Durante los años en que los terroristas vascos se encontraban más fuertes, y el Estado más débil, era habitual que llegado el verano llevasen a cabo una serie de atentados en las costas mediterráneas, con el fin de amedrentar a los posibles turistas y de esa forma lesionar los intereses económicos de España.
Costó años acabar con aquellas barbaridades, un trabajo cuyo esfuerzo principal realizaron los Servicios de información de la Guardia Civil. Unos estragos que tenían eco inmediato en las primeras páginas de la prensa sensacionalista británica, que describía la situación como dramática aunque la realidad fuese no tan preocupante, y del propio gobierno de los hijos de la Gran Bretaña, que solía apresurarse en desaconsejar el viaje a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores. El resultado siempre era el mismo, una caída en los flujos turísticos y con ellos de los ingresos económicos.
En este año aciago del Covid acabamos de encontrarnos con una situación parecida aunque en esta oportunidad no son los tabloides ingleses quienes toman la iniciativa sino el propio gobierno de las Islas; y lo hacen de forma más radical pues declaran una cuarentena para todos aquellos que regresen al Reino Unido desde la Península, algo que, sin duda, anulará muchos planes de viaje que ahora buscarán otros destinos. La medida se adoptó anoche, sin alerta previa ni tiempo para cambiar de ruta a todos aquellos que, en las dos direcciones, iniciaban sus periplos. Una faena.
Los británicos dejan cada año en España más de 8500M de euros, son más de 18M de viajeros, es decir, el mayor emisor individual de turistas hacia España y su ausencia hará que muchos de los pequeños negocios que a duras penas aguantaron el confinamiento, esperando resarcirse en la campaña de verano, se vean abocados al cierre definitivo. Y todo ello en medio de las preguntas, sin respuesta, que muchos se harán buscando una explicación para este desastre. Pero no la hay ¿O sí?
Entre el Gobierno español y el británico hay varias coincidencias. La más festiva es que ambos presidentes son unos hijos de…, en el caso inglés, John-son, hijo de Juan, y en el español Sánch-ez, hijo de Sancho, ambos son clásicos apellidos patronímicos, pero las coincidencias serias van más allá. Ambos se encuentran dirigiendo los gobiernos que peor han actuado ante la crisis, van segundo y tercero en la lista de muertos por millón, tras Bélgica que se distingue por la seriedad en el computo de fallecidos por Covid.
Una triste coincidencia la de Londres y Madrid que no oculta el paralelismo con aquellas campañas de los terroristas vascos.