la mejora de las infraestructuras básicas.
Tengo fe en que un futuro ya cercano Irán podrá recuperar su lugar.