domingo, 9 febrero, 2025

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De Lázaro a Franco

Si Jesucristo tardó cuatro días en resucitar a Lázaro, Pedro Superstar lo ha superado con creces con Franco. Primero, lo sacó de la tumba y lo paseó por los cielos en helicóptero. Después, lo ha resucitado tras medio siglo de abandonarnos, para que vuelva un año a nuestras casas a través de la caja tonta. Es el antifranquismo retroactivo, que dijera Leguina y que Sánchez administra en forma Autos de Fe. Al igual que los propósitos de la Inquisición no eran salvar el alma de los condenados sino garantizar el bien público extirpando la herejía, lo que pretende Sánchez es eliminar la fachoesfera.

Nuestro indocto presidente no sabe que a la muerte de Franco le sucedió la Transición, que duró unos años y que no fue tan tranquila como se suele pintar. Entre ETA, los grupos de extrema derecha e izquierda y la propia Policía, se llevaron la vida de quinientos españoles y sufrimos un intento de golpe de Estado.

Es muy posible que si el rey Juan Carlos, proclamado por las Cortes, no hubiera cedido el poder que se puso en sus manos al pueblo soberano, puede que estuviéramos todavía aquí esperando la muerte del viejo y achacoso Rey, para ver si a su heredero Felipe, se le ocurría cedérnoslo. Porque Franco murió en olor de multitud y la débil y reducida oposición se había mostrado incapaz de demoler el aparato del Estado. Éramos pocos y existían amplias capas sociales que se encontraban cómodas prosperando en el tardofranquismo. La libertad llegó, no por la acción del PSOE, que volvía de unas vacaciones de cuarenta años, ni de los comunistas, que estuvieron siempre al pie del cañón. La trajo el Rey Juan Carlos, cabeza de la monarquía restaurada por Franco y hoy borrada su gran obra política, los reformistas del régimen, que en 1977 arrasaron en las urnas, liderados por Suárez, a los que se sumó la oposición democrática con algunos recelos.

De aquel proyecto común de país que surgió esperanzado de la CE 78, hoy queda poco. Dirigido por la peor clase política de este medio siglo, que tan estúpidamente conmemoran, lo ha pervertido y traicionado. El país está más divido y enfrentado que nunca, azuzado por el odio, no existe un proyecto en el horizonte y, si se vislumbra alguno, es el de la desintegración.

Julián Delgado (escritor)

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