Nunca he visto la espada de Damocles tan a punto de desprenderse de su fino hilo y clavarse en el corazón del Levante Mediterráneo Oriental, pero ya es prácticamente la región entera. Enfrentamientos no por religión, esa es la típica excusa de siempre, es cuestión de control territorial, supremacía nacional y marginación social y genocidio étnico.
He amado y respetado esta región como el que más, soñando con pisarla un día, sobre todo Jerusalén, donde sana cualquier alma que lo necesite y al mismo tiempo pisar la tierra de las civilizaciones más antiguas del mundo, pero es imposible. Sin paz, no es posible sanar nada.
Los árabes siempre han sido un pueblo noble pero también polémico, pues en los grupos más radicales duerme esa esquizofrenia mesiánica de imponerse sobre otros grupos de la zona mediante el terrorismo y lamentablemente es de esa misma forma en la que Israel está contestando. Pésimo.
Decía Marco Aurelio:- La mejor forma de derrotar al enemigo es no parecerte a él Pero tristemente, apenas hay diferencia ahora. Gaza ya es algo que no sabría describir, supera casi a Berlin o Dresde en 1945. La población palestina ha pagado por partida doble, el fanatismo y las ansias de venganza de Hamás y Hezbolláh con las matanzas de 1.200 inocentes ese 7 de octubre y por otra la respuesta de Israel con un efecto dominó de bombardeo constante. Uno en cuestión de opinión se encuentra en un fuego cruzado ¿A quién culpar? ¿A quién condenar? La respuesta es a ambos y a los que están a la sombra manejando los hilos.
Por el lado islamista obviamente el enemigo número 1 de Israel, Irán, que desde 1979 ha jurado borrar al estado hebreo de la faz de la tierra. Por el otro lado los Estados Unidos, quien en su cargo de conciencia por no auxiliar durante el Holocausto, ahora lo trata de enmendar con armas. Ambos gobiernos se están lavando las manos en sangre palestina y hebrea. Y para caldear aún más los ánimos, el atentado terrorista que tuvo lugar en Irán esta semana pasada y que causó más de 100 muertos, fue perpetrado por el DAESH, pero mis fuentes iraníes del exilio dicen que fue el propio régimen quien lo causó para decir luego que uno de los terroristas tenía doble nacionalidad, junto a la israelí. La desesperanza de los Ayatolás por ver que cada día pierden más poder los lleva a matar a sus propios ´´fieles´´ para cargarles el muerto a otro. Y eso lleva también a apoyar los ataques a barcos israelíes en el Canal de Suez perpetrados por rebeldes hutíes del Yemen. Pero después por el otro lado, impedir el paso de ayuda humanitaria a la Franja no es ni de lejos una solución éticamente política ni mucho menos humana.
La población de ambos países, Palestina e Israel, está pagando caro este sin sentido. He conocido testimonios de judíos y palestinos que se llevan bien, incluso en las noticias podemos ver que una gran mayoría desearía dos estados y el fin de este appartheid y de esta guerra. ¿Por qué no es posible si se supone que Israel es la tierra prometida para todos?
Como creyente que soy defiendo la integridad de Jerusalén y sus lugares sacros de peregrinación.
Pobre de cualquier extremista que les toque aunque solo sea un ladrillo, y no deseo para nada ver la bandera de Hezbolláh y Hamás ondeando en el Muro de las Lamentaciones ni sobre la Iglesia del Santo Sepulcro. Pero tampoco quiero ver más asentamientos colonos ni más muertos, ni más discursos supremacistas ni de árabes ni israelíes. En Jerusalén, si se hace bien, puede haber sitio para la Estrella de David, la Cruz Cristiana y la Media Luna.
Berna, Suiza, allí deben reunirse las autoridades Palestinas y hebreas para mediar y acordar un alto al fuego. Hay algo que lamentablemente no ha cambiado desde las Cruzadas del 1099 y es la imposibilidad de una paz duradera en la Tierra Santa.
Dos estados, o una Federación Árabe-Israelí Levantina. Líbano tuvo una guerra civil (1975-1992) por cuestiones religiosas, pero supieron repartir equitativamente los cargos y gracias a eso fue posible la paz. Deberían seguir el ejemplo sus vecinos del sur. Aún no es tarde.