La felicidad no existe, nos dijeron nuestros padres, es el sueño que persiste envuelto en frivolidades. Sólo es feliz quien se olvida de sí y de sus afanes. Quien a su interior dedica lo mejor que puede darle. Quien maldice la desidia, quien alaba al que trabaje, quien desprecia las rencillas, quien tropieza y no es cobarde. Sabiendo que los valores no pueden ser materiales, ya que causan sinsabores y no trascienden a nadie. Publicado en Desafíos, Alicante, 2006
*Imagen: José Francisco Pla