sábado, 9 noviembre, 2024

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Los belenistas también en Semana Santa

Los belenistas son expertos en representar el nacimiento de Jesús en un establo de Belén, que es pregonado por los ángeles a los pastores y anunciado por la estrella a los magos de Oriente. Pero, cuando llega la Semana Santa, también hay asociaciones de belenistas que organizan exposiciones para presentar los sucesos de la Pasión de Jesús, siendo una verdadera catequesis plástica y visual, un inspirado ejemplo del arte y la religiosidad de los belenistas, que mantienen vivas para las gentes de ahora las historias evangélicas descritas en épocas pretéritas de la Historia del Arte. Combinando el modelado, la perspectiva, el color, la luminotecnia y la ambientación, los trabajos exhibidos en estas exposiciones son la actualización estética y plástica del mensaje de fe transmitido por el arte durante siglos. Un mensaje de fe, un mensaje religioso que nos ayudará a meditar sobre la doctrina de la verdad y del amor, de la solidaridad y la entrega. Un mensaje que nos ha de alentar a comprometernos con el auténtico significado de la vida en plenitud de sintonía con los planes divinos.

Esas exposiciones ponen ante los ojos del pueblo las historias de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, como en siglos pasados hacían los capiteles, las vidrieras, los retablos, la imaginería para las procesiones, que todavía 2 continúan desfilando. Y ahora, como entonces, muchos se extasían y emocionan con los excelsos episodios que se narran.

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Pero ello no basta, porque esas escenas son, además, una firme invitación a que vivamos dignamente la fe que profesamos, la que nos exhorta a esforzarnos sin tregua por hacer un mundo mejor con nuestro comportamiento modélico, con nuestro trabajo responsable, con nuestro aliento ante el desánimo, con nuestra crítica constructiva, con nuestro sacrificio callado, con nuestra alegría o nuestras lágrimas, con nuestro afán por la concordia, con nuestro luchar por la justicia, con nuestro desvelo por la paz, con nuestra serenidad en el estruendo, con nuestra cordura frente al tumulto, con nuestra denuncia valerosa, con nuestra reflexión en la polémica, con nuestra exigencia de sinceridad y honradez, con nuestra confianza de que siempre es posible mejorar día a día, porque siempre habrá metas que alcanzar más allá de la meta, horizontes de luz brillando más espléndidos detrás del horizonte que nuestro sol alumbra. No dando ni un solo paso sin tener constantemente presente el mensaje de Jesús, que no es una utopía irrealizable, como nos enseñan tantos testigos vitales de la doctrina del amor, que nos ayudan y nos confortan, si sabemos encontrarlos entre tanta maraña de escándalos, de corrupciones, de engaños, de maldades y odios que los ocultan y que, tantas veces también, nos atrapan a nosotros.

¡Cuánta responsabilidad, pues, para los cristianos vivir cada año la Semana Santa no como una festividad folklórica, sino como firme compromiso de actuación coherente! Ya que la mayor incoherencia personal, nuestro gran 3 fracaso como cristianos, que explica el fracaso al que se enfrenta la civilización occidental, es ignorar que no hay más camino, más verdad, ni más vida que ser fieles a Jesús practicando la doctrina del amor que Él nos enseñó.

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