El arte de pactar

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A vueltas con el debate de la Sexta celebrado a cuatro bandas, el pasado 7 de diciembre

Por Rafel Calle

Desde luego, no soy capaz de decir que la Sexta preparó el debate del pasado 7 de diciembre, para que Pablo Iglesias se luciera, porque ni lo sé ni me gusta imaginármelo, pero lo que me resulta claro es que el formato del careo elegido, se ajustó como un guante a las prestaciones que domina el líder de Podemos. Pablo está muy acostumbrado a ser el centro de atención del auditorio; bolígrafo en ristre, como si del profesor y sus alumnos se tratara, dio todo un curso de incursiones de timbre paternalista dirigidas, sobre todo, a Pedro Sánchez. «Tranquilo Pedro, no te pongas nervioso»; «Pedro, tú lo quieres hacer bien, pero en tu partido no te lo permiten«, expresiones de Iglesias dirigidas a Sánchez que vinieron a decir que Pedro sentía temor, estaba apabullado y que era una buena persona pero que no le hacían caso ni en su propio partido.

Si Pablo Iglesias quería comerle terreno a Pedro Sánchez, no hay duda de que lo consiguió. Otra cosa es que Iglesias sea un orador realmente consistente; por lo visto en el debate de marras, tengo muchas dudas puesto que su actuación estuvo trufada de gazapos, tres o cuatro de ellos bastante considerables (la frase que le atribuye a Churchill, el supuesto referéndum de autodeterminación andaluz…); se me ocurre que si Pablo en el Parlamento no es más riguroso con lo que dice, le darán coscorrones por todos lados, ya que allí los oradores recibirán información de sus meteduras de pata y le podrán replicar convenientemente.

Hablando de Soraya Sáenz de Santamaría, me parece el valor con más futuro del PP y, desde luego, pienso que fue un acierto que sustituyera a Rajoy, porque el debate solo podía perjudicar a su jefe -cuando no hay nada que ganar, las pérdidas son seguras-, y, además, la maniobra desubicó a sus adversarios, que se pasaron el evento buscando cómo dirigirse a la vicepresidenta en funciones. Por su parte, Soraya estuvo muy templada, supo capear el temporal de las corruptelas en su partido, y asumió un papel casi conciliador, entre otras cosas, porque sabe que los pactos serán imprescindibles para gobernar.

En cuanto a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, fue quien más incómodo se sintió con la puesta en escena; de pie, sin atril, a cuatro bandas, sin poder tomar apuntes, sin poder consultar, en ningún momento logró encontrar las manos, los brazos, la postura del cuerpo, los movía constante y exageradamente. Añadamos a ello la gran responsabilidad que sorpresiva e inesperadamente se le ha venido encima al tomar consciencia de que en su primer año entre la élite política, tiene todos los boletos para ser la llave de la gobernabilidad en los próximos tiempos, y tendremos un Albert presionado, dubitativo, sin el poder de convicción que ha demostrado tener durante los últimos meses.

Con todo, a mi juicio, Albert Rivera no perdió crédito en el susodicho careo o, por lo menos, se salvó de naufragar, si bien, es muy posible que vea detenida su ascensión; por otro lado, a priori, que tenga la llave del próximo Gobierno, constatando las posibilidades que se desprenden de las encuestas, es lo mejor que le podía pasar a nuestro país, porque me parece que Albert está por la labor de facilitar grandes pactos en los importantísimos asuntos que se le presentarán al próximo Ejecutivo. El movimiento separatista de Cataluña, posicionado al margen de la ley, pero que ya cuenta con la mitad de los catalanes, por tanto, es un tema jurídico pero también político que debe ser resuelto como cuestión de Estado. Otra prioridad es Educación, que debe dilucidarse, una vez por todas, con la voluntad de todos los españoles, es decir, asunto de Estado. Y lo mismo ocurre con el aborto, no puede ser que una cuestión tan importante, que está en el meollo de muchas sensibilidades, se decida y/o se cambie según el color del partido de turno, es pues, un tema de Estado. Añadamos el terrorismo, inmigración, corrupción, mercado de trabajo… y lograremos presentar una lista de problemas de alta complejidad, que habrá de resolver el próximo Gobierno.

Y bueno, para que se enfrenten a semejante panorama, parece ser que tendremos, por la derecha, la juventud de Albert, como la opción, hasta ahora, más en alza entre todos los candidatos, y la madurez de un Rajoy que se las sabe todas y que según todos los vaticinios, será el que consiga más votos. Y por la izquierda, dos jóvenes promesas, Iglesias, con talento para llegar a ser un buen político, pero cautivo de su propio mensaje, demasiado «informal», tanto en el fondo, cuanto en la forma, y Sánchez, que, si le dan tiempo y respaldo, quizá podría llegar a ser un elemento válido para la izquierda moderada, pero que ahora mismo no sabe ni dónde ni cómo posicionarse y ello, sin duda, le supone un coste muy elevado, sus contrincantes lo han advertido y se están aprovechando por medio de continuas descalificaciones unas veces más directas y otras más sibilinas, pero todas muy gravosas tanto para Pedro como para el PSOE.

En fin, según todos los sondeos, el Pueblo quiere pactos; la voluntad del Pueblo está ahí. Confiemos en que los elegidos para pactar no defrauden a sus compatriotas y sean conscientes de los gravísimos problemas que esperan soluciones urgentes. 

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Rafel Calle

Director de El Monárquico.

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