En mi armario de verano, sabed lo que yo pondría: unas sandalias de marcha, para ir ligera en la vida. Un pañuelo que destaque la verdad ante la mentira; y un sombre que me tape lo peor de cada día. También yo colocaría, un bolso de lluvia fina que mi pelo acariciase; mezclada con fresca brisa. En el principal cajón, un cofre reservaría donde proteger la risa como vital medicina; Ya en el fondo del armario, un espejo colgaría que reflejase buen ánimo, con bondadosa armonía.
