CELEBRAR ESTE AÑO 2020 LA NAVIDAD

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La Navidad es la fiesta más universal y entrañable. Y es también una fiesta de inefable gozo; una fiesta tan dichosa, tan dichosa, que sin ella el mundo no tendría sentido para los cristianos; porque en la Navidad festejamos el nacimiento de quien vino a traerle al mundo la salvación. Pero, ¿cómo poder conjugar esta alegría de la Navidad con la realidad de un mundo repleto de desastres, de rencores, de envidias, de inconfesables ambiciones y de anhelos malvados? Un mundo estremecido por el terrorismo, el fanatismo, la pobreza, la emigración, la guerra… Un mundo conmovido este maldito año 2020 por todas las fatales consecuencias sanitarias, económicas, culturales y sociales con las que la covid-19 nos golpea.

¿Tiene sentido, pues, celebrar con alegría la Navidad este año, a pesar de tanto dolor, tantos sufrimientos e injusticias como asolan al orbe?

Precisamente, porque celebrar la Navidad de Cristo es una invitación a la reflexión profunda, al examen de conciencia, al tranquilo repaso de nuestra propia vida. Celebrar la Navidad de Cristo es recordar que hemos de esforzarnos en mejorar día a día, ya que siempre habrá metas que alcanzar más allá de la meta, si somos capaces de avanzar teniendo constantemente presente el mensaje de Jesús, porque Él es Camino, Verdad y Vida, algo que no es una utopía irrealizable. Y, aunque es evidente que el mal existe en el mundo, como evidencia de forma terrible, por si alguien lo había olvidado, la pandemia de la covid-19, también existe el bien, la bondad, siendo numerosos los ejemplos que nos ayudan y nos consuelan si sabemos encontrarlos entre la maraña de escándalos, de corrupciones, de engaños, de odios que los ocultan y que, tantas veces también, ocultan el auténtico sentido de la Navidad de Cristo, que incluso este año querrán celebrar algunos con despilfarro y juergas, con consumo alienante, con frenéticas ansias de insana diversión, hasta convertir los inmarcesibles valores de fe, de emoción, de afecto, de tradición, de familia, de raíces populares que la Navidad entraña, que la Navidad compendia y que la Navidad transmite, en unas fiestas desquiciadas sin ningún sentido para ellos.

Los belenistas sabemos que el belén difunde un mensaje que nos habla de humildad, como la de María aceptando la voluntad de Dios, ahora que sólo impera el afán de éxito, de triunfo, de imposición de nuestros intereses, pese a quien pese y caiga quien caiga. Un mensaje que nos habla de amor sincero, como el de María y José, como el de los pastores o los Magos, ahora que sólo el hedonismo está de moda. Un mensaje de sacrificio y resignación valerosa, como el de los Santos Inocentes, o el de la Sagrada Familia huyendo a Egipto, ahora que tanto cuesta a veces comprender la realidad de la emigración. Un mensaje que nos habla de hogar, como el de Nazaret, ahora que la familia está en crisis.

Y la necesidad de sentir el mensaje de paz y ternura que el belén transmite es lo que hace que todas las Navidades miles y miles de personas visiten las exposiciones realizadas por las asociaciones de belenistas y que la Asociación de Belenistas de Alicante haya instalado también belenes en el Ayuntamiento, en la plaza de La Montañeta, en el Centro Comercial Gran Vía, en la Audiencia Provincial de Alicante y en la Diputación Provincial, para esparcir la buena nueva del amor de Dios que nace para todos, invitándonos a poner en práctica en nuestra vida el testimonio de humildad, de fe, de amor sincero, de familia y de sencillez que la Navidad nos ofrece.

¡Hagamos que en la Navidad de este funesto año 2020 no nos falten la esperanza, la confianza y los ánimos para esperar una próxima solución a los desgracias con que la covid-19 nos golpea!

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