Tú pensabas volver cuando despertara el alba
porque te dejaste hasta tu guitarra.
Yo te mando la guitarra para que sigas cantando
tus saetas, y para que escuches mi llanto,
y el que tienes en tu garganta.
Sin tus rincones de ayer,
ni tu mar y tus ramblas,
las noches serán muy frías y largas,
y las penas se te acumularán
de nuevo en la garganta.
Pero no pierdas la fe
con tus poemas mañana,
pues sin ellos la vida no tendrá
para ti algún valor
y antes de que den las diez
tú estarás otra vez en mi casa.
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