«Los problemas son la sal de la vida», ya lo he dicho en otras ocasiones, esta sal se refiere a una gracia como cualidad sabrosa, ante esos momentos de adversidad en el que hacemos una montaña de un grano de arena. Lo que hemos de tener claro es que un sentimiento es la reacción a un pensamiento. Porque sentimos lo que pensamos. Ante este hallazgo hemos de procurar pensar «sano», es decir, positivo y con provecho. Porque al ser pesimista, algunas personas lo son por naturaleza, lo pasan mal. Existen varios libros de cómo suprimir las preocupaciones, éstas son como los picores de la piel, nunca acabarás con ellos por mucho que te rasques o de pongas pomadas: los libros no solucionan los problemas sino las actitudes, y la exposición a los hechos. La mayoría de los problemas nos los buscamos nosotros en nuestra mente, otros son impuestos por el trabajo o por órdenes superiores. He conocido a personas que son tan ingenuas que nunca tienen problemas, ¿acaso es que no los ven?, por lo tanto disimularlos es un buen procedimiento.
El problema de los problemas, valga la redundancia, es que por mucho que te preocupes, no vas a solucionar nada, y por el contrario si estás dándole vueltas en la cabeza y amargándote los días, aumentarán, hasta que se solucionan, porque todos los problemas tienen su resolución, puede que no sea al gusto de uno, o al 60 % de otros; pero acaban solucionándose como las bolas de billar que empiezan dándose golpes entre ellas y al final todas terminan en la cesta. A veces, es cuestión de dialogar, lo que se llama negociar, donde la parte contraria también ha de llevarse su satisfacción, o su ganancia. Si no afrontas los problemas no acaban por solucionarse nunca.
Decir adiós a los problemas podría suceder si tienes paciencia, los estudias detenidamente y pruebas a hacer algo, o llamar por teléfono a un amigo y pedirle una opinión, porque muchos problemas se solucionan con el trato directo con las personas que más han vivido. Este sistema siempre es eficaz, porque por cortesía te van a escuchar y al escuchar, tus propias neuronas, ellas se activan y se interrelacionan. Te darán una respuesta, la que sea y a partir de ahí ya tienes otra vía de investigación. Si esto no funcionara pide consejo a la familia, al experto, al amigo.
Los problemas no se solucionan solos, sino que hay que interactuar, a veces una confrontación, es posible que incluso una riña dé pie a conocer mejor a la otra persona y su carácter. Me refiero a los problemas de pareja, como una falta de comunicación, de hablarlo en la intimidad, y siempre a solas, no en grupo. En las películas siempre sale la frase que uno le dice al otro «Tenemos que hablar». Es frase para decir algo importante, avisando. Nunca hay que usar la violencia, por lo que se llama coloquialmente «salir por la vía Tarifa», sino por el entendimiento y la comprensión y tratar los asuntos de una forma civilizada y hablando. Romper platos no es propio de personas maduras, ni sanas mentalmente.
Pensar a largo plazo, en el futuro lejano, siempre es proponerse o plantearse un problema innecesario, porque hay que esperar acontecimientos que pueden cambiar de un día para otro. El trabajo y el dinero nos preocupa mucho, pero los problemas económicos no son problemas sino falta de liquidez y nada más.
Otras personas, menos sensibles, pasan de responsabilidades, pero esto tampoco puede ser porque todos hemos de dar satisfacciones a las incógnitas que se nos presentan en el cotidiano vivir. Las parejas se confrontan continuamente porque no se conocen entre ellos. Cuando no veas soluciones pregunta a un amigo, y a lo mejor tiene una respuesta semejante. Porque en la vida todos sentimos y pensamos de la misma manera. Otras veces, uno piensa en lo peor cuando un familiar emprende un viaje en coche o en autobús, o está enfermo, te preocupas porque es natural que así sea, luego resulta que no ha pasado nada y no era tan grave. Preocuparse es lo más normal pero sin llegar a la paranoia.
La mente nos traiciona constantemente, mostrándonos imágenes de un terrible suceso, y luego dará como resultado que únicamente era un producto de la imaginación. Nada es terrible. Y si uno pierde en una lid, debe abrir su zona de olvidos, y allí guardarlo sin rencor, porque el rencor o el no perdonar, es lo que causa la repetición de la imagen de los problemas pasados y desagradables. La técnica hawaiana del Ho’oponoponosignifica corregir un error y da nombre a una filosofía de vida que procede de Hawái, y que se basa en un proceso de arrepentimiento, perdón y transmutación, que permite realizar una limpieza mental de los pensamientos y sentimientos negativos para eliminar los bloqueos y recuperar la paz interior.
Y si llegaran las desagradables imágenes de una riña o de otra situación comprometida, en lugar de luchar contra ella, la dejas pasar, y ella sola, como un terrón de azúcar se diluirá en el tiempo.
Sobre lo de pedir consejos tanto a un familiar, yo tuve la suerte de tener un padre, José Ramón, muy sensato y experimentado en los azares de la vida, que, además, tenía la misma profesión que yo, además, como he comentado, estuvo en la guerra civil con dieciocho años. Ha sido su centenario pues había nacido en 1920, q.e.p.d., me ayudó a solucionar muchas preguntas.
La edad es una fuente de sabiduría, una práctica que hoy día no se valora suficientemente, como se debiera. Quizás porque lo problemas son otros diferentes a generaciones pasadas. Pero la vejez es siempre una fuente de sabiduría. Intenta ser el que más sabe de tu oficio, de tu parcela laboral o artística, aprendiendo los reglamentos de la institución y verás los cambios favorables que experimentarás. Cuanto más sepas, menores serán tus preocupaciones y di adiós de tus problemas.