Empecé escribiendo en nuestro periódico digital “El Monárquico” en agosto de 2020, alentada por la que entonces era su directora, Doña Consuelo Giner, e ilusionada sigo, pues he encontrado el mismo afecto y calor en el nuevo director Don Xavier Serven, y aclaro, que este menester, ha supuesto para mí un recordatorio de mis años estudiantiles, amén de un aprendizaje de nuevos hechos y conceptos, que he necesitado a lo largo de esta periódica colaboración.
Todo escritor ha sentido alguna vez en su quehacer, que muchas veces ni las musas vienen, ni la inspiración te visita, la motivación esta en bajas formas y si junto a esto le añadimos las secuelas de las vacunas, eso, que creía que esta vez los folios, se quedarían en blanco y hete aquí que de pronto, me digo:
¡Angelina ánimo, que no hay que perder la esperanza!
Y fue como echarle aceite al candil, me dije ¡eso! hoy toco esta hermosa virtud.
La esperanza está arraigada en el corazón humano a fuego, así lo sintieron, los albores de la humanidad y así lo seguimos viviendo.
La esperanza es como un revulsivo a las injusticias, es la que nos hace pensar que la vida tiene sentido, que siempre hay tiempo para esperar lo positivo que siempre hemos deseado, es una
parte de esa batalla, que consigue que no tiremos la toalla y sigamos esperanzados.
Creo que esta idea nos la corrobora Sigmund Freud con este pensamiento:
“Quien piensa en fracasar, ya fracasó, quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante”.
Por ello, si un grano de trigo no llena el granero, sí que ayuda a su compañero, así nosotros a aumentar esa pequeña gotita esperanzadora, para que la unión sea una motivación para trabajar en equipo, que sea germen, para que la esperanza sea el motor, para hacer el bien y luchar juntos en la misma dirección, ya nos lo dijo bien claro Lope de Vega en “Fuenteovejuna”
Las metáforas que nos regala la naturaleza, aplicadas a nuestra vida, referente a la esperanza existen muchísimas, bien lo pueden apreciar ustedes, husmeando en cualquier enciclopedia.
Nuestros vaivenes anímicos que nos surgen en el devenir del tiempo y nuestras experiencias nos dicen, que todo sufrimiento por muy intenso que haya sido o sea, siempre hemos encontrado a nuestra vera, un amigo que nos ha ayudado a ver la luz, y nos ha insuflado, no un poco de esperanza, sino mucha.
Esas personas nos ha hecho salir amuchas veces de túneles muy profundos y creo que J.R.R.Tolkien, nos lo manifiesta bien claro, en este cortísimo pensamiento:
“El amanecer es siempre una esperanza para el hombre”.
Estamos viviendo tiempos cruciales debido a esta sinrazón de la pandemia, la cual nos va dejando tocada esta virtud, nos sentimos a veces inseguros.
Es el momento de usar bien la redes sociales y avivar esa llamita, que parece se va a apagar, está en nuestras manos solucionarlo, con esas cariñosas palabras de aliento, que todos portamos dentro, para darles salida cuando proceda, si vemos abatimiento y tristeza en esos seres sedientos de un mundo mejor y de una vida con sentido.
Cuanto bien podemos transmitir, haciendo pensar a esas personas y así vuelvan a vivir esperanzadas, esta idea nos la va a sintetizar perfectamente Don Miguel de Unamuno.
“Espero que sólo el que espera vive.
Pero teme el día, en que se le conviertan en recuerdo las esperanzas”.
La esperanza es enemiga de la división, ya sabemos el dicho: “ divide y vencerás,” por eso hemos de cuidar, las individualidades y no fomentarlas en todo lo referente a núcleos sociales, como por ejemplo, en primer lugar, la familia, escuela, asociaciones sin ánimo de lucro y otras de gran transcendencia, como las religiosas y las políticas, sino darle valor al equipo, que es el verdadero artífice de que todo engranaje marche mejor.
Estar en ellas siempre para servir, no para envanecimiento propio, es cierto que los puntos de vista en todo grupo, más o menos numeroso no existen coincidencias plenas, pues esa diferencias saberlas negociar, para no sesgar lo alcanzado ,con ese diálogo esperanzador que todos, en todo deseamos.
Este apartado lo vemos claro y no he buceado para encontra ninguna personalidad, que nos lo sintetice porque es muy sencillo:
“La esperanza con serenidad, siempre lleva a feliz puerto”. Roguemos para que ésta sea casi nuestra sombra.
Las distintas esperanzas humanas que inspiran nuestras actividades diarias, corresponde al anhelo de felicidad que Dios ha colocado en el corazón del ser humano.
En el libro del Papa Francisco “Soñemos juntos”, nos puntualiza, que cuando los individuos se unen a pesar de sus diferencias, se pueden descubrir imprevistos y maravillosas posibilidades.
La esperanza que tenemos los hombres en pro de nuestro planeta, por haber salido de las manos de Dios, nos debe de llenar de alegría y sentirnos esperanzados en los logros programados a corto y largo plazo.
Las páginas del Evangelio están colmadas de esta virtud, en mi mente (por haberlo meditado hace poco) tengo todavía lo que Jesús nos dice que él va siempre en busca de la oveja perdida, por ello, si alguna vez nos perdemos o nos hemos perdido, en nuestro interior como reseñé antes, la esperanza creamos o no la llevamos dentro.
No sólo el Cristianismo nos la muestra, también lo consiguen el estilo de vida budista, otras muchas creencias, amén de gente pacífica alegre y esperanzadora, que nos la van contagiando con su ejemplo.
Pero ante esos contratiempos que a veces sufrimos, que sabemos son un callejón sin salida, que sabemos no podemos solventar, por ir en contra de nuestras convicciones, no tenemos más remedio que hacer caso a don Miguel de Cervantes:
“El abandonar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepasa a la esperanza”.
Y aludo también a los malos tratos, al acoso, a la burla hiriente, la intimidación, que nos roban la vida y en otros casos esa falta de empatía, que nos hace perder la paz y otros casos similares, para eso está este dicho del creador del Quijote, que nos motiva para empezar a ser personas libres
La mente tiene resortes para echar fuera pensamientos tristes, a mí me estaba merodeando uno de esta índole y no sé ni cómo ni por qué me han venido a la mente cuatro personas llamadas como nuestro título, la de Jumilla, la de Salamanca, una amiga de mi hija y una alumna de mi segunda escuela en Fuente del Pino (Jumilla), bueno aquí no he acotado este vuelo inconsciente, y lo he puesto por lo bien que lo llevan estas cuatro personas, que son un canto a ellas y por truncar en mí evocaciones no deseadas .
Parece ser que tan cerca de final, esto es salirse por la tangente, por ello voy a darle sentido.
Esperanza la jumillana, en tiempos difíciles, siempre ha reinado la sonrisa en su alma y además, animando a los demás con sus múltiples chistes y de los buenos, la de Salamanca, un saber estar y nadar contra corriente ante enfermedades y otros problemas, la amiga de mi hija porque de niña vendó la patita de un pajarito a modo de escayola y lo salvó (hoy veterinaria) y mi alumna, aquella niña tan dulce y cariñosa, creo emigró, pero no de mi alma.
Ya está un poco mejor, seguro que les he hecho recordar a alguna Esperanza o tal vez estén en sus familias, ahora sí, ahora pongo punto final con un pensamiento de un gran sabio, que además de verdadero, es muy poético vean, es de Aristóteles:
“La esperanza es un sueño despierto”.