viernes, octubre 4, 2024

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La columna de Madame Stael: X

«Se diría que un sinfín de virtudes e ideas forman la cadena de oro descrita por Homero que, al vincular el hombre al cielo, lo libera de los grilletes de la tiranía»

Así cierra el final de Consideraciones sobre la Revolución Francesa Madame de Staël, con un canto a la libertad, la cual siempre descansa en la lucha, pero al mismo tiempo en las virtudes de los hombres que se han batido por ella.

Y eso, queridos lectores, es algo que pronto se empezará a palpar y a ver en las calles de Irán, porque en esta semana en que la OTAN ha cumplido 75 años el Príncipe Heredero Reza Ciro ha sido uno de los invitados de honor. Allí en Washington D.C. leyó un discurso dirigido al mundo, y a sus compatriotas iraníes. Advirtió del peligro que supone el régimen de Irán, quien ha extendido sus tentáculos no solo a Oriente Medio, sino también a Europa y América Latina. Razón no le falta, regímenes como el de Cuba, Venezuela y Nicaragua tienen unas relaciones excelentes con el régimen de los Ayatolás, la última noticia es que el régimen de Ortega ha abierto negociaciones diplomáticas con los Talibanes de Afganistán, un ejemplo sin duda de la bajeza de este ser abyecto y su señora esposa.

Su Alteza declaró que ya en tiempos de su padre se advirtió de este peligro, la llamada Alianza Maldita del Rojo y el Negro, en referencia a los colores del marxismo y el islamismo radical, algo que se mantiene hoy en día con las dictaduras socialistas del continente americano. Esa alianza destruyó a Irán, aunque después Jomeini se deshizo de todas las izquierdas y derechas, porque para él no debía haber patriotas, solo el Islam.

Destruir a Israel, evitar la paz con Palestina y la solución de dos estados, extenderse cual cáncer por la tierra de Oriente, ya sea en el Líbano, Gaza, Irak, Yemen o Siria la idea y objetivo principal del régimen islámico, no así de sus ciudadanos que están hartos de los Ayatolás, es crear un califato mundial con estados satélites afines a la ideología terrorista de Jomeini y Jamenei. Ese siempre fue su objetivo.

Pero en su discurso el Príncipe ha aclarado que esta guerra no es contra Irán, un pueblo pacífico, unido al occidente en su día cuando era el Imperio de Ciro II y antes de 1979 mediante buenos tratos y acuerdos diplomáticos que beneficiaban a ambas partes. Esta guerra es contra la dictadura islámica, no contra los iraníes. A pesar de los errores cometidos en el reinado de su padre, no podemos negar esto, Irán era un país estable y seguro, fuente de ingresos y de convivencia, pues existía un nacionalismo no violento, una mezcla de la identidad milenaria persa unida con los otros grupos y etnias religiosas y culturales. De hecho, la prensa habló de la formación de un partido político de Ciro el Grande en el Golfo Pérsico. En resumidas cuentas, era un Irán por y para todos, pero que ahora ha sido sustituido por 45 años de un régimen parecido al Appartheid de Sudáfrica en versión fundamentalista.

Si en su día hubo unos acuerdos de Abraham en el futuro habrá unos acuerdos de Ciro, en referencia al gran Rey fundador del Irán auténtico. Es tanto lo que Europa y hasta Estados Unidos deben a Irán que si no hubiera sido por la revolución, hoy en día quizás no habríamos tenido los conflictos que azotan a la región, añadiendo además la mala gestión de los americanos cuando intervinieron en algunos países de la zona como en Irak y Afganistán, los cuales no se han recuperado. Puede que el Shah fuera tachado de autoritario, pero mantuvo la paz en la región entera, una paz que se fragmentó en 1979.

Tanto la Constitución de Estados Unidos como la Declaración de Derechos Humanos tienen una conexión con Irán, porque fue el Cilindro de Ciro II el Grande, primera Carta de los Derechos Humanos en la historia, la que inspiró a los padres fundadores de ambos documentos. Y esto fue hace 2.500 años, mientras que los documentos sucerores del primero solo tienen entre 200 y 76.

No solo Irán sino el mundo entero debe de estar unido para derrocar a la república islámica. Ya todos lo dicen, que el nuevo presidente por muy reformista que sea, es un simple lacayo del Líder Supremo.

Así pues, pronto y si todos tenemos conciencia plena de la historia y voluntad propia, unida al principio ético de la humanidad y la tolerancia, podremos vivir mejor y unidos a un gran país renovado y libre. Occidente necesita tanto a Irán como Irán necesita a Occidente, sin convertirse nunca en protectorado de intereses ajenos a los de sus ciudadanos, sino creando un sendero de unión entre los dos mundos a través de sus pueblos libres de fanatismos y tiranos. Una vez más los iraníes vencerán, haciendo gala de sus virtudes, cadena de oro y a la vez espada necesaria para romper los grilletes de la tiranía como bien dice mi querida mentora francesa.

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