jueves, abril 25, 2024

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Cixí la modernizadora

Durante 47 años y pese al reinado de su hijo y de su sobrino sería esta excepcional mujer la que de verdad gobernaría el Imperio del Dragón, si bien tuvo que hacerlo cómo Regente y tras un biombo, la Emperatriz Cixí dejó en sí las bases que definen la China de ahora. Pero por desgracia su memoria ha quedado relegada a la de una déspota racista contra los occidentales y una sanguinaria tirana, cuando en realidad fue justo lo contrario.

La escritora Jung-Chang ha rescatado de los Archivos de Pekín el legado de Cixí, cuyo comienzo fue increíble. A los 15 años entró en la Ciudad Prohibida y fue elegida concubina de 5 nivel por el Emperador Xianfeng y durante los primeros 6 años su suerte no cambió, allí encerrada en el Harén Imperial, pero se esforzó y aprendió la lengua china como la escribían los funcionarios de la Dinastía Qing, de etnia Manchú, además de las doctrinas de Confucio. La vida de Cixí cambió en 1856 cuando dio a luz al Príncipe Imperial que llevaría el nombre de Tongzhi y ascendió a concubina de 2 nivel.

Entonces su suerte cambió a mejor cuando tras el asalto a Pekín por la segunda Guerra del Opio y la huida de la Corte Imperial a la Gran Muralla, su esposo el Emperador Xianfeng murió en 1861, aquejado por una grave depresión y por la derrota en aquella guerra que implicó que China cediera varios puertos a las potencias occidentales. Se formó entonces un Consejo de Regencia, cuyos miembros fueron nombrados por el difunto emperador, pero Cixí no estaba dispuesta a seguir humillándose. Había esperado 11 años y ahora era su turno. Y así, con ayuda de la Emperatriz Zhen, las dos mujeres dieron un golpe de estado respaldadas por el Príncipe Gong, cuñado de Cixí, deponiendo a los regentes nombrados por su marido y haciéndose ellas con el poder. Hasta 1881 cuando murió la Emperatriz Zhen, las dos mujeres trabajaron juntas y gobernaron como Regentes del hijo de Cixí.

China era por aquel entonces uno de los países más atrasados de Asia Oriental. A diferencia de Europa, Estados Unidos y el propio Japón, enemigo jurado de China, el país vivía enclaustrado en el feudalismo. Así que Cixí decidió poner en práctica lo que en Occidente se estaba haciendo, modernizarse todos y todo lo que se pudiera. Su lema sería hacer fuerte a China.

La primera reforma de Cixí, y cuyos frutos fueron positivos, fue modernizar el Ejército. Para 1869 China poseía en su armada al menos 9 barcos de vapor y armamento compuesto de lo último en materia de guerra. Aquel año sin embargo la Regencia de Cixí se vio empañada por un suceso trágico; y es que la Emperatriz se enamoró locamente de uno de sus eunucos. En cuanto la noticia se supo el eunuco fue apresado y ejecutado por decapitación. Aquel golpe afectó a la salud de Cixí que se pasó un mes en cama y enferma, y tras aquello tomó la decisión de no volver a enamorarse nunca más y centrarse en sus deberes de gobernante.

Llegó el momento en que Cixí debería ceder el trono a su hijo en cuanto fuera mayor de edad. Aunque ella como madre del emperador tenía derecho a ejercer en las labores de gobierno, y muchas veces la decisión la tomaba ella tras su biombo dorado que estaba colocado tras el trono de la Suprema Armonía. Pero el reinado de Tongzhi duró solo dos años y fue un completo desastre.

Mientras el Imperio estaba casi en la quiebra él se dedicaba a la música, la Ópera y a frecuentar los prostíbulos y fumaderos de opio de Pekín y el resultado a tanto exceso culminó con su muerte el 12 de enero de 1875 a los 18 años, aquejado de viruela por unos y según otros de sífilis. Tras llorar y guardar luto a su hijo durante 100 días como marcaba el protocolo de la corte, Cixí asumió de nuevo el mando de China.

Necesitaban buscar un nuevo emperador y Cixí eligió a su sobrino Guangxu, de 4 años, a quien adoptó como hijo suyo. Sin embargo, sería Cixí quien gobernaría hasta 1889 y su carácter pro-occidental chocaría con el de Guangxu quien se oponía a que China se modernizara.

Cixí siempre mantuvo buenas relaciones con Occidente, sobre todo con USA, y de hecho llegó a tener asesores americanos que le aconsejaron sobre sus reformas, también fue en USA en donde China estableció su primera colonia y abrió su primera embajada.  Las siguientes reformas de Cixí fueron la llegada de la electricidad, el fin de la atroz tradición del vendaje de pies de las mujeres Han y que estas accedieran a estudios superiores, la instalación del telégrafo, la creación de instituciones educativas occidentales y el final de la atroz condena a muerte por los mil cortes. A finales de la década de 1890 en China ya se habían instalado las primeras estaciones y vías de ferrocarril y poseía su primera bandera nacional, diseñada por Cixí. Todos los decretos fueron firmados por la Emperatriz.

Cixí entonces retomó el poder en 1898 tras 9 años de retiro, pero aquel mismo año descubrió un complot para asesinarla, orquestado por Japón y por el propio Emperador Guangxu, por lo que Cixí tras mandar ejecutar a los conspiradores, mantuvo bajo arresto al monarca en el palacio de verano, al lado de la Ciudad Prohibida.

Sin embargo, el odio a los extranjeros ´´Los Demonios Blancos« como los llamaban los ultra-conservadores, germinó en el Movimiento de los Bóxers de 1899-1900, los cuales se dedicaron a quemar misiones cristianas y asesinar a los políticos y embajadores occidentales que apoyaban a Cixí. Los Bóxers exigían volver a la pureza china de antaño y para reclamar una venganza justa atacaron el barrio occidental de la capital china; en el cual sus habitantes se atrincheraron con ayuda de los ejércitos europeos que les hicieron frente. Dio comienzo al famoso capítulo de los 55 Días en Pekín. Por desgracia Cixí, que apoyó la idea de los Bóxers de que China fuera de los chinos, pero sin derramar sangre y aprendiendo de Occidente vio cómo se volvía contra ella los que antaño eran sus aliados. A principios de 1900 casi toda la costa de China era de Alemania, USA, Francia, Rusia y Austria-Hungría y era solo cuestión de tiempo que los Imperios Centrales de Europa se repartieran el pastel, algo que la emperatriz no estaba dispuesta a permitir y por eso apoyó a los Bóxers. Aquello fue un craso error cuando vio la matanza que se había germinado con ello.

El 15 de agosto de 1900 Cixí, el emperador Guangxu y la corte imperial huyeron de la Ciudad Prohibida ante el asedio de las tropas occidentales y se exiliaron en la Provincia de Shaanxi, en la ciudad de Xi’an. Cixí eligió ese destino porque había sido la primera capital del Imperio Chino.

El exilio de Cixí duró 2 años. En ese tiempo Pekín fue tomada por las potencias occidentales y la Rebelión de los Bóxers fue aplastada ¿Pero ¿qué hacer con la Emperatriz? Muchos barajaron la posibilidad de apresarla y reponer a Guangxu en el trono, Japón esperaba por supuesto que fuera así, de esa forma controlaría China mediante ese emperador-títere. No obstante, Cixí era más fuerte que nunca y decidió dar ella el primer paso. En 1901 publicó el Decreto de Arrepentimiento en el que se mostraba como la responsable de todo lo sucedido con los Bóxers, porque si hubiera sabido lo que iba a pasar, jamás los habría apoyado, por lo tanto, la culpa era suya. El Decreto fue leído por los militares que ocupaban Pekín y decidieron perdonar a Cixí y devolverle el trono.

Tras su regreso a Pekín, Cixí se reconcilió con los occidentales y aceleró la modernización de China. En 1903 llegaron el cine, el automóvil y también el teléfono. La emperatriz empezó a organizar recepciones en los jardines de la Ciudad Prohibida, donde invitaba a las esposas de los diplomáticos extranjeros. Se dejó retratar por artistas occidentales y uno de sus cuadros se expuso en una gran exposición en USA en 1904.

En 1905 se abolieron los exámenes imperiales y se creó un ministerio de educación y un sistema de educación primaria, secundaria, y terciaria según el modelo japonés. Ese mismo año Cixí anunció su mayor reforma: Convertir China en una monarquía constitucional, para ello mandó a varios de sus políticos a Europa para estudiar sus sistemas, y ver que ejemplo les podía servir. A la vuelta de esta delegación en 1906 Cixí promulgó los «Principios de una Constitución», a fin de convertir el estado en una monarquía con un parlamento que había de ser constituido en 1917. Aprobó así mismo la reforma del ejército, acabando con el predominio manchú.

No obstante, el emperador Guangxu era un problema, porque si sobrevivía a Cixí entonces Japón invadiría el país, las reformas se quedarían en nada y probablemente hasta los republicanos aprovecharían para derrocar a la Dinastía Qing. No, Guangxu no podía vivir más que Cixí.

Cixí no quería rendirse, pero su cuerpo se estaba apagando. Cumplió 73 años en 1908 y aún estando gravemente enferma, no dejaba de trabajar, sobre todo en la monarquía constitucional que quería dejar establecida para asegurar la continuidad del trono.  Sin embargo, presintió que pronto iba a morir y decidió dejarlo todo listo. Lo primero que hizo el 14 de noviembre fue envenenar al emperador Guangxu y nombrar al Príncipe Puyi, de 2 años, nuevo emperador de China. En la madrugada del 15 dictó su testamento y falleció a las dos de la tarde de ese mismo día.

Cixí fue enterrada en los Mausoleos Qing al lado de su esposo e hijo, pero ella ya lo sabía. Sabía que mientras ella viviera el Imperio estaría a salvo, pero cuando ella muriese podía ser cuestión de poco tiempo que todo aquello terminara en nada. La profecía de Cixí se cumplió en 1912 cuando estalló la Revolución China que acabó con los 2.000 años de monarquía en el país y dio paso a la República. Pese a ello, la Familia Imperial pudo seguir viviendo en la Ciudad Prohibida hasta 1924. 

En 1928, 20 años después de morir Cixí, las tropas republicanas profanaron su tumba y se llevaron sus joyas dejando su cuerpo al descubierto. Posteriormente fue restaurada.  En 1931 Japón invadió Manchuria y posteriormente China en 1937. Todo lo que se evitó en tiempos de la emperatriz no se pudo evitar en tiempos de la república.

La China republicana terminó oficialmente en 1949 con el ascenso de Mao al poder. A diferencia de Cixí, quien se arrepintió y pidió perdón por sus errores, Mao no pidió perdón a nadie. Su gobierno del terror duró 27 años y asesinó a 70.000.000 de personas.  A día de hoy su imagen y cuerpo son venerados en Pekín y en toda China, bajo el falso título de ´´PADRE DE LA CHINA MODERNA´´ Ese título le valía en realidad a Cixí, quien por su férrea defensa del Imperio pasó a ser conocida como la Emperatriz-Dragón. Un título digno para quien rigió el país de la Paz bajo el Cielo, del Señorío de los 10.000 años, del Hijo del Cielo y de la Suprema Armonía.

Final conde

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