sábado, abril 20, 2024

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El medio es el mensaje

Marshall Mcluhan fue un erudito canadiense del pasado siglo que investigó y filosofó profusamente en relación con el nuevo mundo –entonces- de los medios de comunicación. Él fue quien acuñó el término de “aldea global” y también la máxima de que “el medio es el mensaje”.

Estos últimos días los medios audiovisuales nos lo han recordado de forma casi obscena con ocasión de la erupción volcánica de la isla de La Palma. Allí, una vez iniciada la actividad y la colada de lava, se han dado cita una serie de caras, las más conocidas de nuestras cadenas televisivas, en un esfuerzo no ya de comunicar, algo que perfectamente podían llevar a cabo, y de hecho lo estaban haciendo, los periodistas de las delegaciones canarias de esos mismos medios, sino de transmitirnos, a los televidentes que el medio y el mensaje son la misma cosa. El volcán allí seguirá, seguirá también el flujo de lava y la destrucción de haciendas y medios de vida, algo que esos territorios, conocidos como “malpaís”, llevan labrado en su morfología, pero tan pronto como los medios detecten un bajón en el interés informativo, por excesiva duración, o por finalización de la erupción; o la inexorable globalidad genere otro punto más importante del interés de esos mismos medios, los palmeños quedarán relegados en la parte profunda del torrente informativo, esperando por unas ayudas que se retrasarán en el tiempo y, para algunos, quizás no lleguen nunca.

La mayor parte de esas caras conocidas, antes bustos parlantes y desde hace algún tiempo paseantes en el estudio, desaparecieron con la llegada del primer fin de semana, dejando paso, en algunos casos, a figuras de segundo nivel; la vida en el medio, como en todas partes, también está jerarquizada. A mi todo esto, tal vez  por lo reciente de la última crisis, la de Afganistán, me ha dejado un cierto regusto amargo. 

En Kabul asistimos a un soberbio ejemplo de falta de previsión nacional –algunos países, como Italia, llevaban tres meses preparando la operación de evacuación- que se pudo maquillar convenientemente con la entrega de un puñado de militares y policías allí destacados, y también, por qué no decirlo, con la cooperación de los medios, interesados en pasar página rápidamente porque allí, en Kabul, no había medio ni por tanto mensaje, al menos por parte española. 

Qué bonita es La Palma, que impresionante espectáculo nos ofrece el volcán, hasta la ministra del ramo turístico, en un ataque irrefrenable de incontinencia verbal, nos la ofreció para un próximo y soleado futuro. Una pena que el medio, trasmutado en mensaje, nos oculte, o nos escamotee, en la mayoría de las ocasiones, lo importante, la información. 

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