miércoles, abril 24, 2024

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1 y 2 de noviembre, “Todos los santos” y “Fieles Difuntos»

Estos dos días, tan señalados en el calendario católico y otras religiones cristianas, se remontan a tiempos de los druidas. Samhain era el dios de los muertos, celta, y el 1 de noviembre, señalaba el comienzo de su año nuevo.

El papa Bonifacio IV incorporó esta antigua fiesta celta, que figuraba en el calendario romano, para darle un tinte cristiano.

Lo bien cierto es que estas dos fechas calaron fuertemente entre los cristianos y la iglesia católica acordó designar el 1 de noviembre para todas aquellas personas que han fallecido en olor de santidad, aunque no hayan sido beatificadas o canonizadas por la Iglesia, oficialmente. Todos tenemos en el recuerdo, en esta fecha, a nuestros seres queridos, a aquellos que nos han precedido y han significado algo especial. Miles y miles de personas acuden al cementerio, a visitar en sus tumbas, panteones, nichos… a todos aquellos difuntos, para conmemorar el día de Todos los Santos. Los cementerios se ven llenos de flores y de personas: unas rezan, otras, simplemente recuerdan…, yo he llegado a ver casos en los que ponen flores en tumbas que están solas, sin una sola flor…; pero el caso es que esta festividad no ha perdido fuerza. Este día sirve, igualmente, para añorar a los que te protegieron y defendieron; perdonar a los que te ofendieron… en fin, para acercar, de alguna manera, a los muertos.

El 2 de noviembre, sin embargo, sirve para pedir por los “fieles difuntos” ¿quiénes son éstos? Pues los que no han podido entrar en el Cielo, aún, porque no han terminado de purgar sus pecados. Para los no cristianos, son seres que van vagando por ahí, en otra dimensión; para los que sí los somos, son los que se encuentran en el Purgatorio, en espera de poder entrar en el Cielo.

Esta fiesta está vinculada al Diluvio Universal y llama la atención que se celebre en torno al mismo día en tantas culturas y con tantas denominaciones diferentes.

La famosa fiesta de Halloween, estadounidense, revela el mismo origen, es decir, el del dios Samhain de los celtas (que abarcaba Escandinavia, Islas británicas y Europa occidental), quienes apagaban todas las luces, por la noche, para que la muerte pasara de largo y no llamara a sus puertas.

Esta fiesta tiene un carácter lúgubre, desembocando en esta mezcla de culturas paganas y cristianas, que aglutina varias tradiciones, que tienen como denominador común la presencia de la muerte.

Comprobamos cómo se ha convertido en una fiesta de disfraces y de calabazas pintadas; poco a poco, parece que se pretenda quitarle el sentido espiritual, tanto pagano como religioso.

Como estamos en España y con un folklore muy arraigado, yo sigo con mi “Fiesta de todos los santos” y de “Todos los difuntos”. Desde El Monárquico, quiero aprovechar para unirnos, todos los miembros del equipo directivo, a la gran familia de lectores y colaboradores. Un recuerdo especial a todos los que se nos han ido y siguen brillando con luz propia, que nos dejaron una huella imborrable y que un día esperamos volver a ver en el Cielo. R.I.P.

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