Sóplame al oído calladamente,
las letras una a una
de mi bello poema ambarino.
Sóplame al oído tiernamente
al calor y color de una vela
la dulce noticia
de mi encuentro universado contigo,
ven, ámame con las letras
de tu canto de sirena
y la llama de esa pequeña
antorcha en mi mesa.
Tengo un festín para nosotros
que danza en la cima de una montaña,
bendiciendo con copas y con gracia
la dulce vida que ansío afín
para nosotros.
Dueña de mí, dueña mía,
sóplame al oído tu bella melodía
señoreada de fresa manzanilla.
Hazme nacer cada día
y germinar a todas horas
una nueva Primavera sin otoños.
Gózame, dame luz,
dueña mía al fin solos
para amarnos encendidos de pasión
en la romántica noche de cada tiempo
y al fin sin hora
celebrando con mi Musa mi poesía.
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