miércoles, abril 17, 2024

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Brasil, 200 años empañados

Este pasado 7 de septiembre Brasil celebró su bicentenario de independencia de Portugal en 1822. Pero ¿sabían que pese a convertirse en un país independiente mantuvo a la Casa de los Braganza y se constituyó en un Imperio? No en una república. Pues sí, Brasil tuvo emperador, dos de hecho.

Pedro I y Pedro II, este último fue el mejor, aunque también el más desdichado, porque pese a sus 58 años de reinado que fueron los más prósperos, el régimen que lo sucedió empañó su imagen y además fue derrocado en su momento de mayor popularidad. Lo sorprendente es que no hizo nada por intentar salvar el trono, tanto por evitar una guerra civil como por el desánimo en el porvenir y las pérdidas familiares que había sufrido en esos años.

Aún así, sinceramente, el período de 1822-1889 en el que duró la monarquía fue el mejor de todos, digan lo que digan. Bajo Pedro I Brasil se tornó en país, pero una vez que tuvo que abdicar en su hijo de 6 años el desarrollo fue ya un hecho y se adoptó una constitución. Si bien Pedro II tuvo que esperar a ser proclamado mayor de edad con 14 y ser coronado con 15, una vez que asumió las riendas del estado, el país se convirtió en una potencia desarrollada, muy por delante del resto de los países sudamericanos y hasta de algunos europeos.

Estos fueron algunos de los logros sobresalientes del Imperio Brasileño bajo Pedro II.

  1. Construcción de ferrocarriles, lagos artificiales, concediendo títulos de nobleza, adquisición de maquinaria y aprobación de leyes que amparaban a los indígenas y sus zonas de hábitat.
  2. Construcción de escuelas, universidades, hospitales, museos y academias. Bajo su reinado la capital, Río de Janeiro, se convirtió en una de las ciudades más bellas y desarrolladas del país y a la altura de París y Londres, con alcantarillado, agua potable, zonas verdes y electricidad y calles asfaltadas.
  3. El emperador odiaba el lujo, lo consideraba un robo a la nación, por ello a partir de 1852 ya no hubo ni más bailes ni más fiestas. Pedro II vestía siempre un sencillo frac negro y sin nada de pompa, salvo el traje imperial con la corona, el cetro y el manto cuando presidía la apertura del Senado y el Parlamento. Redujo además los gastos de la Familia Imperial. Se negó a aumentar su partida presupuestaria (800.000.000 de reales al año) que se mantuvo estable desde 1840 y pasó a representar de un 3% a un 0,5% del gasto público en 1889.
  4. Brasil era el único país que no había abolido aún la esclavitud, práctica que el emperador aborrecía y se propuso abolirla. En 1871 consiguió que se aprobara la Ley de Vientres, promulgada el 28 de septiembre de ese mismo año, por lo que a partir de esa fecha se consideraban libres a todos los hijos e hijas de mujeres esclavas nacidos a partir del 28 de septiembre. Finalmente en 1888 y pese a la resistencia de los dueños de plantaciones esclavistas de café, la esclavitud se abolió definitivamente en el Imperio Brasileño.

Las élites intelectuales, los esclavos liberados y gran parte de la población aplaudió este hecho. Nunca antes la Familia Imperial gozó de tanta popularidad y apoyo como aquel año de 1888, encontrándose solo con el rechazo de los ricos terratenientes, que viéndose sin esclavos mostraron un odio acérrimo al emperador. Curiosamente, estos terratenientes fueron los mismos que el 15 de noviembre de 1889 apoyaron el golpe de estado por una parte del ejército, y que acabó con la monarquía e impuso una república dictatorial.

Podía haber mostrado resistencia, pero las palabras de Pedro II al saber del triunfo del golpe fueron:

-Si es así, me iré; he trabajado bastante y estoy cansado y me voy a descansar.

Hubo una resistencia monárquica significante tras la caída del Imperio, que siempre fue reprimida. También se produjeron disturbios contra el golpe, así como batallas entre las tropas monárquicas del ejército contra milicias republicanas. El nuevo régimen suprimió con rápida brutalidad y con total desdén hacia todas las libertades civiles cualquier tentativa de crear un partido monárquico o de publicar periódicos monárquicos.

Pedro II vivió los dos últimos años de su vida en París, en modestos hoteles y con escasos recursos económicos, dado que todas las propiedades de la Familia Imperial fueron confiscadas. Su esposa, la emperatriz Teresa Cristina, murió a los pocos días de abandonar el país y en Oporto, Portugal, donde los habían acogido sus parientes regios. La muerte de su esposa deprimió aún más al ya anciano emperador quien se marchó a Francia mientras el resto de la familia se quedó en Portugal. El régimen republicano que siguió al derrocamiento de la monarquía se reveló sumamente inestable.

En poco más de un siglo de existencia, la República Brasileña enfrentó doce estados de emergencia, diecisiete actos institucionales, seis disoluciones del Congreso Nacional, diecinueve revoluciones militares, dos renuncias presidenciales, tres presidentes impedidos de asumir el cargo, cuatro presidentes depuestos, siete constituciones diferentes, cuatro dictaduras y nueve gobiernos autoritarios.

Pedro II murió en París en 1891 con 66 años de una neumonía, pero hasta 1921 sus restos y los de su esposa no fueron enterrados en la Catedral de Petrópolis, en Río de Janeiro, solo pudo ser cuando se levantó el exilio a los Braganza en los años 20.

Este pasado 7 de septiembre el corazón embalsamado de Pedro I, su padre, fue llevado a Brasil para las celebraciones de los 200 años de independencia. Sin embargo, ya lo digo, se vieron empañados por la sombra de Bolsonaro, un venido a menos que nunca estará a la altura de Pedro I y Pedro II. Ha sido un 200 aniversario sin pena ni gloria.

En los últimos años, esa nostalgia monárquica en el país sudamericano ha crecido notablemente, quizás por el desarrollo que hubo, los avances sociales y el respeto que Pedro II aún tiene entre los historiadores y algunos políticos. Solo en 1993 hubo un referéndum en el que ganó el sí por la continuidad de la república, pero de hacerse otro ahora ¿Cuál sería el resultado?

Mis felicidades a Brasil por este 1822-2022, pero sinceramente, yo saco la bandera monárquica, porque fue la que ondeó aquel 7 de septiembre de hace 200 años.

Pedro II el Magnánimo

Viva o Império do Brasil!

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